25 EL
DESTINO DEL UNIVERSO
En los años setenta se empezaron a plantear nuevos interrogantes. Edwin Hubble (1889-1953), con su descubrimiento de la recesión de las galaxias, había suscitado el debate. Mirar a las profundidades del espacio es mirar al pasado; cuanto más lejos llega nuestra mirada, más atrás llegamos en el tiempo. Si tenemos en cuenta que las galaxias, cuanto más alejadas están más rápido se desplazan, podríamos decir que cuanto más cercanas estén más lentamente lo harán. Como a las galaxias más cercanas las vemos en un tiempo posterior de su existencia, ello significa que se están frenando.
¿Cuál
será, pues, el destino del Universo? Los cosmólogos se planteaban
dos posibilidades:
a)
Que
no hubiera materia suficiente para detener la expansión y las
galaxias se alejasen eternamente.
b)
Que sí hubiese materia suficiente para frenarlas, con lo cual
llegaría un tiempo en el que las galaxias terminarían su expansión
y regresarían. Se invertiría la flecha del tiempo de Stephen
Hawking
(1942-2018), expuesta en 1988.
Esta
segunda posibilidad resulta bastante inquietante, pues llegaría un
tiempo en el que volverían a juntarse las galaxias y chocarían en
un gran crujido: el Big
Crunch o
Gran colapso. Algunos teóricos especularon con que, en este regreso,
al cambiar la flecha del tiempo, toda la existencia se repetiría
pero a la inversa; un vaso roto al caerse, reagruparía sus trozos en
ese instante y volvería a la mesa íntegro; moriríamos antes de
nacer…
Ese
Gran colapso o Gran implosión,
llegaría
hasta formar una singularidad
que desencadenaría otra Gran explosión, iniciando un nuevo
Universo, quizás con leyes de la física diferentes, estableciendo
así un Universo
oscilante.
¿Universo
abierto o Universo cerrado? Este es el interrogante que los
cosmólogos se hacían en los años 80 y 90. Que sea uno u otro
dependería de la materia total que tuviese el Universo; si existiera
suficiente materia, iría frenando la expansión hasta que se parase
y regresase al Gran
colapso;
de no ser así, se expandiría infinitamente.
Según
las últimas apreciaciones de los cosmólogos, la materia visible no
es suficiente para frenar la expansión. Esta expansión dependerá,
por tanto de la materia invisible.
La
materia visible —estrellas, nubes de gas, galaxias— es sólo una
pequeña fracción de la materia total del Universo. La materia
invisible (oscura) tiene una masa mucho mayor, aunque los telescopios
más potentes no son capaces de percibirla.
Los
astrónomos han detectado y calculado esta “masa oscura” por los
efectos gravitatorios sobre estrellas y galaxias, y por la curvatura
que sufren los rayos de luz al atravesar objetos invisibles pero de
gran poder atractivo como galaxias, estrellas o agujeros negros: son
las llamadas lentes
gravitatorias.
La
materia
oscura
corresponde al 80% de la materia del universo. Su nombre hace
referencia a que dicha materia no emite ningún tipo de radiación,
como puede ser la luz. No interactúa, por tanto, con ninguna forma
del espectro electromagnético.
La
materia oscura fue propuesta en 1933 por Fritz
Zwicky (1898-1974),
astrónomo y físico suizo de origen búlgaro; científico ya tratado
anteriormente por sus trabajos sobre las explosiones de supernovas.
Zwicky llegó a este descubrimiento sobre la materia oscura ante la
evidencia de una masa no visible que influía en las velocidades
orbitales en los cúmulos de galaxias.
Francisco Sáez Pastor
Universidad de Vigo
Universidad de Vigo
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