CORO
DE LOS ESCLAVOS:
VA, PENSIERO
Cuando
se publique a primeros de mayo el blog de AFDA no sé cómo estará
la situación sanitaria y socio-económica en España y en el
mundo. En todo caso lo que hemos vivido y estamos viviendo en este
año 2020 no deja de ser de una importancia capital e histórica.
Podríamos concluir con ese dicho tan antiguo de que “el hombre no
puede luchar contra los elementos”. En este caso el hombre se habrá
dado cuenta de que un microscópico virus puede acabar con su vida,
por muy poderoso y autosuficiente que él se crea. El hombre es
víctima del coronavirus que lo ha esclavizado o lo tiene aún
esclavizado bajo su poder y su amenaza. La humanidad esclavizada
por un poder “babilónico”… Y nosotros, los esclavos suspiramos
por la libertad que teníamos antes de ser llevados al “destierro
de nuestras casas”… para salir a la calle, a la plaza, al bar…y
para ello cantamos, no el coro de Nabuco, sino el RESISTIRÉ del Dúo
Dinámico… ¡Ironías de la vida!…
Estas
reflexiones me han llevado a pensar en el pueblo hebreo que, estando
esclavo en Babilonia, suspiraba por su libertad; suspiraba por su
vuelta a la Jerusalén bíblica. Nabucodonosor –su coronavirus- los
tenía esclavizados. Toda esta historia “sagrada” la podemos
recordar leyendo el capítulo de 2 Reyes, 25; el Jeremías, 24 o el
Daniel 4. El colofón estaría en el Salmo 137: El coro de esclavos
canta por su libertad…
NABUCCO
HISTORIA
Nabucco es
una tragedia
lírica en
cuatro partes con música de Giuseppe
Verdi y
libreto en italiano de Temistocle
Solera,
basada en el Antiguo
Testamento y
la obra Nabuchodonosor,
de Anicète
Bourgeois
y FrancisCornue.
Verdi compuso esta obra por pura
casualidad. Estaba viviendo una etapa muy amarga debido a que su
esposa Margarita Barezzi y sus dos hijos pequeños habían muerto
poco antes. Había decidido no volver a componer, pero una tarde de
invierno…Él mismo en Esbozos autobiográficos nos dice:
“De
camino sentí una especie de desazón inexplicable, una tristeza
intensa, un dolor que casi me hacía estallar el corazón. Una vez
que llegué a casa, lancé el manuscrito a la mesa con un movimiento
brusco y me quedé ahí, delante de él, hundido en pensamientos. Al
chocar con la mesa, el libro se había abierto; mis ojos fueron a
parar, no sé bien cómo, a una página abierta ante mí. Y leí: “Va
pensiero sull’ali dorate…”
Sobrevolé también los siguientes versos y me quedé impresionado,
sobre todo al comprobar que estos procedían casi literalmente de la
Biblia, libro que siempre leía gustoso. Leo un párrafo, leo dos.
Pero entonces, con el renovado propósito de no componer más, cierro
el texto y me voy a la cama. ¡Pero Nabucco no
para de darme vueltas en la cabeza! El sueño no quiere acudir, me
levanto, leo el libreto no solo una vez, sino, dos, tres, muchas
veces; a la mañana siguiente puedo decir que me lo sé de memoria”.
Cinco
meses más tarde componía las primeras notas del aria de la muerte
de Abigail con que acaba la obra. El papel de Abigail fue
interpretado por Giuseppina Strepponi, posteriormente su segunda
esposa. Se cuenta que ella y otras sopranos dañaron sus voces por la
alta tesitura en que está compuesta. Fue el primer gran éxito de
Verdi debido no sólo a las cualidades musicales de la misma, sino
también a la relación y comparación que hacía el público
italiano con la historia del pueblo judío y las ambiciones
nacionalistas de esa época. Los italianos asimilaron el coro de “Va,
pensiero” como un canto contra la opresión extranjera en que
vivían.
EL
LIBRETO
Temistocle
Solera
narra la invasión del reino de Judea por parte del rey babilónico
Nabucodonosor II en el año 586 a. de C., cuando fue destruido el
templo de Jerusalén y los vencidos hebreos deportados a Babilonia.
La escena, sita en Jerusalén y Babilonia, presencia uno de los
núcleos de la trama: el amor que Ismael siente por Fenena, hija
amada de Nabucco, ahora prisionera de los hebreos, que corresponde a
este amor, se convierte a la religión judaica y comparte la suerte
del pueblo de Israel. El otro es el carácter maligno y ambicioso de
Abigail, que ama también a Ismael y pronto descubre que no es la
hija mayor de Nabucco, como todos creían, sino una simple esclava, y
Fenena la heredera del trono. Abigail aprovecha un momento de locura
y soberbia de Nabucco, que se declara superior a su dios Baal, y le
arrebata la corona. Decreta la muerte de los prisioneros hebreos,
entre los que se encuentra Fenena, y encarcela a Nabucco. Éste
recupera la razón, se desespera ante la maldad de Abigail e invoca
al dios de Judea, Jehová, para que le devuelva el vigor y la fuerza
para poder salvar a su hija y recuperar el trono. Abigail se suicida
con veneno y, antes de morir, implora el perdón de Dios, bendiciendo
a Fenena e Ismael.
LA
PARTITURA
Musicalmente
los tres personajes principales de la obra (Nabucco, Abigail y
Zacarías) tienen un peso vocal específico que marca, sin duda
alguna, un antes y un después en las artes creativas del maestro,
sin contar la influencia sublime del coro. Cuesta encontrar hasta
este momento un papel de prima
donna tan
maléfico como el de Abigail. Es curioso, además, que aunque la
ópera gire en torno al conflicto religioso y político entre dos
hombres (Zacarías y Nabucco), sea la sed de venganza de Abigail la
que lleve las riendas del drama. Describir las audacias de la
escritura vocal de este rol en pocas líneas resulta complicado, pero
podría resumirse así: una entrada en el registro medio que asciende
en poco tiempo hasta el Si y el Do de pecho sobre una orquesta muy
pesada, arias de inspiración belliniana en mezza
voce seguidas
por violentos contrastes en forte y fortissimo,
recitativos dramáticos que juegan constantemente con los cambios de
registro (uno de ellos de dos octavas, de Do3 a Do5), y partes en las
que su voz debe sobresalir por encima de la orquesta, el coro y el
resto de roles individuales.
Y
como mencionábamos, el coro es el gran protagonista, no sólo por el
emotivo aspecto patriótico, sino que, a la manera del coro en la
tragedia griega, redondea, comenta, delimita y empuja la acción,
dándole una importancia increíblemente novedosa con un
inconfundible pueblo protagonista en Nabucco.
CORO:
VA PENSIERO
Es
el coro del tercer acto de la ópera, en FA
sostenido mayor, inspirada en el Salmo 137 «Super flumina Babylonis». Posteriormente, como se ha dicho, se convirtió en un himno para patriotas italianos, quienes, identificándose con el pueblo hebreo, buscaban la unidad nacional y la soberanía frente al dominio austríaco. La canción, cuyo tema es el exilio y que expresa nostalgia por la tierra natal, así como la frase «Oh mia patria sì bella e perduta!» (en italiano, «¡Oh patria mía, tan bella y perdida!») resonaba en el corazón de muchos italianos que hicieron de Verdi el músico de la causa nacional por excelencia durante dos décadas, hasta que Italia venció -y nació- con la coronación del rey Víctor Manuel II de Saboya (1861).
sostenido mayor, inspirada en el Salmo 137 «Super flumina Babylonis». Posteriormente, como se ha dicho, se convirtió en un himno para patriotas italianos, quienes, identificándose con el pueblo hebreo, buscaban la unidad nacional y la soberanía frente al dominio austríaco. La canción, cuyo tema es el exilio y que expresa nostalgia por la tierra natal, así como la frase «Oh mia patria sì bella e perduta!» (en italiano, «¡Oh patria mía, tan bella y perdida!») resonaba en el corazón de muchos italianos que hicieron de Verdi el músico de la causa nacional por excelencia durante dos décadas, hasta que Italia venció -y nació- con la coronación del rey Víctor Manuel II de Saboya (1861).
El
coro comienza cantando todo él al unísono,
una sola melodía para todas las voces incluso también para las
trompas que lo acompañan. Al llegar a “Arpa
d’or el coro se
expande en diversas voces
polifónicas, como
recordando las seis cuerdas del arpa de David y posteriormente, de
nuevo, vuelve al unísono
en O t’ispiri,
aunque las trompas no lo hacen. Sólo en la última repetición de al
patire virtù
suena la cadenciosa polifonía final.
En
italiano
Va,
pensiero,
sull'ali dorate;
va,
ti posa sui clivi, sui colli,
ove
olezzano tepide e molli
l'aure
dolci del suolo natal!
Del
Giordano le rive saluta,
di
Sionne le torri atterrate...
Oh
mia patria sì bella e perduta!
Oh
membranza sì cara e fatal!
Arpa
d'or
dei fatidici vati,
perché
muta dal salice pendi?
Le
memorie nel petto raccendi,
ci
favella del tempo che fu!
O
simile di Solima ai fati
traggi
un suono di crudo lamento,
o
t'ispiri
il Signore un concento
che
ne infonda al patire virtù.
che
ne infonda al patire virtù
che
ne infonda al patire virtù
al
patire virtù!
|
En
español
¡Vuela
pensamiento, con alas doradas,
pósate
en las praderas y en las cimas
donde
exhala su suave fragancia
el
dulce aire de la tierra natal!
¡Saluda
las orillas del Jordán
y
las destruidas torres de Sion!
¡Oh,
mi patria, tan bella y abandonada!
¡Oh
recuerdo tan querido y fatal!
Arpa
de oro de fatídicos vates,
¿por
qué cuelgas muda del sauce?
Revive
en nuestros pechos el recuerdo,
¡Que
hable del tiempo que fue!
Al
igual que el destino de Sólima
Canta
un aire de crudo lamento
o
que te inspire el Señor una melodía,
que
infunda valor a nuestro padecimiento,
que
infunda valor a nuestro padecimiento,
que
infunda valor a nuestro padecimiento,
al
padecer, valor!
|
SALMO
137
1
Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos y llorábamos
acordándonos de Sión. 2 De los sauces de sus orillas colgábamos
nuestras cítaras. 3 Allí nuestros opresores nos pedían canciones;
los que nos habían llevado atados, alegría:”Cantadnos algunos de
los cantos de Sión”. 4 ¿Cómo habíamos de cantar las canciones
de Yavé en tierra extranjera? 5 Si yo me olvidara de ti, Jerusalén,
olvidada sea mi diestra. 6 Péguese mi lengua al paladar si yo no me
acordara de ti, si no pusiera a Jerusalén por encima de mi alegría….
ARGUMENTO
PERSONAJES
Y SU TESITURA MUSICAL
NABUCCO, rey de Babilonia, barítono
ABIGAIL,
supuesta hija mayor, soprano
FENENA,
hija de Nabuco, mezzosoprano
ISMAEL,
sobrino del rey de Jerusalén, tenor
ZACARÍAS,
Sumo Sacerdote de Jerusalén, bajo
ANA,
hermana de Zacarías, soprano
ABDALLO,
oficial babilonio, tenor
SUMO
SACERDOTE de Babilonia, bajo
CORO………………………………………………
Acto
I: Jerusalén
Jerusalén
es asediada por el rey de Babilonia Nabucodonosor. Los hebreos
imploran a Yavé para que protejan el templo de Salomón de la
invasión. El sumo sacerdote Zacarías llega y exhorta al pueblo a no
desalentarse, llevando consigo como rehén a Fenena, la hija
primogénita de Nabucco. Ismael, sobrino del rey de Jerusalén, entra
en escena anunciando que nada podrá parar al ejército babilónico.
Zacarías le confía entonces el cuidado de Fenena y anima al pueblo
hebreo a defender la ciudad y el templo.
Una vez
solos, Fenena e Ismael se declaran su amor: se habían conocido años
atrás en Babilonia en la situación contraria, cuando Ismael fue
apresado por los babilonios y liberado posteriormente por Fenena.
Ismael planea la liberación de ésta cuando irrumpen varios
guerreros babilónicos con Abigail a la cabeza, la hija ilegítima
del rey Nabucco y por lo tanto hermana de Fenena. Abigail comienza
amenazándoles a los dos de muerte y después le ofrece a Ismael la
liberación del pueblo hebreo a cambio de su amor. Ismael rechaza su
propuesta.
Los
hebreros, aterrorizados por el poder de los invasores, vuelven a
refugiarse al templo. Poco después aparece por fin en la entrada del
mismo el temible rey de Babilonia: Nabucco. Zacarías le amenaza con
matar a su hija Fenena si osa entrar. Nabucco baja del caballo y
blasfema contra el Dios de los hebreos dentro del templo. Zacarías
se dispone entonces a atacar a Fenena, pero Ismael se interpone y
permite que ésta regrese a los brazos de su padre. Nabucco tiene
entonces campo libre para saquear el templo y conquistar Jerusalén.
Zacarías maldice a Ismael por traicionar a sus hermanos.
Acto
II: La impía
A
Abigail le entregan un documento en el que se constata que ella no es
la hija de Nabucco, sino la hija de un esclavo y su odio hacia su
presunta hermana Fenena aumenta. El sumo sacerdote de Baal entra en
el palacio muy agitado, desvelando a Abigail que Fenena está
liberando a los hebreos en Jerusalén. Abigail encuentra entonces un
argumento para interponerse frente a su hermana y hacerse con el
trono. El sumo sacerdote de Baal decide aliarse con Abigail,
corriendo el rumor falso de que Nabucco murió en el combate: solo le
corresponde a Abigail el derecho de atacar.
Mientras
tanto, en otra estancia del palacio, Zacarías, el sacerdote hebreo,
llega con las intenciones de convertir a Fenena a la fe israelita
bajo las Tablas de la Ley. Los hebreos irrumpen después y acusan de
traición a Ismael por haber liberado a Fenena. Pero Zacarías les
desvela que Fenena ya es una judía más al haberse convertido y que
por lo tanto Ismael no les traicionó.
Abigail
llega entonces con sed de venganza, reclamando la corona de su
hermana. Nabucco aparece justo después, se aferra a la corona y,
delirando, blasfema contra todos los dioses y exige a todos que
adoren a un solo Dios: él mismo. Fenena le revela a su padre que se
ha convertido al judaísmo y, preso de la ira, éste le exige
postrarse ante él. La confusión y la locura de Nabucco van in
crescendo hasta
que acaba perdiendo la corona, que rueda por el suelo. Entonces,
Abigail la recoge y se proclama reina de Babilonia.
Acto
III: La profecía
El sumo
sacerdote de Baal le presenta a Abigail, que se ha hecho con el
trono, la sentencia de muerte para todos los hebreos y para su
hermana Fenena. Nabucco aparece desvariando y Abigail le solicita que
firme la sentencia, cosa que consigue sin trabas. Pero Nabucco se
percata entonces que ha autorizado el asesinato de su hija Fenena y
quiere cambiar de opinión, aunque ya es demasiado tarde.
Aterrorizado,
intenta buscar el documento que revela el origen de baja cuna de
Abigail, pero ésta lo había destruido previamente. Después,
Abigail ordena a los guardas que apresen a Nabucco, que está
dispuesto a cualquier cosa para salvar a su hija Fenena.
Mientras
tanto, los hebreos son condenados a trabajos forzosos en las orillas
del río Eúfrates. Zacarías insufla coraje a su pueblo desvelando
su visión: el imperio babilónico caerá pronto.
Acto
IV: El ídolo roto
Nabucco
escucha el cortejo que conduce a su hija a la muerte y, desesperado,
implora al Dios de los judíos que la salve, jurando reconstruir el
templo que había destruido. Entonces lleva el oficial Abdallo
acompañado de varios soldados, que liberan al rey y le acompañan a
liberar a su hija.
En los
jardines del palacio de Babilonia, Fenena y los hebreos rezan sus
últimas plegarias antes de abrazar la muerte. Nabucco llega entonces
y ordena que detengan el sacrificio, así como la destrucción del
ídolo de Baal. Pero este se hace añicos por sí mismo ante sus
palabras, porque Dios le ha escuchado. Nabucco libera al pueblo
hebreo y les promete levantar un nuevo Templo dedicado a Yavé, Dios
al cual adorará también el pueblo babilónico desde ese momento.
Abigail
llega por última vez, en esta ocasión para ser sacrificada. Antes
de morir se arrepiente de sus pecados y pide perdón a Fenena y a los
judíos. Zacarías predice la gloria de Nabucco al servicio del Dios
de los hebreos.
Audiciones
Coro
de esclavos, con traducción:
Aria
de Abigail: https://youtu.be/Sy4v_rXjBjQ
Cavatina
de Zaccaria: https://youtu.be/SLV2bqzUu_c
Consultas
-Roberto
Montes: Nabuco de Giuseppe Verdi
-ALIER,
Rogier: Guía universal de la ópera. Barcelona, Robinbook, 2007.
-FRAGA,
Fernando y PÉREZ ADRIÁN, Enrique: Los mejores discos de ópera.
Madrid
-Félix
Ardanaz.
“Nabucco” de Giuseppe Verdi. “Viva Vittorio Emanuele Re
d’Italia”.
-Enciclopedia
Salvat, Los grandes compositores, tomo 3
-Roger
Alier, Marc Heilbron y Fernando Sans Rivière: La
discoteca ideal de la ópera
Editorial Planeta, S. A., 1995. ISBN 84-08-01285-Los grandes compositores.
Editorial Planeta, S. A., 1995. ISBN 84-08-01285-Los grandes compositores.
AUXENCIO MUÑOZ ACEBES
Maestro. Catedrático de Lengua y Literatura
Organista
Organista
Extraordinaria aportación de Auxencio al AFDA 89 con la plasmación del Nabuco de Verdi: un regalo textual y musical
ResponderEliminarHola Carlos
ResponderEliminarMe ha gustado el articulo sobre le Opera de Nabucco.
Ya se lo he dicho y estaría bien que escribiera sobre otras Operas.