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89 Antonio Machado. Lírica 8




L Í R I C A (8)

                             A UN OLMO SECO

ANTONIO MACHADO

Olmo y cementerio del Espino

Un par de veces de las que he estado en Soria he subido al Espino, su cementerio, para visitar la tumba de Leonor Izquierdo, la mujer de Antonio Machado. En la subida me encontraba, tumbado en el camino, un olmo viejo y semipodrido; hoy le han hecho un monumento (imagen izquierda). Este poeta ha sido uno de mis preferidos y dediqué más horas que a otros en mis clases de literatura comentando sus poemas. Tuvimos “la suerte” de que algunos de ellos llegaban a nuestros alumnos a través no sólo de su lectura, sino de la voz de J.M.Serrat, lo que los hizo más populares. ¿Lo recordamos?


Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina 5
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera, 10
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero, 15
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta, 20


al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas, 25
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera. 30


CIRCUNSTANCIAS
Han pasado ya casi un año desde la vuelta de Antonio Machado y Leonor Izquierdo a Soria, desde París –julio 1911- de donde ha traído la enfermedad de la hemoptisis como acompañante. Han luchado con todas sus fuerzas para curar el terrible mal, alquilando una casita en el paseo del Mirón para buscar el aire puro de Soria, como antídoto fundamental. Nada mejora la situación de la enferma; Leonor fallece el 1 de agosto de 1912. Es enterrada en el cementerio soriano de El Espino. Pero días antes -4 mayo de 1912- el poeta ha compuesto este poema sugerido por la visión de un “olmo viejo” que, polvoriento, yace tronchado sobre el camino. En abril del año siguiente, alejado de este lugar, escribirá Antonio Machado desde Baeza unos versos a su buen amigo José María Palacio, para que visite el Espino, donde se halla la tumba de Leonor, y deposite en ella los primeros lirios y las primeras rosas de la primavera:


Palacio, buen amigo,…

Con los primeros lirios

Y las primeras rosas de las huertas,

En una tarde azul, sube al Espino,

Al alto Espino donde está su tierra…



ESTRUCTURA
Los treinta versos de que consta este poema de Campos de Castilla conforman una estructura externa no muy clara. Para la mayoría de analistas son heptasílabos y endecasílabos con rima consonante que dan forma a una silva. Pero el crítico Alejandro Duque Amusco ve en los 14 primeros versos un soneto modernista –usa serventesios en vez de cuartetos, hay anisosilabismo en el verso 2, y con rimas diferentes entre la primera y segunda estrofa-. Para este analista el segundo bloque, versos 15 a 30, heptasílabos y endecasílabos entrelazados por la rima sería una breve silva pero con un añadido especial: el final, versos 28, 29 y 30, sería un “estrambote” que completa el soneto con el que rima…lo que no deja de ser un “feliz hallazgo”.
La estructura interna va íntimamente unida a la externa:
a) Los catorce primeros versos –soneto- son una descripción del “viejo y carcomido olmo”.
b) Los versos 15 a 27 –breve silva- son una reflexión sobre los posibles finales de ese tronco herido por el rayo.
c) Y en el estrambote –versos 28 a 30- se condensa la esperanza más íntima del poeta: el milagro de la curación de Leonor.


COMENTARIO ESTILÍSTICO
El simbolismo está presente en todo el poema a través del léxico que hace referencia a la vejez, a la destrucción y a la enfermedad: el olmo viejo frente a la vitalidad del álamo; rayo, hacha, torbellino, soplo, musgo, corteza, tronco… Y el lado positivo es la vida, connotada en las hojas verdes, luz, vida, milagro, primavera…
Catorce adjetivos adornan estos treinta versos; pero los calificativos son como sombra que atenúa e incluso apaga la brillantez de los objetos referidos. Abundan los grises y los que connotan pesimismo. Al olmo lo califica de viejo, podrido, centenario, y a su tronco, carcomido y polvoriento, manchado por una corteza blanquecina y un musgo amarillento, con telarañas grises; la caseta – ¿el hombre?- es mísera. Incluso en la nota alegre de los álamos cantores, los ruiseñores son pardos, y no están en el olmo, pero es bella esa sinestesia. El color de la nieve que se ve en las sierras blancas del Moncayo que trae el aire puro que puede curar a Leonor, junto al color verde de la rama verdecida -con sus hojas verdes- señalan el color de la esperanza: pueden obrar el milagro.
La colina lame el Duero”, metáfora exclamativa que no podía faltar en el poeta que acude a su “curva de ballesta” para describir a la Soria rodeada por el río.
La bimembración es abundante: el olmo hendido y podrido; las lluvias de abril y el sol de mayo; el tronco carcomido y polvoriento; el camino y la ribera; hormigas y arañas; lanza y yugo; carro y carreta; torbellino y soplo; río y mar; valles y barrancas; luz y vida.


        Y por último están las anáforas y paralelismos unidos: “Antes que te derribe…el leñador”; “antes que rojo en el hogar ardas”; “antes que te descuaje un torbellino…” “antes que el río a la mar te empuje”… haciendo referencia al “tempus fugit” latino.

En la silva descubrimos una progresiva gradación cuando piensa sobre los posibles “finales” del tronco del olmo. Una vez talado por el leñador, podrá ser transformado por el carpintero en algo útil para el hombre:”melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta”; es la supervivencia material del olmo. Aunque también puede tener otra utilidad sin intervención de la mano del hombre: puede servir para dar calor en una humilde caseta del camino. O podría acabar sin provecho para nadie: el tronco será empujado por el torbellino y las aguas hasta el mar.
Llama la atención el verso suelto, el 24, -“antes que el río hasta la mar te empuje”- Diríamos que Jorge Manrique está aquí presente: “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar… que es el morir”… El clásico tópico querido por Machado al preguntarse por la muerte.”¿Morir? ¿Caer como gota/de mar en el mar inmenso?”
Se trata de un poema intimista, con la utilización de un simbolismo emotivo, muy evocador, con un componente de subjetividad por la proyección de sus sentimientos que sólo los manifiesta expresamente en los cinco últimos versos

CONCLUSIONES
¿Antonio Machado creía en los milagros? Posiblemente, porque en un alma como la suya no podía faltar la fe que lo unía al Creador. Y por esta fe, y por esta “espiritualidad” que él tenía y sentía esperaba el milagro de la curación de una joven enferma que a él le desgarraba el corazón. Lo estaba viendo palpablemente sobre un olmo “viejo”, herido de muerte por el rayo, pero que se resignaba a morir del todo: las lluvias de abril y el sol de mayo traían la esperanza en las verdes hojas que brotaban de su tronco. Si esto sucede en un olmo viejo y podrido, con grafiosis ¿cómo no podrá suceder en una persona joven tuberculosa? Las aguas de abril y el sol de mayo; el aire puro del Moncayo y los paseos por el Mirón podrían hacerlo. Él tuvo la esperanza hasta el final; el milagro no se obró. Los dos ríos, el olmo y la joven, llegaron hasta el mar. Él cambiará de destino para siempre.
En esta alegoría del olmo, representando a la amada, ¿no está también su autor representado? ¿El poeta podría identificarse también: está viejo y herido por los sufrimientos de la vida, pero no pierde la esperanza de que algo nuevo renueve sus ganas de vivir?... Tiene fe Antonio Machado, pero también le nublan las dudas. ¿Qué será de este olmo desfallecido? ¿Qué será de mi amada semiviva? Dentro, en su interior “tejen sus telas grises las arañas”. Para el olmo los destinos pueden ser diversos; unos positivos, no hay muerte, sino prolongación de la vida por la transfiguración: transformado en melena de campana que llama a la oración y a la fe; lanza de carro que abastece las cosechas del labrador; yugo de carreta que une en el trabajo; o en materia ardiente que da calor a los humanos. Pero también puede tener un destino negativo: descuajado por el torbellino el río lo arrastrará hasta el mar (la muerte). ¿Se plantea aquí el poeta el destino definitivo de su amada? ¿Tiene fe? ¿Cree en la inmortalidad? En los últimos versos expresa su esperanza de que, al menos, exista “el milagro hacia la luz y hacia la vida”. Esa luz y esa vida, ¿no serán eternas?


AUXENCIO MUÑOZ ACEBES
Maestro. Catedrático de Lengua y Literatura

1 comentario:

  1. • Brillante artículo también "A UN OLMO SECO". APULEYO

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