HISTORIA
DE LA EVOLUCIÓN DEL PAISAJE EN LA PINTURA OCCIDENTAL
Acabado
el estudio esquemático sobre “Cómo leer un cuadro”,
composición, perspectiva, centros de interés, color y dibujo,
seguimos con otro tema, también artístico, que nos ocupará unos 9
ó 10 capítulos: “Historia de la evolución del paisaje en la
Pintura Occidental”.
En el
estudio de este tema he disfrutado muchísimo y estoy seguro de que
también vosotros lo encontraréis interesante e ilustrativo.
Es
apasionante estudiar el tardío nacimiento y la lenta evolución que
ha incorporado el “paisaje” a la historia de la pintura
occidental hasta conseguir que sea considerado por los artistas y por
la crítica como sujeto importante del arte, por sí mismo y por la
belleza que en sus variadas expresiones esconde.
Su
evolución se realiza desde el siglo XIII en que tímidamente aparece
con Giotto, hasta conseguir más tarde su correcta definición en el
Renacimiento italiano del XVI, su máxima madurez en el siglo XVII
holandés y su mayor expresividad con las rupturas e innovaciones del
Impresionismo en el XIX, hasta llegar a nuestros días en los que ha
alcanzado su máximo desarrollo y esplendor.
Este
estudio, va a estar, además, conectado con los capítulos de “Cómo
leer un Cuadro”, que acabamos de ver a través de los oportunos
ejercicios prácticos en los que continuaremos analizando las
estructuras internas de la pintura, composición, ejes, perspectiva,
luz y color además de las novedades técnicas aplicadas a la
pintura en su género paisaje.
De
este modo ayudaremos a fijar los principios y criterios generales
establecidos para juzgar cualquier obra de arte.
1 EL
LARGO SILENCIO DEL PAISAJE
EN SU REPRESENTACIÓN PICTÓRICA
El
paisaje, considerado en sí mismo, como sujeto único y titular en
la representación pictórica, tardó muchos siglos en aparecer en la
pintura occidental y varios más en conseguir que los propios
artistas, críticos y estudiosos en general, lo consideraran como
un "arte
mayor",
es decir, con méritos suficientes para ser admitido entre los
grandes géneros artísticos pictóricos que venían reconociéndose
desde siglos atrás.
Esta
lenta y paulatina incorporación del paisaje a las corrientes
artísticas, justifica que dediquemos los cuatro próximos artículos
a seguir su evolución y desarrollo, hasta alcanzar su máxima
importancia y valoración que nuestra generación le reconoce hoy
día.
Pero
empecemos por el principio.
* Conocer su lenta y paulatina incorporación al arte, hasta conseguir la categoría de "arte mayor" entre los géneros artísticos pictóricos.
* Gozar de su espléndido y espectacular desarrollo, muy particularmente desde el siglo XVII hasta nuestros días.
1.1
Circunstancias que acompañan al arte prehistórico
En el
arte
prehistórico,
la representación humana o animal se hacía sobre la piedra de
techos o muros parietales de cuevas y refugios naturales sin ninguna
preparación y sin acotar espacios, simple y directamente sobre la
superficie rocosa y sin ninguna referencia al medio ambiente o
paisaje que presidía entonces la existencia humana.
Algunos
espacios, si bien no se acotaban, sí eran previamente examinados y
seleccionados por el propio artista, para hacer coincidir las
rugosidades de su superficie, bultos, grietas o relieves, con las
partes más interesantes y salientes de su obra proyectada.
En las
pinturas rupestres, y durante muchos siglos en la pintura occidental,
no hubo ninguna referencia intencionada al entorno natural que
condicionaba la vida y actividades que el hombre desarrollaba.
Ni
siquiera en las escenas de caza, persecución o muerte de animales
aparece para nada el paisaje que rodea tan vital acción humana.
Tampoco
en las más avanzadas civilizaciones posteriores, en los monumentos
asirios, babilónicos, griegos o romanos en cuyas decoraciones
parietales abundan, en cambio, las representaciones de dioses,
legendarias mitologías, héroes ancestrales y épicas batallas.
Las
referencias al paisaje tardaron muchos siglos en aparecer. Esta es
nuestra primera constatación.
Para
recomponer la flora y la vegetación de los tiempos prehistóricos
hemos de acudir necesariamente a los restos biológicos hallados
en las excavaciones del suelo terrestre.
Los
primeros y esquemáticos conocimientos del mundo natural en que se ha
desarrollado desde un principio la vida humana, están exclusivamente
basados en restos arqueológicos encontrados con ocasión de
recuperar tumbas y utensilios.
Solo muy
tarde, a partir del primer tercio del siglo XIII y gracias a la
nueva mística humanista creada por S. Francisco de Asís,
(1182-1226), se empezará a reconsiderar la naturaleza y el paisaje
como una huella de la Divinidad y un don del Creador al entorno
humano y solo pasados varios siglos más, se le elegirá como
sujeto de arte en sí mismo, por la grandeza y extraña belleza de
su propia representación plástica.
En el
siglo XVII el paisaje será finalmente admitido por los artistas y la
crítica en general como “arte
mayor”
por sí mismo, independientemente de su relación con el hombre.
1.2
La espiritualidad franciscana y la aparición
del paisaje en la
pintura occidental
Francisco
de Asís, un gran santo y Giotto di Bendone, un gran pintor, cada uno
con sus armas, introducen y difunden con entusiasmo el Humanismo
cristiano que dará vida, junto a otros factores, al Prerrenacimiento
italiano.
A estas
dos grandes personalidades medievales debemos la introducción del
paisaje en la pintura occidental: a S. Francisco de Asís
(1182-1226), por su canto y exaltación de la naturaleza, hasta
entonces infravalorada por la religión e ignorada por el arte y a
Giotto di Bondone (1267-1337) por introducir esa mística franciscana
a través del paisaje en la pintura occidental con ocasión de
ilustrar las escenas del santo de Asís y de la vida del Señor en
bellísimos murales al fresco que enriquecen, entre otros museos y
lugares, la capilla Scrovegni, (Padua) y el convento Franciscano de
Asís.
Francisco
de Asís
colocó la naturaleza que nos rodea en el centro de su mística
concepción cristiana del universo y puso de moda en la literatura de
su tiempo lo que desde hacía más de mil años, a. C., venían
cantando y recitando los judíos en los salmos de David y mucho
antes aún, ensalzaba poéticamente junto al Tigris y al Eúfrates el
Libro del Santo Job: la fuerza, la variedad, la belleza y la
sabiduría infinita del mundo que nos rodea, para alabanza y gloria
de su omnipotente Creador.
Francisco
entra en contacto humano, espiritual y poético con el mundo que le
rodea y en todo él reconoce la huella espléndida y exquisita de
Dios. Habla del hermano sol, de la hermana luna y las estrellas, del
agua y del viento, amonesta al hermano lobo para que respete los
rebaños de los vecinos de Dubbio que se quejan al santo de su
voracidad, convoca y habla a los pajaritos para que no se coman la
semilla que siembra el labrador y crea una mística nueva y una
religiosidad novedosa, ingenua y atractiva que en todo ve, alaba y
bendice la mano de Dios.
Francisco amonestando al “hermano lobo de Gubbio”. Por vez primera el mundo que rodea al hombre, el marco en el que vive y desarrolla su actividad, es reconocido, alabado y tomado en consideración como distinto y complementario del ser humano y como un don recibido de Dios Creador para aumentar y complementar nuestro grado de bienestar.
Su “Canto al sol” o “Cántico de las criaturas”, conocido también como “Laudes creaturarum” (compuesto en 1225), es la mejor muestra de una espiritualidad cósmica que da nuevo valor, no solo al ser humano, sino al universo entero y pone de moda todas las criaturas de Dios con las cuales convivimos.
Francisco amonestando al “hermano lobo de Gubbio”. Por vez primera el mundo que rodea al hombre, el marco en el que vive y desarrolla su actividad, es reconocido, alabado y tomado en consideración como distinto y complementario del ser humano y como un don recibido de Dios Creador para aumentar y complementar nuestro grado de bienestar.
Su “Canto al sol” o “Cántico de las criaturas”, conocido también como “Laudes creaturarum” (compuesto en 1225), es la mejor muestra de una espiritualidad cósmica que da nuevo valor, no solo al ser humano, sino al universo entero y pone de moda todas las criaturas de Dios con las cuales convivimos.
"Cántico de las criaturas” de S. Francisco de Asís
Altísimo,
omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A
ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.
Loado
seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.
especialmente el señor hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.
Y
él es bello y radiante con gran esplendor;
de ti, Altísimo, lleva significación.
de ti, Altísimo, lleva significación.
Loado
seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.
en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.
Loado
seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.
Loado
seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Loado
seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.
Loado
seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.
Loado
seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y soportan enfermedad y tribulación.
y soportan enfermedad y tribulación.
Bienaventurados
aquellos que las soporten en paz,
porque por ti, Altísimo, coronados serán.
porque por ti, Altísimo, coronados serán.
………………………….
Load
y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad.
y dadle gracias y servidle con gran humildad.
Este
himno, como su admonición al hermano lobo, su charla a los
pajaritos, su relación humilde, su hábito sencillo que recoge del
vestir de la gente del campo y su fraternidad con hombres, animales y
plantas, abre un nuevo camino en la espiritualidad cristiana que
muchos de sus contemporáneos se propusieron imitar y que dejó honda
huella precisamente en los ambientes mejor preparados para recibir
este mensaje: el de los santos y el de los artistas, como vamos a
ver.
Giotto
di Bendone. (1267-1337), poeta, escultor, arquitecto y sobre todo uno
de los mejores pintores prerrenacentistas,
discípulo de Cimabue.
Giotto
fue el más grande de los pintores prerrenacentistas italianos. En
sus cuadros, pintados al fresco en los muros laterales de la iglesia
superior del convento franciscano de Asís, fundado por el Santo,
fue desarrollando la vida de S. Francisco en escenas llenas de
ingenuidad, ternura y devoción, verdaderas lecciones de humanismo
cristiano, en las que introduce y ensaya constantes referencias
imaginadas a la naturaleza y al paisaje que las rodea.
Francisco
de Asís y Giotto di Bendone, fueron dos personajes extraordinarios
que sacudieron respectivamente el primer tercio de los siglos XIII y
XIV. El primero con su vida y el segundo con su arte.
Giotto di Bondone, (1267-1337).San Francisco de Asís predicando a los pajaritos. |
Giotto
di Bondone, asimiló muy bien el nuevo espíritu humanista de
Francisco de Asís y toda su obra pictórica se inspiró en la
mística del Poverello
de Asís.
Esa
novedosa apertura franciscana al mundo en que vivimos exigía una
sensibilidad nueva y una mirada ingenua y simplista para asimilarla y
practicarla. “Las
florecillas de S. Francisco”,
libro que recoge los hechos acaecidos al santo y a sus primeros
discípulos, contagiaron y transmitieron el nuevo ideario
humanístico-cristiano que rápidamente se extendió por el mundo
medieval.
La
apertura franciscana a la naturaleza y al mundo exterior, cobraron
fuerza en los ojos y en el pincel de Giotto que, a su vez, fueron
abriendo el fondo del espacio pictórico al paisaje natural.
Giotto.
La huida a Egipto
Pintura
al fresco. Hacia 1305, en la capílla Scrovegni. Tamaño: 2 x 1,85 m
En
cuanto a la composición
del cuadro, las cabezas de S.José, su acompañante, el Niño y el
cuerpo de la Virgen, las tres personas del lateral izquierdo y el
pollino, forman un eje
ligeramente oblicuo
que da la sensación de subida y movimiento. A su vez la cúspide
triangular del monte cubre la imagen de María con el Niño. El manto
rosa y blanco de la Virgen divide verticalmente el cuadro en dos
mitades casi iguales.
Las
montañas que quieren ser imagen del desierto son pura imaginación
del artista.
Los
tres árboles que salpican el cuadro, parecen plantados a tresbolillo
en pura e ingenua imaginación del artista en su concepción del
desierto.
Dichas
montañas las coloca a la misma altura o en
el mismo plano,
con lo que suprime la ilusión óptica de lejanía y profundidad.
A
Giotto le corresponde el gran mérito de haber iniciado y
generalizado el uso del paisaje como fondo natural de las escenas
evangélicas y franciscanas. El paisaje siempre es imaginado, sin
salir de su estudio.
Hasta
Giottp los fondos de los cuadros de pintura, lo constituian espacios
monocolores planos. Los pintores bizantinos eran paridarios de dorar
con panes de oro el fondo de sus cuadros e imágenes pintadas.
Giotto,
con el paisaje inicia, al mismo tiempo, una carrera por alcanzar la
tercera dimensión: la anchura o profundidad del cuadro, pura ilusión
óptica, que solo se conseguirá representar adecuadamente en el
Renacimiento en que se dará por definida la perseguida perspectiva.
El uso
de estructuras
arquetectónicas
en Giotto constituyen una escepción, imaginadas como un truco para
enmarcar dentro de ellas las escenas interiores representadas en los
primeros planos. No olvidemos, con todo, que Giotto era también
arquitecto.
Giotto.
Capilla Scrovegni
Familiares
y amigos comparten y participan en la alegría de Joaquín y Ana,
padres
de la Virgen, tras los anuncios angélicos.
Detalle
del abrazo y beso entre S. Joaquín y Santa Ana tras la revelación
del ángel. Admirable la limpieza del color, la ingenuidad del gesto
cariñoso y su expresividad
La
escena se desarrolla junto a una de las puertas del templo, en
Jerusalén, la llamada “Puerta Dorada”. La escena representa el
compromiso de matrimonio entre S. Joaquín y Sta. Ana, padres de la
Virgen María, entre el regocijo y aceptación de diversos familiares
presentes.
Ya hemos
dicho que Giotto era también arquitecto y por ello utiliza como
segundo plano de su cuadro un fondo arquitectónico que le era muy
familiar. Durante el Renacimiento veremos utilizar esta práctica,
sobre todo para acompañar escenas urbanas o interiores.
Esta
perspectiva
arquitectónica
ofrece una sensación de profundidad más sencilla de alcanzar que la
conseguida con el paisaje. De hecho su uso fue uno de los caminos
para llegar a establecer las leyes de la perspectiva.
Giotto,
otras veces, rellena los fondos de sus escenas religiosas con
elementos angélicos que asisten ingenuamente festivos o doloridos a
las escenas de resurrección o de pasión por él representadas; pero
aún así, casi siempre las completa con algunas referencias, por
borrosas o secundarias que sean, al paisaje como en el cuadro
adjunto:
Giotto
“Descendimiento”.
Pintura en la capilla de los Scrovegni. (Padua) 1306
El
fondo de algunos de sus cuadros los rellena Giotto con ángeles y
con diferentes tonalidades de colores no uniformes, que son en
realidad fondos con paisajes todavía muy imprecisos, montañas y
cielo, reservando siempre los primeros planos para las escenas
representadas.
En la parte superior derecha aparece un árbol, testigo presencial de la naturaleza que en este caso se prolonga en montañas simplemente contorneadas.
El Descendimiento de Giotto, es uno de sus mejores cuadros. Llama la atención su composición: un eje diagonal que parte del lado derecho del cuadro , a la altura de sus dos tercios, a la parte inferior del ángulo izquierdo, en el que contrapone una masa de color con las personas presentes en el Descendimiento.
Las miradas de cuantos asisten a la escena se concentran en dicho ángulo, primer centro de interés: Jesús muerto en brazos de su santísima madre.
El grupo de ángeles en el cielo contrapesa la composición del cuadro en parte baja.
Paisaje: en el cuadro está simplemente sugerido entre el árbol y un desdibujado fondo de montañas. Las referencias borrosas que trascienden el coro de ángeles, muy probablemente se lo dicta el monte del Gólgota que se nombra en el relato evangélico.
En la parte superior derecha aparece un árbol, testigo presencial de la naturaleza que en este caso se prolonga en montañas simplemente contorneadas.
El Descendimiento de Giotto, es uno de sus mejores cuadros. Llama la atención su composición: un eje diagonal que parte del lado derecho del cuadro , a la altura de sus dos tercios, a la parte inferior del ángulo izquierdo, en el que contrapone una masa de color con las personas presentes en el Descendimiento.
Las miradas de cuantos asisten a la escena se concentran en dicho ángulo, primer centro de interés: Jesús muerto en brazos de su santísima madre.
El grupo de ángeles en el cielo contrapesa la composición del cuadro en parte baja.
Paisaje: en el cuadro está simplemente sugerido entre el árbol y un desdibujado fondo de montañas. Las referencias borrosas que trascienden el coro de ángeles, muy probablemente se lo dicta el monte del Gólgota que se nombra en el relato evangélico.
La
pintura de ángeles y las referencias al paisaje se las sugiere el
propio relato evangélico, como en su "Huida
a Egipo"
de la capilla Scrovegni o como en la “entrada
solemne del Señor en Jerusalén”,
en cuya representación los ángeles acaban contemplando la escena
bíblica subidos a la copa de los árboles que enmarcan el paisaje
con que decora el fondo de su cuadro.
En su
“Adoración
de los Reyes Magos”
nos deja constancia pintada del paso del cometa Halley que acaba de
pasar sobre occidente, en 1303.
Giotto.
“La Adoración de los Reyes magos”
Capella
degli Scrovegni.
Pintura
al fresco. Año 1303
Giotto.
“La Adoración de los Reyes magos”. Otro de los buenos cuadros de
Giotto. Representa con gran realismo la escena evangélica. En la
parte superior del cuadro se observa, en lugar de la clásica
estrella de los Reyes Magos, un cometa con su estela de luz propia.
Según diversos críticos, este cambio de estrella por cometa, sería
debido a que en 1303, según cálculos astronómicos, pasó por el
cielo europeo y de Asía Menor el cometa Halley y el pintor dejó
reflejado en su cuadro este paso.
Gracias
al gran trabajo realizado por Giotto, el paisaje empezó a formar
parte de los últimos planos en la pintura, hasta acabar
definitivamente con los fondos en blanco o dorados, de tradición
bizantina, sin perspectiva ni profundidad alguna.
JOSÉ MANUEL GUTIÉRREZ BRAVO
Maestro
Nacional y doctor en Historia
Fundador
y exdirector de la Universidad Laboral de Toledo
Continuará
Villanueva
de la Peña, 10 de abril de 2019
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