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20180331

70. AFDA

  Abril, 2018    
                                                          ÍNDICE PRINCIPAL
 
Pregón: Observar.
Personaje bíblico del mes: Isaías, profeta. Zereutes
Escuela de ayer, de hoy y de mañana: La Reflexión de la mañana. CUR
Dios es amor:  El 6º milagro. La resurrección de los muertos.  E. Malvido
Alta política con estilo: Fuimos nobles, hemos de serlo. R. Duque de Aza
Centenario de Cela: Semblanza de Don Camilo (II). Sentimental. Á. Hdez.
Afderías: Hospitalerías. CUR
Soneto del sentimiento: Abril. Á.H.
Rincón de Apuleyo: El pescaíto Gabriel. El paraíso de la infancia.
Educación física: Conductas motricesF. Sáez
                                                         


Observar


Fue una de las piedras claves -clave de arco- de nuestro Método de Redacción.
Sin observación no hay aprendizaje duradero. Tampoco, buen escritor.
Al alumno hay que enfrentarle con las cosas, no darle solamente las palabras de las cosas. De su choque con las cosas saltará el chispazo -fuego y luz- de la necesidad de nombrarlas, que nos dará las cosas en su llama. Sin toparse por la observación directa de las cosas, el alumno a lo sumo hará literatura de la literatura, maldita la hora, porque todo le será endeble y el arco de la redacción, sin su clave, terminará viniéndose abajo.
Se habla y se escribe en verdad y con vigor de lo que se ha visto con los propios ojos. Solo si la pupila de la observación se ha clavado en la entraña de las cosas, la expresión oral y escrita valdrá la pena, no será superficial, será valiosa.
El niño ve cosas donde hay árboles; el adulto, árboles que son pinos, álamos o encinas; y el científico pinos carrascos, piñoneros o negrales, álamos blancos, balsámicos o temblones…
El alumno observador, hasta que no lo estudie no sabrá dar nombre a los árboles, pero sí que sabrá, por haberlo observado, que el chopo blanco tiene el tronco grueso y liso, las ramas vellosas, las hojas ovaladas de pilosidad plateada por el envés, que al moverse al viento justifican que el poeta hable de la danza de plata de la alameda…
Siempre volvemos a Pío Baroja, al abordar esta clave de bóveda de la redacción, la observación. Donde él escribe “novelista”, nosotros, con toda razón, ponemos “buen escribiente certero”: “Un fabricante de novelas es, sin duda, y ha sido siempre, un tipo de rincón, agazapado, observador, curioso y tenaz”.

 
                 


Profeta Isaías. Rafael Sanzio.
ISAÍAS, PROFETA


En el siglo VIII antes de Cristo Dios se muestra más espléndido que en otros momentos de la Historia y el Cielo regala a Israel, a los cristianos que habrían de venir siglos más tarde y a los poetas de todo el mundo y de todos los tiempos a un gran profeta, al “príncipe de los profetas” poetas. Lleva por nombre Isaías, que en hebreo es todo un clarinazo de promesas y significa Yahvé es salvador.
En el Antiguo Testamento hay pastores que llegan a reyes, como el hijo de Jesé, el rey David, y en el Nuevo Testamento, pastores que fueron papas, como San Pío V. Isaías no es un pastor por su nacimiento, es un aristócrata desde la cuna. Recibe en su infancia y juventud una educación esmerada, de refinamiento intelectual. En plena juventud su cultura es enorme. Está a la altura de las personalidades más notables de Jerusalén cuando todavía es un muchacho. Es un noble en la corte de un gran rey, Ezequías. En esta corte, con otros reyes, juega también su papel de aristócrata.
En una decisiva ocasión para su persona, cuando anda por los 21 años, este joven aristócrata asiste, en calidad de personaje de la corte, a una ceremonia litúrgica oficial ante el Santa Sanctorum del Templo. Ha muerto el rey Ozías y es buen momento para reiterar y proclamar la realeza de Yahvé. La ocasión es solemne. El espectáculo impresiona. En el interior de su corazón y de su mente surge, de pronto, una poderosa intuición que lo deslumbra. Dos realidades le sobrecogen poderosas: la majestad y la santidad de la realeza de Yahvé.
El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. (6,1-2)
La liturgia que se oficia celebra la gloria de Yahvé rey, Dios de los Ejércitos, Sabaot, ante los ojos de los asistentes. Los serafines que asisten al trono de Dios levantan la voz con lo que será el trisagio en nuestros abuelos:
Santo, santo, santo es el Señor Dios de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria”. (6,3)
La Escritura anota que temblaban en esa ocasión los umbrales de las puertas al clamor de aquella voz y que el templo estaba lleno del humo del incienso.
Después de esta visión, Isaías ya no va a ser el mismo. La potente intuición lo reafirma y clava sólidamente en Yahvé. Nada le va a hacer perder ya la mayor seguridad en su Dios. Su destino ha subido de grado. Frente a los avatares humanos y a la historia de un Oriente cargado de negros nubarrones Isaías va a mantener una actitud de sereno testigo que presencia cuanto ve desde una nueva cumbre de luz.
Desde donde estoy, miro impasible. (18,4)
Es que a sus ojos ha surgido la imagen de Yahvé Rey, indiscutible, de impresionante grandeza hierática, Juez supremo que se levanta para juzgar a su pueblo. Es el formidable Dios del Sinaí:
El Señor se levanta de su trono, en pie va a juzgar a su pueblo”. (3,13)
Ante su majestad y su santidad, tan evidente a los ojos del profeta, Isaías se siente de labios impuros. Y ha de hablar al pueblo de Dios, del rey al pastor. Un serafín se los abrasa. Purificado, ya puede hablar.
¿Y qué es lo que va a decir a sus contemporáneos, a los cristianos que vendrán y a la Humanidad entera de todos los siglos?
Fundamentalmente dos cosas:
En los capítulos 6 al 12, el oráculo del nacimiento de Emanuel, el Dios con nosotros, Jesús de Nazaret. Frente al supersticioso y mágico Ajaz, que por el peligro que le amenaza ha sacrificado a su primogénito a Yahvé, adelanta el profeta al rey y a la Humanidad la gran noticia del Nuevo Testamento:
Escucha, heredero de David: El Señor, por su cuenta, os va a dar una señal. Ved: que una doncella está en cinta y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Dios-con-nosotros, Emanuel. (7,13-14)
En la segunda parte de su rollo, nos deja los Cánticos del Siervo de Jahvé. El profeta parece presenciar en ellos la película de la Pasión y muerte de cruz de Nuestro Señor Jesucristo.
Asesor de reyes, estadista, brillante poeta, formidable escritor y vigoroso orador, ejerce el ministerio profético desde finales del reinado de Azarías, rey de Judá, hasta los tiempos del monarca Manasés, más de cuarenta años.
Isaías, fiel a Dios y solidario con el mundo pecador en el que vive, se ve impelido a hacer de intermediario entre Yahvé y su pueblo. El auténtico y fiel pueblo de Israel ha quedado reducido a un pequeño resto, “el resto de Israel”, que aceptará con humildad de pobre, de anawin, la palabra de Dios y se pondrá bajo su Mano, por lo que merecerá que Dios lo considere su Siervo, el Siervo de Yahvé.
Zereutes
Ancien élève de Évode Beaucamp 
y de Francesco Spadafora 
 Tres postdata
  • Parece ser que el magno Isaías murió mártir, aserrado. Destino de los profetas de Dios.
  • Quien se sienta escritor y quiera aprender a redactar o a hablar con vuelo de ángel, que lea a este gran maestro de poesía, Isaías. Su palabra es cálida, vibrante, imaginativa, poderosa, cascada de luz y de alturas…
  • Desde nuestra circunstancia, con ella, hoy, nosotros nos sentimos y trabajamos como “resto de Israel”, sous la main de Dieu, que diría Beaucamp.


LA REFLEXIÓN DE LA MAÑANA (7)

Escuela de ayer
Sucesivamente, día tras día, resuenan en el corazón de la Escuela 20 valores fundamentales que profesor y alumnos contemplan durante 3 a 5 minutos, no más. Cuatro temas: persona, Dios, sociedad, cultura. Se reflexiona sobre ellos, creativamente, mes tras mes. Se busca el dar con la intuición del valor. Momento de oro y de otear horizontes de gloria al inicio de la jornada escolar.

Escuela de hoy
Tiende a ver la reflexión de la mañana como una “consigna” y no quiere imponerla. Prescinde, en ese caso, de la verdad que ofrece y que libera. Su ausencia produce alumnos sin jerarquías.
Sistemáticamente solo la hacen algunos profesores de La Salle y simpatizantes y en algunos colegios privados, los de la Institución SEK entre ellos.

Escuela del mañana
Lo que está por hacer para mañana -continuadores y herederos de “la reflexión lasaliana”-, en algún punto seguro que ya se ha empezado. Es mucho y poco, nuevo y viejo, de fondo y, desde luego, será de gran calado.
Las nuevas tecnologías se prestan a hacer maravillas y filigranas. Hace falta voluntad y haber visto clara y a fondo la importancia de este recurso educativo.
CUR




EL 6º MILAGRO DEL DIOS AMOR

LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS

La fe de la Iglesia primitiva en la resurrección de Jesús

El término “resurrección” aplicado a la resurrección de Jesús comprende estos dos significados que se aúnan en el único sujeto Jesús de Nazaret. Los primeros cristianos afirman: 1º, que Jesús, a pesar de haber muerto, está vivo en cuerpo y alma; y 2º, pero que vive ya no históricamente sino gloriosamente en cuerpo y alma. Estas son declaraciones de fe similares que aparecen en el NT: “Jesús ha vencido a la muerte y ahora está sentado a la derecha del Padre”; “Jesús fue resucitado y llevado al cielo”; “Dios Padre lo libró de la muerte y lo exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre”; “[Jesús] resucitó al tercer día y ascendió al cielo”; “Aquel a quien Dios resucitó no experimentó la corrupción”; “[Cristo] se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó”; “Después de la pasión se les presentó dándoles pruebas de que vivía… Este Jesús ha sido llevado al cielo”; …

La resurrección de Jesús es un acontecimiento metahistórico. Tiene cierta relación con los hechos históricos en cuanto que se sabe que ocurrió “al tercer día” de la pasión bajo Poncio Pilato, que el Resucitado se apareció al poco tiempo a algunos discípulos y discípulas…, pero se trata de una realidad que trasciende las coordenadas espacio-temporales de la historia.

Los relatos evangélicos insisten en una presentación histórica de las apariciones del Resucitado a los testigos de su plenitud de vida escatológica: Jesús resucitado se “deja” ver como el Jesús histórico que fue para ellos: les habla, les muestra las heridas de su pasión, les pide algo de comer, camina con los dos discípulos de Emaús…Con este tratamiento histórico de las apariciones por parte de los Evangelios —compuestos décadas de años después del tiempo de las apariciones, Evangelios escritos además para la segunda generación de cristianos—, la finalidad es mostrar que Jesús, a pesar de haber muerto, sigue vivo, que no es el espíritu del muerto Jesús el que se les apareció, puesto que los espíritus de los muertos no se hacen visibles a los vivos, no les hablan, no piden comida, no caminan… Por otro lado, presentar a Jesús resucitado de modo tan corporalmente vivo no sería compatible con un cuerpo de Jesús convertido en cadáver descompuesto. Por si lo dicho no terminara de convencer, reparemos en que un ser humano que ha alcanzado una manera de ser superior en su humanidad, —manera plenamente escatologizada, que es el caso de Jesús resucitado—, es metafísicamente imposible volver a un “status” antropológico inferior, —ser humano histórico—, y viceversa. Estas mutaciones fantasiosas solo acontecen en el mundo de los cuentos, leyendas, novelas y películas de ficción…


Jesús, el único Resucitado: fundamento de la resurrección de los muertos

Los primeros discípulos de Jesús de Nazaret, que como judíos creían en la resurrección universal de los muertos, fueron sorprendidos, en primer lugar, por la resurrección de un solo muerto, el crucificado como falso Mesías, Jesús de Nazaret; y, en segundo lugar, porque el Crucificado había resucitado gloriosamente en cuerpo y alma. La joven fe judía en la resurrección universal de los muertos no esperaba una transformación metahistórica de los cuerpos resucitados.

Con su lógica de creyentes judíos del siglo I, los primeros discípulos esperaban que la resurrección de todos los muertos tendría lugar en fecha próxima. Con el paso de los años, tuvieron que demorar hasta tiempo indefinido la aparición gloriosa del Resucitado y con ella la antes mencionada resurrección de los difuntos. Dios les hizo entender que con la difusión entre ellos del Espíritu Santo, enviado por el Padre resucitador y por el Hijo resucitado, se había inaugurado una nueva etapa de la historia de la salvación y que había que extender a los moradores de toda la tierra la Buena Noticia de la salvación realizada por Dios en Jesús de Nazaret.

Fue la reflexión de los testigos sobre las apariciones del único Resucitado, animada e impulsada por el Espíritu Santo, la que les llevó a descubrir la excepcional categoría de la persona de Jesús de Nazaret. Desde la perspectiva escatológica del único Resucitado, se comenzaron a entender todos los títulos del AT (Mesías, hijo de Dios, Señor, Rey, Salvador, Mediador, Juez, Profeta, Sacerdote…) y a adjudicarlos en grado excelso a Jesús de Nazaret, y se terminó, años más tarde, por reflejar en los relatos evangélicos la historia de Jesús como la historia del Hijo de Dios que al hacerse hombre como nosotros se despojó de los clásicos atributos divinos. 

El acontecimiento de la única resurrección acaecida hasta el momento presente tuvo para los primeros cristianos su primera aplicación en la persona y en la historia de Jesús de Nazaret. Pero, según ellos, repercute también en los seres humanos de todas las épocas y de todos los lugares. Aquí nos interesa ver de qué manera la resurrección de Jesús afecta a nuestra futura resurrección.

En este aspecto el testimonio de Pablo es el más esclarecedor y generoso, probablemente porque él pensó que la resurrección universal de los muertos le “pillaría” a él en su misma existencia terrena. Pues bien, el Apóstol de los gentiles proclama que el hecho de la resurrección de Cristo fundamenta la resurrección de “quienes murieron en Jesús”.

A los cristianos de Corinto, algunos de los cuales andaban diciendo que los muertos no resucitan, Pablo les recrimina diciendo que los muertos sí que resucitan porque Cristo ha resucitado ya. Pablo no se basa en la creencia judía de que los muertos resucitarán, sino en la resurrección que ha tenido lugar ya en Jesucristo. Para el creyente, la garantía de su resurrección reside en que “Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que murieron” (1 Cor 15,20) y de los que morirán.


El 6º milagro del Dios Amor: la resurrección de los muertos

El imaginario escatológico de los discípulos del Profeta de Galilea, como fieles del judaísmo del siglo I, consistía en creer que el Dios del pueblo elegido enviaría, tras un largo período de luchas contra la dominación romana, al Mesías prometido desde siglos para restaurar a Israel y establecer por su mediación el reino mesiánico sobre todas las naciones de la tierra. Después de años de duración del imperio israelita, Dios llevaría a cabo la resurrección universal de los muertos, una resurrección entendida como una segunda creación. Se cree asimismo en un juicio en el cual Dios premiará a los fieles difuntos integrándolos en la nueva vida del reino de Dios para que disfruten, aunque no por siempre, de su bienestar, paz y fraternidad, juicio en el cual Dios también castigará a los infractores de la ley divina excluyéndolos de su reino perpetuo…

El hecho de la resurrección de uno solo de entre los muertos y el hecho de que el único Resucitado se les apareciera transformado gloriosamente en cuerpo y alma hizo añicos el imaginario escatológico de los primeros discípulos y discípulas. Al ver cómo había actuado el Dios de la Vida con el muerto y sepultado Jesús de Nazaret es cuando los primeros cristianos empezaron a descubrir la singular identidad personal del Crucificado. Todavía se quedaron más convencidos de que la acción resucitadora es una actividad propia y exclusiva de Dios cuando, en contra de su imaginario escatológico, no se produjo la venida gloriosa del único Resucitado y con ella la resurrección universal de los muertos, sino el envío del Espíritu Santo como el Responsable divino de la nueva etapa de la historia de la salvación.
Ante la demora de la parusía resucitadora del Señor y ante la presencia y actuación vivificadoras del Espíritu Santo, ¿qué quedaba en pie del antiguo imaginario escatológico judío de los primeros cristianos? Lo único que se mantiene en pie es el acontecimiento único de la resurrección metahistórica en cuerpo y alma de Jesús de Nazaret, acontecimiento que constituye a su vez el fundamento —“primicia”— de los que sigan el estilo de vida (actitudes y acciones) del Jesús de Galilea.

El cómo ha realizado Dios Padre (y el Espíritu Santo) la resurrección de Jesucristo y el cómo llevará a cabo nuestra futura resurrección es algo que atañe, ¡gracias a Dios!, solo al Creador y al Resucitador. Olvidemos, lo más que podamos olvidar, esos elementos escatológicos (estado intermedio entre muerte y resurrección, juicio espectacular, sentencias de dicha y de desdicha eternas…), que hemos inventado los humanos. Tanto en el crear como en el resucitar solamente interviene el Dios Uno y Trino.  


Hemos mencionado más de una vez en estos artículos que la acción resucitadora de Dios Padre sobre Jesús es la respuesta complacida del Padre (y del Espíritu Santo) a la historia de fidelidad amorosa de su Hijo Jesucristo a lo largo de su vida y de su muerte. Nuestra futura resurrección de la muerte a imagen de la de Jesucristo dependerá de nuestra semejanza con él en el amor apasionado a Dios y a los seres humanos.

Eduardo Malvido 
Maestro, teólogo y catequista



 
FUIMOS NOBLES, HEMOS DE SERLO

El estilo de Hernán Cortés

Como la educación al maestro, la alta política le pide al político ser el primero, aventurar lo aventurable, ir delante de todos con el ejemplo, palabras realidades, ánimo grande, corazón, contar con los demás y magnos hechos.
Afortunadamente los españoles, aun los jóvenes, hemos sido contemporáneos de personas de alta nobleza social y política, ejemplares, y contamos con figuras de mucha talla –que nos sostienen y alientan en la retaguardia de una Historia que es nuestra -, a quienes mirar y seguir.


Como significativa muestra, valga la arenga de Hernán Cortés a sus soldados antes de emprender la conquista de Méjico (¿cómo no hacer propias estas palabras, sabiendo a qué dieron lugar):
Vuestro caudillo soy, y seré el primero en aventurar la vida por el menor de los soldados. Más tendréis que obedecer en mi ejemplo que en mis órdenes; y puedo aseguraros de mí que me basta el ánimo para conquistar el mundo entero, y aún me lo promete el corazón con no sé qué movimiento extraordinario, que suele ser el mejor de los presagios. Así, pues, a convertir en obras las palabras; y no os parezca temeridad esta confianza mía, pues se funda en que os tengo a mi lado, y dejo de fiar de mí lo que espero de vosotros”.
RAMIRO DUQUE DE AZA 
Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento
Bachillerato Internacional



 

                                 “Aunque parezca extraño, un sentimental”



"Un niño grandullón”. Así es como dice verlo Sergio Vilar. “Un niño al que le gusta jugar y que libera su naturaleza en todo momento y donde quiera que se encuentre”. Así lo veía también su propia madre, doña Camila Trulock: “Mi hijo es buenísimo” –comentaba a Antonio Pizá, en mayo del 66-. Juega a comerse el mundo, pero en realidad tiene un corazón como un garaje”. Y el mismo Cela así se reconoce: “Yo fui como aquí cuento que era –confiesa en la nota con que en “La rosa introduce la edición de 1979 - y, pese a tantas zurras, sigo siendo un niño que se creía diferente”.


Don Camilo era, a pesar de que en un primer pronto pudiera no parecerlo, un espíritu sensible. “Un sentimental que recibió una educación antisentimental” –confiesa. “Toda mi vida –reconoce- ha significado una lucha contra la manifestación externa del sentimiento… Tengo un gran pudor de la expresión de mis sentimientos”. Su corazón era particularmente sensible ante la fragilidad y la marginación, como resulta fácil reconocer en el trato que dispensa a sus personajes. La misma sensibilidad que le lleva a mostrar su apoyo solidario en “A Los niños que sufren”: “A todos vosotros os llevo pegados a mi corazón y ni un solo momento os vuelve la espalda mi memoria […] A todos vosotros os beso y os abrazo contra mi pecho y con la conciencia no demasiado tranquila; también os pido que me perdonéis si no he acertado a sujetar el amor que siento por vosotros”. Y el mismo espíritu sensible preside su amor por los animales: hasta siete bóxer llegó a tener como mascotas.

No parece la ternura su condición natural; y sin embargo, son muchas las voces que se alzan reconociéndosela, entre quienes lo tuvieron cerca o trataron de aproximarse a él. “Aquel Camilo tan tremendo, tan agresivo –advierte Ana María Matute- era un hombre de una ternura increíble”. “Tan tierno y tan burro como siempre”, comentaba cariñosamente su amigo y vecino César González Ruano, agradeciendo la visita que Cela le hizo, unas semanas antes de su muerte. Y Lorenç Villalonga considera oportuno aplicarle la expresión que en Francia se aplica “al autor que come niños crudos: C’est un tendre”.
Ternura vergonzante que brota espontánea y que don Camilo trata de enmascarar por lo que de debilidad pueda suponer. Como se refleja en la anécdota de aquella noche que, saliendo de cenar de un restaurante en Madrid, le entregó a un mendigo un billete de mil pesetas al tiempo que le soltaba con aire aparentemente nada afectuoso: “¡Tome, para que escarmiente!”.

Crueldad y caridad, en teclas alternas”



Estas palabras, con las que Darío Villanueva define al humorista, pueden muy bien aplicarse a don Camilo. Era su personalidad claramente dual. Y la ternura y sensibilidad que apuntábamos, convivía con un fuerte carácter, duro y atrabiliario, agresivo incluso, cuando entendía que la ocasión lo requería. Dualidad que podría desconcertar a quien no lo conociera lo suficiente, pero que encajaba en su personalidad de manera perfectamente coherente.



Tenía un carácter fuerte, que dificultaba la convivencia. Así lo reconocía Charo, su primera esposa, en unas declaraciones hechas a la revista “Hola en enero de 1990: “Madre e hijo se adoraban, pero en ocasiones discutían violentamente, ya que tenían el mismo carácter”.

No tenía Cela –comentaba su amigo César González Ruano- la preocupación de ser simpático a la fuerza”. “Almuerzo hoy con Camilo –comentaba en su “Diario íntimo”- este nuevo Camilo despectivo y ausente, que apenas llegado habla de marcharse de nuevo”. Tozudo, orgulloso, ya desde niño, como él mismo reconocía: “Tenía un carácter atrabiliario, fantasioso, despótico… Me sentía el ombligo del mundo”. Autoconfianza y orgullo que se traducían en insatisfacción y rebeldía y que devinieron en la necesidad imperiosa de renovación, de explorar de manera permanente nuevos caminos. Característica siempre reconocible en su producción literaria.

Era don Camilo, a nadie se le escapa, de natural transgresor y pendenciero. Son muchas las anécdotas que de él se cuentan, en las que se desbordaba su genio y dejaba traslucir ciertas dosis de violencia. Citaremos algunos episodios en lo que se manifiesta ese carácter impulsivo, de quien por otra parte y como ha quedado acreditado, albergaba un corazón sensible, tierno y generoso. Lástima que esta condición haya sido por muchos injustamente relegada, y aireado la menos amable, por más chocante y sorpresiva. Corre la leyenda de que en cierta ocasión, siendo muy joven, en La Coruña, tiró un piano por el balcón de la casa de putas de la ‘Mediateta’, en la calle del Papagayo. Se cuenta que en 1941 le multaron con 60 pesetas por darle una bofetada a un sereno; que en Marbella, en agosto de 1991, agredió a un periodista por acusarle de haber vendido la exclusiva de su boda; o que en la sala de fiestas Casablanca espetó a un actor, en plena actuación y en voz alta: “Maricón”. A lo que siguió una pelea a mamporro limpio de la que Cela salió con la boca partida y una herida en la nalga.

Claro que el propio Camilo no rehuía comentar episodios parecidos; más bien parecía disfrutar relatándolos. Así, cuando refería el escándalo que protagonizó en la sede de la revista “El Español”, tras solicitar que le devolviesen varias colaboraciones: “Al principio no me las querían dar y en la redacción se armó un escándalo suave. Con patadas a las mesas y todo lujo de juveniles violencias e improperios”. O cuando –lo refería su amigo Enrique Délano tal y como Cela se lo contó-, se sintió en la necesidad, improvisado Quijote, de actuar en defensa de la mujer traicionada, aunque al final hubo de salir por piernas para resultar indemne: “Salí de mi casa y en el barrio, en cada puerta, había una criada cantando ‘Maricruz’. Desesperado me dije: A una mujer no se le puede pegar, pero al primer hombre que oiga cantando ‘Maricruz’, le parto la cara. Llego a la Puerta del Sol y un tío me mira y se pone a tararear: ‘Ay, Maricruz, Maricruz, maravilla de mujer’. No pude resistirme y le di un golpe. ¡Menudo lío, chico! Por suerte alcancé a subir a un tranvía y salir bien”. Y en la misma línea, el testimonio de Pío Baroja, en entrevista concedida a Juan Uriechevarría: “Cela es algo perturbado, que en el café Gijón, donde oficia como jefe, se pelea con todo el mundo”. Entendemos que don Pío no quería referirse a ninguna forma de violencia física, sino a la rotundidad dialéctica del escritor.

"Un vagabundo vocacional”

Esta valoración que García Marquina hace sobre Cela, nos parece muy acertada para calificar a “un hombre inquieto que ha recorrido todo el mundo acumulando experiencias y difundiendo su literatura y, desde Galicia, se ha establecido sucesivamente en Madrid, Mallorca, Guadalajara y, finalmente, de nuevo en Madrid”. Esto sin tener en cuenta los diferentes lugares donde le condujeron los avatares de la guerra civil o sus incursiones por Hispanoamérica. A “necesidad de huida” atribuye el crítico el frecuente peregrinaje de don Camilo, “profundamente curioso y degustador de todo lo que se le ofreciera y tuviese olor, color y sabor, que estaba en todas partes y era un hombre lleno de curiosidades y saberes, no solo literarios sino humanos e incluso marginales”.

Gustaba Cela de encontrarse con la gente del pueblo, y era más amigo del trato sencillo y campechano que del encorsetamiento académico o la engolada grandilocuencia. “Estaba más confortado entre los vividores que entre los académicos –comenta G. Marquina- y más a gusto cantando jotas obscenas que ante un cuarteto de cámara”. De ahí la frescura y espontaneidad que impregnan las páginas de sus cuadernos de viajes, hasta una docena de obras que rezuman sencillez, ingenuidad y naturalidad, tanto en la descripción de personas y lugares como en las reflexiones y diálogos. Cabría decir que don Camilo se sentía ciudadano del mundo. Pero también que siempre dejó clara su condición de español. Rechazó de plano los nacionalismos, que consideraba “aldeanismos sangrientos”. Aunque siempre resultó evidente que, en su incuestionable españolidad, se sentía profundamente unido a Galicia, la tierra que lo vio nacer, que sirvió de escenario a varias de sus obras más representativas: “Mazurca para dos muertos”, “La cruz de San Andrés”, “Madera de boj”…; a la que volvía siempre que se presentaba propicia la ocasión y donde pidió expresamente fueran esparcidas su cenizas llegada la hora del descanso definitivo: “Hace algún tiempo dejé escrito que, cuando llegara el momento, mi cadáver fuera incinerado y las cenizas arrojadas al mar desde la borda de un barco que navegara, a no menos de cinco millas de la costa, entre el cabo de Fisterra y el de Touriñán. Encargaba de la maniobra a mi hijo y, si él no pudiere o no quisiere llevarlo a fin, disponía que se le diese un millón de duros a un marinero gallego, cincuentón y tuerto (cuenca vacía), manco (amputado) o cojo (amputado), por este orden, para que diese cumplimiento a mi voluntad”.
ÁNGEL HERNÁNDEZ EXPÓSITO
Maestro, doctor en Ciencias de la Educación
y estudioso de Cela


 
hospitalerías
Durante la espera en el centro hospitalario
  •   Una asignatura que suele faltar en la carrera de los anestesistas es la que se ocupa del estudio y práctica de las nanas. Es una carencia que facilitaría y harían gratos los momentos previos al sueño de quienes se van a operar.
  • Al padre anestesista le asaltará la tentación de ponerle Anastasio al hijo primogénito y Anastasia a la primera hija hembra. 
    • El cirujano al terminar su trabajo: “¡Que pase la costurera, es su turno!”.
  • La Quirón de Málaga era antaño Girón. Cosas de la memoria histórica.
  • Cuando el hematólogo duda si se escribe con hache o sin ella su profesión, malo, hay que jubilarlo por bien de sus pacientes.  
    • El último baluarte del griego entre nosotros queda en pie sostenido por los médicos: otorrinolaringólogos, estomatólogos, hematólogos, dermatólogos, pediatras, urólogos, oftalmólogos… y por algún pedagogo, médico de almas. 


  • Si con la admiración empieza la filosofía -Aristóteles, Met. i,2,982b-, el dentista es un aliado de la metafísica, empeñado en que nos quedemos ante todo con la boca abierta.
  • Con sus batas blancas médicos y enfermeras son ¿los primeros comulgantes o las novias de la medicina, respectivamente?
    • En algún rincón de la Escritura leí que hay que darle gracias a Dios porque alguna vez los médicos aciertan.
  • Los médicos abortistas temen que un mal día se les aparezca Hipócrates y les pida cuenta de su juramento.
  • De teólogos*, médicos y banqueros, libera nos Domine!

CUR
* Si se te pierde la cartera, que no caiga en manos ni de un carterista ni de un teólogo.


EL PESCAÍTO GABRIEL

2018





   Llora su madre la ausencia
del pescaíto Gabriel
pescado por la indecencia
de una Ana Julia cruel.
Llora su madre almeriense,
lloran las olas del mar,
llora Níjar el nonsense
modo de herir y matar.
¿Dónde andará el pescaíto
nada que te nadarás
como un ángel pequeñito
sin volver la cara atrás?
Ángel que dicen Gabriel,
sus alas finas al bies
¿dejaron rastros que ver:
escamas, agallas, piel?
¡Ay, ay, ay, que no se sabe
nada de nada, Señor,
pues él se llevó la clave
portadora del amor.
¡Oh angelín anunciador
de la vida y de la muerte,
qué angustiosa fue tu suerte,
mi pequeño ruiseñor!
Aquella infeliz huída
de la estancia de la abuela
¿por qué te fue consentida,
corre que corre que vuela?
Y tú, la bruja raptora,
por favor, contéstame;
su madre llora que llora
¿y tú sin saber por qué?
Demoníaca Luzbela,
ponte en su lugar ahora.
Un niño a los cielos vuela.
Tú no eres una señora.







El paraíso de la infancia


   










Todo lo que aquí veis, hijos y nietos míos,
es vuestro para siempre, con claridad lo digo:
la casa, los manzanos, los perales, el pozo
del que se vierte el agua corriendo como un río,
el aire, el sol, los montes, las laderas, el valle,
lo que encierra la cerca de piedras, hito a hito,
la parra, la cañada, los zarzales, el sótano,
las herramientas todas ( hachas, sierras, martillos…),
la piscina rajada tras inviernos nevados,
los pinos con sus nombres y los chopos altivos,
que yo planté con pala y azadón sobre arcilla
más dura que la piel de un cocodrilo,
y las gomas regantes que parecen serpientes,
la carretilla de acarrear chiquillos,
los columpios arbóreos, las sogas espartinas…
y el caminito, el caminito, el caminito
por el que habéis marchado tantos días
cogidos de la mano con amor y cariño,
cantando mil canciones, persiguiendo a las vacas,
buscando minerales, campanillas y grillos.
                                                                          






Aquí me calenté las noches frías.
Aquí el fuego surgió con sus hechizos
en la ancha chimenea del salón
levantado hasta el segundo piso.
aquí al volver helado de la escuela
escribí con pasión libros y libros:
Blum, Duratón, Riaza, Cega, Eresma,
Cuaderno de Bambú… y Poeniños…
Aquí Manuel, Mateo, Pablo, Héctor y Alba
jugarán a ser hombres de oficio y beneficio.
Cuidarme los juguetes, los cuadros contemplad,
quereros como hermanos, como os quiero yo mismo.
Y luego en el trabajo, que es el destino humano,
gozad como si el tiempo fuera siempre domingo.
No tengo nada más que advertiros. Tampoco
lo pide esta ocasión, este dulce convivio.
Ahora vayamos todos a darnos un paseo,
a cazar mariposas y hacer el indio.














CONDUCTAS MOTRICES


El movimiento que realiza el hombre implicadas a todas las áreas que configuran al ser humano. Para su clasificación, algunos autores no se han limitado a una simple enumeración de dichos movimientos sino que han elaborado modelos destinados a explicar sus motivos. Repasaremos de manera sucinta las aportaciones de los autores más significativos en este ámbito.

La conducta es el conjunto de actitudes o reacciones del individuo frente al medio en el que se desenvuelve; y se encuentra determinada por la estructura biológica y la herencia socio-cultural del hombre. Por tanto, los movimientos ejecutados con un fin pueden considerarse conductas motrices puesto que todas ellas son actos motores que contienen unos determinados significados.

Ruht Abernathy y Maryann Waltz (1964), citadas por Anita Harrow (1980), presentan una contextualización de la ciencia del movimiento humano al incorporar los aspectos psicológicos, fisiológicos y sociales a este ámbito. Estas autoras sostienen que el movimiento humano tienen un propósito; quien lo inicia lo hace para lograr un objetivo, comunicar una idea, expresar un sentimiento o vincularse con el medio que le rodea; y como el movimiento no ocurre en el vacío, se producen muchas interacciones entre el individuo y el medio en el que actúa, modificándolo.
Las áreas implicadas en las conductas motrices serán, pues, psicológicas por la motivación; físicas, por el beneficio fisiológico; y sociales, por la relación e integración con otras personas. El movimiento, como manifestación del comportamiento, deberá estar interrelacionado entre las tres áreas.

Y mientras algunos autores consideran que el hombre no realiza simples movimientos sino acciones, otros afirman que las posibilidades de movimiento en el hombre son infinitas y siempre tienen un propósito, una motivación.

Es probablemente A. Jewett (1974), citado por Sánchez Bañuelos (1986), quien hace una clasificación más concreta y amplia de la conducta motriz del hombre. Este autor establece tres ámbitos de movimiento o conducta motriz: a, desarrollo personal; b, adaptación al medio; c, integración social.


En el desarrollo personal “el hombre se mueve para satisfacer su potencial humano de desarrollo”. Incluye la eficiencia fisiológica con el mantenimiento y mejora de las capacidades funcionales, así como el equilibrio psicológico para conseguir una integración personal, como puede ser el placer por el movimiento, el conocimiento de las posibilidades de movimiento del propio cuerpo o los retos que se plantea la persona.

En cuanto a la adaptación al medio ambiente “el hombre se mueve para adaptarse y controlar el ambiente físico que le rodea”. Incluye la organización espacial que se traduce en la posibilidad de moverse en las tres dimensiones del espacio, la permanente lucha contra la gravedad y la capacidad de desplazarse y orientarse. También, la capacidad de manipulación de objetos de diversa índole, como pueden ser las diversas herramientas para trabajos manuales u objetos deportivos como balones, raquetas o bastones. Concluye esta clasificación con el desenvolvimiento sobre aparatos como el conducir automóviles, montar en bicicleta o moto, esquiar, patinar, etc. 

El tercer ámbito lo dedica Jewett a la integración social: “el hombre se mueve para relacionarse con los demás”. Incluye la comunicación no verbal con todas las posibilidades de expresión personal o artística; estas últimas incluyen el mimo o la danza. Otro aspecto es la interacción grupal con movimientos para funcionar en armonía con los demás a través del trabajo en equipo o de acciones cooperativas con el objetivo de alcanzar metas. Y por último, la implicación cultural en la que el hombre se mueve para tomar parte en actividades de tipo motor como son los deportes, bailes, marchas u otras actividades que favorecen la integración social.

En resumen, las conductas motrices pueden manifestarse como habilidades motrices y como gestos. Las habilidades motrices pueden ser básicas o heredadas, y específicas o aprendidas con adquisición de técnicas que facilitan el movimiento. Los gestos pueden considerarse como movimientos corporales que revelan una actitud o una intención. Tanto si son conscientes o inconscientes, transmiten unas determinadas ideas o pensamientos.
Francisco Sáez Pastor
Universidad de Vigo





6 comentarios:

  1. Nos preguntan sobre las Afderías que por qué si se te pierde la cartera le pidas a Dios que no caiga ni en manos de un caco ni en las de un moralista.
    El refrán, muy sabio, quiere ponernos sobre aviso. El ladrón se quedará con la cartera, sin más, y el moralista encontrará razones suficientes para quedarse con nuestro dinero.

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  2. REFLEXIÓN.
    Totalmente de acuerdo con cuanto dices. Ahora, ¿crees que el SEK sigue manteniendo tan buena práctica?

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  3. Los agujeros negros (F. Sáez)
    Correcto para quien pueda interesarse por el tema. Estupendo lo que tiene de homenaje al gran Stephen Hawking.

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  4. Isaías (Cereutes)
    Buena lección de Historia Sagrada y buena advertencia para quienes se consideran profetas sin haber sido llamados para tan gloriosa misión. Las tres postdatas no tienen desperdicio.

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  5. LOS SONETOS DE ÁNGEL
    Los profesores de literatura hemos celebrado siempre con razón la buena factura de los sonetos de Rojas Zorrilla -primorosos aciertos- del comienzo de su comedia “Del rey abajo, ninguno”. Los de Ángel no son menos petrarquistas. No desmerecen. Son émulos del dramaturgo toledano.

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  6. Fernando Ruiz Aragón11 de mayo de 2018, 20:33

    11 de mayo de 2018. La revista tieneuna categoría altísima en todos sus contenidos. Precisamente por ello me duele constatar que sus excelentes colaboradores no tengan referencia alguna del magnífico impacto que producen -sin duda alguna- en us lectores. Por mi parte los admiro muchísimo y mucho me perdería cuando no me llegara el esperado número de cada mes.

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