PORTAVOZ DE MAGISTERIO Y ESTILO
----- 1 FEBRERO -----
NÚMERO VEINTITRÉS
ÍNDICE. AFDA, 1 de febrero, 2013
Pregón: Pregón de una generación de profesores ochentones.
Reflexión: Parábola
de quienes pasan… y se quedan. CUR.
Nuestra Escuela
de Vanguardia: A pie de aula. Entre
la plata y el oro.Teódulo G.R. Sala de
profesores: Hoy la cosa fue de arte. Qhreuthz. Nos fueron, fuimos, somos. R.D. de Aza.
Tarimilla literaria:Cuesta arriba. Apuleyo Soto. Redactar, redactar, redactar… CUR Blanco, que te quiero blanco. Ángel Hernández.
Afderías: A modo de crisislerías. CUR.
Rincón de Apuleyo y de nuestros poetas: Oda de amor a la Sierra de Guadarrama. Los días ordinarios en soneto.
Soneto desde el sentimiento: Arriba, en el techo de España. Á. Hdez.
Nuestro castillo interior:Ya sé que estás aquí. E. Malvido.Afderías: A modo de crisislerías. CUR.
Leímos, oímos, vimos...: Diccionario castellano rural en la
narrativa de M. Delibes. Cinca. Diego
Coca pinxit
Educación
Física: 5. La Escuela Española que no pudo ser. Francisco Sáez.
Encuentro de primavera, 2013.
Encuentro de primavera, 2013.
ADDENDA
Recreaciones
bíblicas: Fugit velut umbra…Job 14,1-2. Qhreuthz
Documentos
de oro: Sub tuum praesidium. CUR
Colaboraciones: Cómo
leer un cuadro (VI).Las hilanderas. J.M. Gutiérrez Bravo.
Me bajo un rato a la calle: Memorias de un preadolescente en el Madrid de los cincuenta. Los juegos (VIII). ÁH.
Me bajo un rato a la calle: Memorias de un preadolescente en el Madrid de los cincuenta. Los juegos (VIII). ÁH.
Carta a
los señores obispos: Corresponsables laicos. AFDA.
Lectura
detenida de viejos textos de oro: La Didajé (V). CUR.
Estilo español: Estilo español en el infierno ruso.JMB Corredoira.
Estilo español: Estilo español en el infierno ruso.JMB Corredoira.
Las
noticias. Enero, 2013. Gonzalo Rodríguez.
Pregón de una generación de educadores ochentones
Hemos llevado adelante una vida heroica. Nuestra generación
ha nacido, con alguna excepción, en la pobreza, buena cuna para mamar y echarse
luego a andar por la vida. Ha conocido las escaseces en su juventud, incluso el
hambre. Más, algunos de nosotros hasta han padecido el terror del Madrid de las checas del 36 al 39. Les marcó, nos marcó: en definitiva, a la generación de este pregón, para bien o mejor.
Entre ruinas, nos entregamos al estudio (queríamos saberlo todo, ser maestros) y abrazamos este alto ideal de servicio que nos llenaba el alma y nos dilataba el horizonte intelectual y humano.
Entre ruinas, nos entregamos al estudio (queríamos saberlo todo, ser maestros) y abrazamos este alto ideal de servicio que nos llenaba el alma y nos dilataba el horizonte intelectual y humano.
De maestros, nos levantábamos de la mesa con apetito, uno y
otro día, no por seguir un consejo de buena salud, sino porque también nuestros
alumnos, algunos, que supiéramos, venían entonces al colegio por las mañanas
sin desayunar.
De aquellos tiempos difíciles, nuestros alumnos conservan un
recuerdo entrañable. Nosotros, también. Porque juntos aprendimos a mirar al
Cielo y a amar el trabajo y la obra perfecta, a estar orgullosos de la Patria y
a ser fieles a la propia conciencia y a la Iglesia de Jesús y sus santos.
Desde los veinte años trabajamos hasta ayer. Lo nuestro fue
la escuela, una atalaya.
No hay que atribuir a nadie, ni a Franco, lo que no se les debe. Parece hoy que en los renombrados cuarenta años todo lo hizo él. A España la levantamos
nosotros. Él tuvo su parte, sin duda: la
Historia tomó nota. Cuando se escriba con mayúscula, anónimos la mayoría, allí
estaremos nosotros.
Tras una Guerra que hizo barbecho de cuanto estaba en pie,
levantamos el bosque social, cultural, espiritual,
humano, estético, alegre… que hoy nos niegan. Nos talan y pretenden reducir a
tocones. Pero, la España nuestra no fue páramo.
Engaña la prensa que lo afirma, se lo cree el vulgo docto y el ignorante. La
realidad fue otra. Está ahí. El bosque de ayer tiene buena salud. Cerrar los
ojos es no verlo, pero el bosque está y el viento de la Historia lo hará
bramar. Quizá nosotros, los ochentones, no lo veamos, pero bramará. Por de
pronto, advertid su brasa en lo mejor del corazón de nuestros alumnos. Y mirad con admiración a esta generación hoy de ochentones. Algo puede enseñaros.
“Es preciso, para hablar a las gentes angustiadas,
volver a la sencillez esquemática de las parábolas y los símbolos”.
Gregorio Marañón
PARÁBOLA DE QUIENES PASAN Y... SE QUEDAN
Es
un anciano. Camina vencido y con fatiga, roto por la edad y los trabajos.
Arrastra sus pies al cruzar por el paso de cebra. Regresa a su casa para
esconder en ella su vejez y su torpeza.
Cuando se ayuda de su bastón, parece
que golpea con él la puerta del sepulcro para que le abran.
Pronto morirá.
Pasa, quizá, delante de nosotros, por última vez. Pero este anciano vencido que
se marcha no va a morir nunca…
Proyección
didáctica
· Nadie pasa sin dejar huella.
Nadie muere del todo.
Cuanto una vez fue nobleza de
alma, elegancia de espíritu, aristocracia intelectual… seguirá pesando por siempre
en la balanza del mundo.
Nuestra “circunstancia” la
crearon Aristóteles, San Agustín y otros egregios, pero también miles de
griegos anónimos y millones de medievales sin rostro para nosotros.
·
El gesto de nobleza del hijo, la
alegre rebeldía del nieto, el pequeño cambio de rumbo hacia la belleza que
pueda experimentar el mundo, se engendraron en el corazón del anónimo vencido de la
parábola que ahora arrastra los pies camino del sepulcro. En el mundo seguirá
vivo siempre, incluso cuando nadie pueda recordar ya su nombre.
CUR
A PIE DE AULA
V. ENTRE LA PLATA Y EL ORO
No hablo hoy de competir en ninguna olimpiada
ni en ningún campeonato de atletismo. Tampoco me refiero a la compraventa de
estos metales preciosos en este momento de crisis económica. Se trata de relatar
una crónica del acontecer diario, tal vez vulgar, de nuestro vivir “a pie de
aula”. La “plata” y el “oro” se refieren
a nuestra cultura española. Con ocasión del tratamiento, ante unos cuantos
alumnos finalistas de magisterio, sobre algunos
aspectos formales del trabajo de fin de grado (cita de libros dentro del texto,
por ejemplo), les presenté al azar un libro que
trataba sobre la llamada “Edad de
plata” de nuestra cultura. A propósito de esta les pregunté a qué se refería
dicha expresión y, por extensión, cuál
era el significado del llamado “Siglo de Oro” español. El silencio y un común signo de extrañeza fue la respuesta.
Como era escaso el número de alumnos de este
grupo no me causó mayor sorpresa.
Días después, ante los alumnos de primero de Grado,
y a propósito de la educación española –una educación cuyo objetivo se dirigía
a descubrir y asimilar los valores de nuestro “Siglo de Oro”-, volví a hacer la
misma pregunta. De la ahora veintena larga de alumnos obtuve de nuevo la misma
respuesta. Me quedé sorprendido. Alumnos
que en su mayoría han terminado ayer su bachillerato ignoran qué
es el “Siglo de Oro” y cuáles son sus grandes figuras…
No es que
fuera para mí una sorpresa nueva –pues he constatado la ausencia de
conocimiento y de información acerca de cuestiones, sobre todo en historia, que
yo considero básicas en nuestra cultura-, pero me pareció excesivo –fuerte,
como ellos dicen- una ignorancia tan
elemental y tan generalizada. Mi estupor se atemperó un poco al considerar que no es adecuado hacer
extensible esta ignorancia al conjunto de los bachilleres españoles; así que eché
la culpa a los programas, a los “diseños curriculares” y a la omisión en ellos de
ciertos temas juzgados hace décadas básicos para comprender la cultura nacional. Pero un profesor de Bachillerato me
hizo saber que tales temas son objeto de estudio en dicha etapa. Quizás no estén formulados de la misma manera que
antes, pues ahora el estudio de los contenidos se dirige más a la inteligencia
que a la memoria, son más generales o comprensivos, más transversales; quizás
cada comunidad autónoma tenga sus propios contenidos, capaces de absorber, si
no marginar, lo nacional… Quizás no
todas las modalidades del Bachillerato actual
estudien literatura y cultura
española… Pero todas estas razones no hicieron
desaparecer mi estupor, pues sea cual sea su formulación, hay contenidos que
son como los hitos fundamentales, las piedras-referencia en el recorrido por la tradición cultural.
Y,
ante este dato, mi sorpresa se acrecentó
y mi disgusto fue en aumento. Alumnos
que cursan una carrera universitaria –en
este caso Magisterio, pero bien pudiera haber sido otra de letras y humanidades- no son capaces
de responder ni con dos frases a la pregunta por el significado de lo que es nuestro “Siglo de Oro”…
Y a la sorpresa y el desencanto se unió una especie de decepción… al descubrir de pronto cuál y cómo es la
tierra en la que crecen nuestros alumnos universitarios: su firmeza, pero,
sobre todo, su fecundidad; la consistencia y la riqueza del humus
donde ha de crecer toda semilla. Esta
ausencia de saberes, de contenidos explica muchas cosas, no pocas reacciones de
los alumnos y, sobre todo, la ligereza frecuente con la que “despachan” ciertos asuntos.
Y, al
mismo tiempo, junto al desencanto, me sobrevino una cascada de
preguntas: ¿qué raíces pueden crecer en un humus de una levedad tan
impresionante? ¿Qué resonancia –qué
riqueza semántica- pueden
percibir los alumnos cuando les falta la pre-comprensión, el contexto?
¿Qué y cuáles son para nosotros y para
ellos las referencias culturales básicas?
¿Qué lazo o vínculo les une con el pasado, la tradición, lo que
identifica a una cultura? ¿Cuándo van a acceder a los campos ubérrimos y fecundos de la cultura
y del humanismo si no se han sentado los cimientos? ¿Qué significado tiene para
ellos lo que para nosotros está cargado de sentido y preñado de dinamismo
creador? En definitiva, ¿qué sentido tiene transmitir y, en ese endeble contexto, aprender?
¿Necesitan acaso la cultura del pasado
quienes viven en un presente caracterizado, modulado por otra cultura, por
otras culturas? ¿Ha de seguir la escuela la corriente utilitarista de la sociedad o, más bien, rebelarse contra ella?
En estas andaba yo cuando un artículo de B. Pendás -en la tercera de ABC (19 . 11. 2012)
y en una referencia a K. Jaspers-
ofrecía algo que, aunque pertenezca a otro orden, puede servirnos de confirmación o de advertencia… “El ser humano se ha nutrido
hasta hoy mismo de lo que aconteció y fue creado y pensado en aquel tiempo-eje.
Hasta hoy mismo, en efecto, pero no existen garantías sobre el mañana. El
planteamiento es sencillo: todo ser racional (y por ello libre) necesita situar
la realidad en el espacio y el tiempo, las categorías «a priori» de la
sensibilidad en el sistema kantiano. Debe conocer, por tanto, la geografía y la
historia, y, a partir de ellas, la literatura, el arte, la política, la
religión. Para ser libre hace falta discernir, valorar y disentir cuando sea
preciso. Sobre todo, admitir que la razón exige un debate entre seres
inteligentes, capaces de convencer y ser convencidos. Por desgracia, no es este
el hombre ni el ciudadano (valga la dicotomía revolucionaria de 1789) que nos
impone el mundo posmoderno. Ahora empezamos a pagar muy caras las
consecuencias”.
Quizás nosotros las hayamos pagado ya, y no
estemos aspirando a superar la plata con el oro, sino a descender, en la formación
intelectual y cultural, del bronce hacia metales que ya no son preciosos.
Quizás debiéramos concluir que estamos ante una nueva cultura en la que debemos
discernir qué es el pasado, qué es lo actual y qué es lo permanente. Y, quizás,
también
ante una nueva educación.
Teódulo
GARCÍA REGIDOR
Los primeros minutos del café de la mañana, en la sala de profesores,
los dedicábamos a temas de urgencia y a otros menos urgentes
que creaban
criterio y estilo
en el claustro y, luego, entre los alumnos.
Hoy la cosa fue de arte en nuestra
Escuela de Vanguardia.
HOY LA COSA
FUE DE ARTE
- Las clases de arte deberían tener siempre unos espacios de sorpresa. Estarán los alumnos memorizando cuadros y nombres de sus autores. Eso les es necesario, es importante, es el elemento duro de los estudios del arte. Pero, de repente, en la clase de arte que de verdad lo sea habrá siempre unos minutos de vuelo hacia espacios extramundanos. No hay arte sin “éxtasis”, en el sentido más riguroso de la palabra, que es aquel en el que el alumno y el profesor “están fuera de sí”, extasiados. Será por unos instantes, pero, sin ellos no hay verdadero aprendizaje de arte. La clase de arte sin esos instantes de gloria debería retirarse de los programas.
- Y es que las obras de arte que efectivamente lo son las habríamos de presenta a los alumnos como pistas de despegue que nos levantan a un mundo superior donde las alegrías son más alegres, el cielo es más alto, el fondo de la realidad más hondo y todo tiene una existencia potenciada, incalculable, extramundana: nos transportan al espacio al que Fray Luis llamaba a los amigos de Salinas, aquellos que eran “gloria del apolíneo sacro coro”. Los objetos palpables que nos ofrece la obra de arte en dos o tres dimensiones se convierten en símbolos de valores impalpables.
- Y pasando a la poesía en verso, ¿por qué no ver, por ejemplo, que si los antiguos medían los versos a pies, los medían según danza? Y si los modernos lo hacen a sílabas, es decir, con los dedos, de fondo ¿no habrá un repique de tambores y no una mera cantidad de sílabas precisadas de antemano?
NOS FUERON, FUIMOS, SOMOS
“Somos el tiempo que nos queda” es el título que para su obra
poética completa, 1952-2009, ha elegido el poeta Caballero Bonald. Entre los
seiscientos poemas de sus ochocientas páginas en octavo ha elegido precisamente
el de la página 106 para abanderar su libro.
Pues, no, señor Caballero, no nos reducimos al tiempo que nos
queda. Somos, también, el tiempo que fuimos.
Fue nuestro. Es nuestro. Nuestra es nuestra infancia en casa, nuestra la
juventud de estudios y la madurez de trabajos hasta hoy. Fuimos y somos el bien
que nos regaló el Cielo. No podemos renegar de lo recibido, somos agradecidos.
Entonces y hoy consistimos más en las estrellas que techaron y techan
nuestra existencia que en el paso más o menos ágil o torpe que acertamos a
dar. A nuestros antepasados y maestros, lo que es de ellos. A Dios lo que es
de Dios. Somos, señor Caballero, también, eso que nos cimienta y queda a las
espaldas.
La formación que recibimos, el magisterio que practicamos,
las ideas políticas y sociales que abrazamos, la lengua que cuidamos, los
anhelos culturales a los que dimos figura, la patria a la que servimos, la
Cristiandad que nos nutrió y dio alas… eso seguimos siendo, eso somos. Nunca estuvimos solos.
Y, afortunadamente, somos
(enumeración al azar) las pinturas de
Altamira, los patriarcas de la Biblia, la Academia de Platón, el derecho
romano, el Medievo y las catedrales góticas, el camino de Santiago, el Cid
Campeador y su Cantar, el testamento de Isabel la Católica, los conquistadores
de América, la rendición de Breda, los
siglos de Oro de Lope, de Victoria y de Velázquez, el magisterio de La Salle,
la pintura impresionista francesa, Ramiro de Maeztu y su Defensa de la
Hispanidad… y lo mucho que hubo de luz y de gloria en los cuarenta años nuestros
que siguieron a la Guerra del 36. También somos hoy la brasa del pulso
escondido y sagrado de estos años sin pulso que ahora está viviendo España.
Señor Caballero, somos
más que el tiempo que nos queda. Estamos por
esencia soldados a toda esta riqueza histórica, de pensamiento y de vida.
Ella y el Cielo nos dan la consistencia en que consistimos, algo más que el
tiempo que nos queda.
Nuestra afirmación no es el agónico grito de Unamuno: “¡Mi yo, que me arrebatan mi yo!”. Pero,
con no menor vigor que el rector de Salamanca, afirmamos estar configurados por esto que fuimos-somos y
que es nuestra consistencia. Nadie
podrá arrebatárnosla.
CUESTA ARRIBA
Monumento al montañero. Puerto de Navacerrada. |
Amo
las montañas. Me aguijan los picachos. Me estimulan los retos. Siempre se
levanta un monte frente por frente de otro monte, cada vez más alto. Lo aprendí
subiendo al Peñalara, al Veleta y al Teide, a veces a gatas. Siempre hay algo
nuevo que conquistar. Hay que intentar llegar al fin del fin. Eso es lo que
caracteriza al ser humano.
Por
cierto, dirigí durante un tiempo una colección de libros infantiles que titulé
“Al fin delfín”. Con ese juego de palabras, sonoro y plástico, me proponía
juntar las fuerzas de la tierra con las fuerzas del agua para sobrepasarlas con
el esfuerzo de los músculos del cuerpo y la aspiración sublime del espíritu.
El
delfín corta el agua como una cuchilla y su elasticidad le permite sobreponerse
a ella en saltos acrobáticos. Así que lo mismo se sumerge que asciende. Por lo
que es admirado, sobre todo por los peques. La verdad es que conviene hundirse
en uno mismo para ascender después. En esto consiste la educación más que la
enseñanza.
Somos
aire, tierra, humedad y fuego. De ahí, de estos cuatro elementos o categorías,
y de su mezcla en los nervios, la carne y la sangre, surgen los distintos
temperamentos, según la teoría de Juan Huarte de San Juan, con la que estoy de
acuerdo.
Del
predominio de uno u otro contenido depende que seamos hipocondríacos o
apasionados, nerviosos o apáticos, sentimentales o duros de corazón y tantas
variaciones más. Ya lo explicó muy bien el psico-pedagogo eslovaco-francés Paul
Grieger en las escuelas de La Salle. Buscadle en la Wikipedia.
Paul Grieger |
“Arriba,
arriba”, cantábamos en la infancia, y los maestros nos impulsaban a superarnos
con esa canción. “Hasta las estrellas”, nos decían algunos, los más poéticos y
joseantonianos, cuya boina roja era un pequeño sol ardiente que nos calentaba
las vísceras. Eso ahora a algunos “liberados” les parece conductismo
innecesario, pero a los discentes de entonces, formados en valores antes de que
se impusiera y desapareciera Ciudadanía, de triste recuerdo al fin y a la
postre, nos sonaba a gloria.
Se
nos presenta y representa enero como un mes cuesta arriba –por las alzas de la
luz, los gases, los transportes, el mercado…- y debemos sortear ese tropiezo
del paisaje –híspido, empinado, riscoso- y esa dificultad de la economía casera
–escasa, preocupante, sobrevenida- con una guía atinada de ahorro, una norteña
brújula indicadora y un modernísimo wassap, éste por si nos despendolamos en la
cumbre de la complacencia y tenemos que solicitar ayuda.
De
cualquier forma, habremos de usar las tres potencias del alma, memoria,
entendimiento y voluntad, que se resumen y concentran en la última: voluntad,
voluntad, voluntad. Que ya lo dejó escrito Cervantes en el Quijote: “Es cosa
manifiesta que no es de estima lo que poco cuesta”. Pues ¡hala! Cuesta arriba
de enero. Y febrero. Y marzo…Y lo que se nos ponga por delante. A seguir
marchando. No otra cosa es la vida. Que os vaya bonita.
APULEYO SOTO
REDACTAR, REDACTAR, REDACTAR...
Eugenio d´Ors
En
nuestra Escuela de Vanguardia se trabajó con ganas la expresión escrita. La
cosa venía de lejos, pero echó por su mejor camino cuando en la Escuela de
Magisterio nos zambullimos, sucesivamente, en carriles, enfoques y estilos. Lo que se decía entonces y no ha
dejado de ser el Método Redacta. Si
interesa, podrá el blog AFDA servirnos algunas muestras o regalarnos algunas
orientaciones, las más pintorescas o significativas, que puedan ayudar a
principiantes o proficientes de la expresión escrita o servir de recuerdo a
quienes trabajaron el Método.
Uno
de aquellos alumnos de los años sesenta, Ángel Fuertes, había practicado el
Método Redacta en del Colegio El Carmen, en Melilla. Entre sus alumnos uno era Perico.
Perico era un alumno aprovechado. Había aprendido bien. No puedo recordar sus
apellidos ni los tengo anotados. A mi regreso a la Península, le pregunté a
Perico, que seguía en el colegio, que si quería ponerle unas letras a su
profesor. Sé que lo estimaba mucho. Yo le iba a ver, yo se las llevaría. Me entregó el texto que sigue.
En
cursos de expresión escrita a profesores, por muchos caminos de nuestra España
de entonces, solía empezar yo las clases sobre el Método Redacta por esta
muestra. Perico tenía diez años cuando escribió esto en un rincón de la clase.
Hoy me parece difícil logro para los diez años. Me consta que lo redactó solo.
Algo sobre la Mar Chica
Es un remanso de
tranquilidad. Más bien parece un lago. Sus aguas son apacibles, tranquilas y
cristalinas, de un hermoso color verde, por las algas que crecen en su fondo.
Se une por un estrecho brazo de mar a nuestro Mare Nostrum. No hay nada tan
maravilloso como ir por la carretera que hay en la lengua de tierra que separa
los dos mares. Si se vuelve la vista a un lado, vemos las altas olas del
Meditarráneo que se rompen en blanca espuma, en las orillas de blancas conchas.
Pero, si giramos la vista al otro lado, ¿qué es lo que vemos ahora? Un
tranquilo espejo, en donde una barca parda con viejas velas está inmóvil, que
parece formar parte del mismo mar.
Mi abuelo me contó que en
la época de las luchas con los marroquíes, tuvieron que improvisar muy cerca de
las orillas de la Mar Chica un sitio donde enterrar a los valientes soldados
que caían por defender la paz. Las aguas, estas maravillosas aguas verdes que
tanto gustan, lo cubrieron y, hoy en día, estos héroes sin nombre reposan en la
más tranquila, silenciosa y maravillosa de las tumbas.
Perico
Y es que es el verde el color de la esperanza, de la
vida permanentemente renovada. Nada más prometedor que un valle ubérrimo,
cuajado de verdor.
Pero si es la fresca hierba que trisca el cervatillo
quien lo mantiene vivo y le permite saltar ágil sobre el roquedo, no es menos
cierto que fue blanco el semen que le dio el ser y blanca la leche de la
ubre materna que le permitió sus primero pasos y hacer frente a la vida.
Blanca es la harina del mejor pan, blanco el mantel que nos brinda el alimento
y blanca la sal que lo conserva.
Si he de
elegir, me quedo con el blanco. Aunque tal elecciónsuponga un verdadero reto.
No es precisamente un color sufrido, y ha de resultar ciertamente difícil
conservar en su belleza el lienzo que elegimos y que generosamente se nos
brinda.
Blanco es el paño que nos envuelve al nacer, y blanco
el sudario que nos devuelve a la tierra. Blanca también la sábana que
testimonia la virginidad de la doncella y blanco el vestido que luce ante el
altar ; blancos los ornamentos que proclaman la buena nueva de la
Natividad y cantan la alegría de la Resurrección. Blanca la toca que protege y
reclama la honra, y blanco el manto que concede dignidad.
Aunque la sabiduría
popular sabe relativizar cualquier grandeza y desmitificar también cualquier
color -estar verde o quedarse en blanco, no son precisamente circunstancias
deseables ni dignas de elogio-, me quedo con el blanco. Blanca es la paloma que
simboliza la paz, y blanca la bandera que esperanzada la persigue.
Albo y blanco. Al alba se emprenden las soñadas
aventuras: ‘La del alba sería, cuando don Quijote salió de la venta…’ Y el alba
es testigo de cada amanecer y del esfuerzo renovado que requiere cada jornada.
‘Al alba, al alba…’, cantaba Luis Eduardo Aute, en una poema que era a la vez
ruego y canción esperanzada.
Alba y blanca es la nieve que estos días cae sobre
nuestras sementeras. Año de nieves, año de bienes. Dios lo quiera.
Siempre me
atrajo la nevada. Pocas experiencias tan gratificantes como deslizarse ladera
abajo sobre la nieve en polvo, recién caída, o sentir cómo los pequeños copos
te salpican y refrescan el rostro, en ligeros latigazos de ventisca.
Cae sobre las tierras de España oro molido. Ojalá
sirva para limpiar tanta inmundicia como viene acumulando. Quiera Dios
que la disfrazada ponzoña de los cheques en blanco o del blanqueo de capitales
deje al descubierto sus vergüenzas y sea barrida y sepultada por un enorme alud
de justicia.
Blanco, que te quiero blanco. Ojalá podamos todos
alzar nuestras palmas, y dibujar en ellas, con tinta indeleble, el símbolo de
la paz. Démosle un cheque en blanco a la verdadera justicia, la que
vela por la limpieza y la dignidad.
Mientras
veo caer sobre los campos la blanca bendición del cielo, elevo mi canto de
blanca esperanza y ruego a la naturaleza alivie el corazón cansado y ahogue con
enormes copos blancos las gargantas y los pechos que sólo se alimentan de
egoísmo. Su indignidad sólo merece ser el blanco de nuestro desprecio.
Mientras el cielo nos bendice, disfrutemos viendo caer
la nieve y retozar a los pequeños rebozándose sobre la blancura que se nos
concede. El sol acabará con ella, pero no con la riqueza que ya se está
cobijando bajo el manto, verde o pardo, de nuestros campos.
Ángel Hernández Expósito
ODA DE AMOR A
Hay una Sierra en que Madrid se cierra.
Hay una Sierra en que Madrid
se abre.
Madrid es una puerta sin
fronteras.
Madrid es un camino a cualquier
parte.
Se alza frente a mi casa el
Guadarrama,
cordillera ojival de tomo y
lomo
que impone como un Dios su
eterna estampa:
una crustácea voluntad de
plomo.
Pero a la vez se escurre
crudamente
en impávidas moles de
granito
que pulen insaciables los
torrentes
con un buril de acristalado
filo.
Su arbolada belleza ¿quién
la encumbra?
¿Qué cíclope sostiene en las
espaldas
esta estatua durmiente, esta
armadura,
esta espina dorsal de las
Españas?
Por sus vaguadas corro como
un ciervo,
por sus canchales salto yo a
la comba,
en sus veneros con mis manos
bebo,
manos hechas ritual, cáliz y
concha.
Soy un rey por los montes
cinegéticos,
un pastor trashumante por
los prados,
un donoso Arcipreste de
senderos
y un amante cortés
enamorado.
De la aulaga al espliego
piso y huelo
el aroma en redoma retenido;
chiquitina es la flor y
pobre el suelo
pero enloquece todos mis
sentidos.
Cubre el ramaje mi sudor de
sienes,
oigo el alto trinar de los
jilgueros
y leo el pergamino ocre y
crujiente
que traza el jabalí, hozando
fiero.
Y allí donde las nubes tocan
tierra
al modo de las Musas del
Parnaso,
me arrodillo y entrego mis
ofrendas:
palabras y palabras, cielo
al raso.
Gran Vía de cristianos y de
moros
es esta sucesión de
dromedarios
que transporta viajeros,
sueños, tronos,
condes, monjes, poetas y
aldeanos.
Pues no divide, junta; no
rechaza
sino que acoge pueblos en
agraz
y lenta y hondamente los
amasa
en artesas o navas de la paz.
Escorial, Miraflores,
Rascafría,
El Espinar, Buitrago,
Manzanares…
son hitos de la historia que
convidan
a vivir y pujar entre
pinares.
Por eso hice mi casa yo a su
abrigo;
por eso aquí me tienen
enclaustrado
los barrancos suicidas, los
alisos
y los robles erguidos y
tatuados.
Nada me falta ni me sobra, juntos
recibo el agua, el sol, la
luz, el viento;
almaceno los libros y los
frutos,
escribo, toco, canto,
pienso, siento.
¡Si supieran quién eres,
Guadarrama!
¡Si vinieran a ver la
biblioteca
de nombres cultos de canela
en rama
que hicieron tu retrato en
sus poemas:
Rafael Montesinos, siempre
niño;
Leopoldo Panero, nieve fina;
José García Nieto, lira en
pinos
y Luis Rosales, ave en
Cercedilla!...
Y, ¡cómo no!, el bueno de
Machado,
el trotero Juan Ruiz de las
serranas,
el Enrique de Mesa cartujano
y el cetrero Marqués de
Santillana…
Me callo y te contemplo,
amigo viejo,
una vez más tras la ventana
clara,
y me guardo las cartas del
secreto
que tu visión me da cada
mañana.
Me voy contigo adónde tú me
lleves
del soberbio Madrid
atareado.
Me voy pero me quedo porque
suene
en mi tu corazón del verde
al blanco.
Que pasen por tu vientre
trenes aves,
más veloces que ríos sobre
rocas.
Que el hombre en su locura
te traspase,
buscándose a sí mismo entre
las cosas.
Yo ya encontré lo necesario
y justo
a tus pies, a tu sombra, en
tus entrañas.
Soy tu escudero fiel y tú mi
escudo.
¡Soy tu amante fatal, mi
Guadarrama!
Apuleyo
Soto
“Acordémonos
de que estamos en la santa presencia de Dios”. ¡Cuántas veces hemos oído estas
palabras y hemos entrado en unión estremecida con el Señor! La verdad es que
cuando dejábamos de oírlas volvíamos enseguida a nuestra ocupación del momento,
a nuestra vida inmanente y rutinaria. Seguro que si nuestras palabras
hubiesen sido estas otras: “Acordémonos
de que Dios está presente en nosotros más que nosotros mismos”, nuestro
contacto espiritual con Dios se habría prolongado por más tiempo y habría
impregnado de trascendencia nuestros quehaceres cotidianos, en los cuales
nuestro yo es el protagonista indiscutible…
Sin embargo, en el dicho de san
Agustín de que Dios habita y anima nuestro interior (“intimor intimo meo”) se le reconoce al Señor la presencia
decisiva en todo cuanto somos y hacemos. Con palabras sencillas, decimos
que la presencia de Dios en nosotros es, por simple metafísica y por pura
iniciativa en el amor, inconmensurablemente mayor que nuestra presencia de
seres contingentes e individualistas ante Él y para con Él.
El poeta Rafael Alfaro, conquense
(1930-), sacerdote salesiano, se muestra más agustiniano que lasaliano al menos
en la plegaria que publicamos seguidamente. El poeta considera a Dios
imperceptiblemente presente como la lámpara apagada suspendida durante el
día en el centro de la sala… También presiente oscuramente a Dios a
través de la palabra de la Biblia que le entra por el oído y le penetra hasta
el hondón de su ser. Dice escuchar el pulso de Dios latiendo en su oscura
sangre… Presencia imperceptible, presentida, palpitante de Dios, hasta
que en la noche más noche de la vida, o sea la muerte, inesperadamente se
encienda para siempre la lámpara de la presencia resucitadora de Dios en
la estancia del cosmos. Nuestro poeta cree sinceramente en la presencia
creadora de Dios en esta vida y espera serenamente, confiadamente el “big bang”
de la acción resucitadora de Dios en la vida futura. Y nosotros ¿creemos en el
Dios creador de esta vida y esperamos en el Dios resucitador de la vida
perdurable como el poeta salesiano?
Eduardo Malvido
YO SÉ QUE ESTÁS AQUÍ
Aquí, Señor, yo sé que estás aquí,
en los cuatro rincones de esta sala,
en el centro, en el aire suspendido
como lámpara inmóvil, invisible.
Oigo palabras tuyas. Están cerca
tus labios y me besan por la sombra
tenaz. Eres palabra hundida dentro.
Oigo tu pulso claro por mi oscura
sangre. Yo sé que estás aquí, Señor.
Yo sé que estás. Y que una noche,
cuando menos lo espere,
darás luz y encenderás tu lámpara.
Yo sé que estás aquí, Señor.
Yo sé que estás.
ALGO ASÍ COMO CRISISLERÍAS
* Sin Patria, sin comunidad, sin
familia: he ahí una masa informe, carne de esclavos.
· Endeudamos los municipios, nos
cargamos el sindicato vertical y ahora la tenemos emprendida con la familia.
Los bárbaros, prestos en la frontera, esperan la orden que les obligue a no
dejar piedra sobre piedra.
·
* Retírese la excelencia, que abra paso y se despeje la avenida: ancha
alfombra roja para la mediocridad, que este es su milenio, año trece.
· * La revolución sexual del 68 fue en rigor una revuelta contra el
varón. Cfr. María Calvo: La masculinidad
robada (ed. Almuzara).
·
Mujeres maltratadas. ¡Qué raro! De los hombres maltratados no habla
la prensa ni con ellos se tropieza la TV.
·
La decadencia empezó el día en que a nuestro cangrejo de río, el
sabroso pallipes austropotamobius, el
autóctono, lo desbancó el insípido cangrejo americano.
· En Hispanoamérica la decadencia irrumpió el día en que el Josco de
Puerto Rico, que no nació para yugo, toro de nervio y raza brava, lo
suplantaron las arrobas de carne maciza del enorme toro blanco americano.
·
En estos tiempos de angustia y corrupción, los españoles hoy nos
asomamos a la barandilla del Cantábrico, a Tazones, por ver si vuelve el
Emperador Carlos y, tras haber partido de nuevo de Flesinga, pone pie en la
piedra de El Cae.
·
Mientras nos llega Carlos V,
Jovellanos o el Dómine Cabra que nos salven, el hambre agudiza el ingenio… de
los abuelos.
·
Anteayer, matriarcado; ayer,
patriarcado; hoy, filiarcado.
· Adelante con la mejor reconversión
de los paradores nacionales: cárceles para ilustres corruptos millonarios. Les
cantará la Pantoja.
DICCIONARIO DEL CASTELLANO RURAL
EN LA NARRATIVA
DE MIGUEL DELIBES
URDIALES
YUSTE, JORGE
Edicones
Cinca, Madrid, 2013
Jorge Urdiales Yuste nace
en Madrid el 23 de mayo de 1969. Sus raíces son vallisoletanas y palentinas.
Sus antepasados paternos viven entre los valles de los ríos Esgueva y Duero,
escenario rural frecuentado por Miguel Delibes entre cazador y atento
observador de la lengua popular. Jorge Urdiales frecuenta también este mundo
desde su infancia.
Licenciado en Filología
Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, se doctora “cum laude” en
Ciencias de la Información en la misma UCM. Defiende su tesis bajo el título de
“El discurso de carácter popular-rural en la narrativa de Miguel Delibes”.
Es profesor de Lengua y
Literatura española de la Institución Educativa SEK y ha publicado otros dos
libros sobre Miguel Delibes: Diccionario de expresiones populares en la
narrativa de Miguel Delibes y Aprende a redactar con Miguel Delibes.
La investigación que ha
llevado a cabo para descubrir el significado de las 326 palabras que emplea
Delibes y que no aparecen en el Diccionario de la Real Academia Española es
casi detectivesca. Pueblo a pueblo, casi casa por casa ha recorrido las zonas
rurales más frecuentadas por Delibes en busca de los significados que hoy se
plasman en el Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel
Delibes.
Premio de Periodismo
“Provincia de Valladolid” 2011, en sus trabajos y divulgaciones (www.jorgeurdiales.com) parte de la
constatación de Delibes, de que “al hombre, ciertamente, se le arrebata la
pureza del aire y del agua, pero también se le amputa el lenguaje”.
Cada palabra se recoge con su
significado preciso, su contexto y el libro y la página de la obra de Miguel
Delibes en la que aparece.
El
propio Delibes aporta directamente al diccionario el significado de 45 palabras
que eran más o menos desconocidas por las gentes de los pueblos consultados.
Las
cartas que aparecen al principio de este diccionario, y que envió el propio
escritor a Jorge Urdiales, son una prueba palpable del valor que cobra este
diccionario al estar, en parte, confeccionado con las aportaciones del propio
Delibes.
Este
glosario salva la rica porción del castellano que se produjo en una etapa
lingüísticamente muy rica de Castilla. Al enriquecer con rigor filológico la
obra de nuestro novelista, preserva del olvido lo que fue este modo de vida
rural y, por tanto, una porción valiosa de la cultura.
La
cultura española sería menos rica de perderse el lenguaje rural que Delibes
inmortaliza en su narrativa.
Ediciones
Cinca
DIEGO COCA PINXIT
Fernán Caballero
La composición es piramidal, culminando con
María, porque son “Claretianos hijos del Corazón de María”. La luz es lateral y
los rostros, manos y hábitos, reciben un tratamiento natural homogeneizando su
representación.
Mártires de Sigüenza
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Dimensiones:
120 cm .
x 160 cm .
Beatificación: Fijada para octubre de 2013.
Expuesto
el 01-01-2013: para la posterior veneración junto a sus reliquias,
en la iglesia parroquial de San Antonio Mª Claret,
en la iglesia parroquial de San Antonio Mª Claret,
c/ P. García Tejero, Sevilla.
El cuadro. Su estilo y ejecución son los considerados
más idóneos por su autor para el fin que perseguía el demandante, la
representación de los mártires para su beatificación en Roma.
El planteamiento del tema y su
composición son propios del pintor, así como la distribución de los mártires
sobre el lienzo, atendiendo a las singularidades de cada uno de ellos. Los
rostros de los mártires, únicos datos de partida, fueron tomados de fotos muy
deficientes, extraídos en su mayoría de fotos en grupo. Si a eso unimos las
deficiencias técnicas fotográficas de la época y que cada rostro recibía una
luz diferente, se entiende que las dificultades acobardaran a otros pintores a
los que antes les ofrecieron el encargo. Requisito imprescindible era lograr el
máximo parecido porque existen aún familiares que debían reconocerlos.
La simbología martirial está en la palma que porta Ángel López
Martínez y en el crucifijo y nuevo testamento que sobre un reclinatorio o
mesita coloqué en primer plano. Consideré muy importante el tratamiento
individualizado de las manos para integrarlas en un todo que invite a la
oración y no sólo a la contemplación de la obra.
Agradezco el ofrecimiento para realizar
este cuadro al P. Federico Gutiérrez y a la comunidad claretiana, por el reto
que me ha planteado como pintor y porque pueda servir para ensalzar los valores
trascendentes y del espíritu del hombre de hoy.
Diego Coca
LA ESCUELA ESPAÑOLA DE GIMNASIA QUE NO PUDO SER
La Educación Física en España se encuentra actualmente al
mismo nivel que en cualquier otro país de nuestro entorno cultural. Hemos hecho
una aceleración para ponernos a su altura. En los años 60 sólo algunos colegios
de alto nivel tenían una EF digna de tal nombre; y, aún así, sin profesorado
con título superior, porque no existía la titulación específica.
En 1967 comienza el INEF de Madrid; le
seguiría el de Cataluña; no obstante, existía la escuela de EF Ntra. Sra. De la
Almudena en Madrid, pero solamente de ámbito femenino. Antes de esa fecha,
desolación. España se quedó descolgada del inicio y evolución de la EF que se
produjo en los países europeos a principios del siglo XIX.
España, con la guerra de la Independencia y
los avatares de todo el siglo XIX, que se prolongarían hasta más de la mitad
del siglo XX, se quedó deprimida. No olvidemos que la EF y los deportes son un
buen indicador del desarrollo de un país.
Vimos anteriormente cómo en Prusia comienza
en 1811 lo que sería más adelante la Escuela Alemana de Gimnasia. En los países
nórdicos se desarrolla una gimnasia muy analítica, que se conocería después
como gimnasia sueca; en 1813 se crea el Instituto Central de Estocolmo de Gimnasia.
En Francia surge en 1818 una forma de gimnasia natural de gran nivel: sería la
Escuela Francesa. Y en Inglaterra, se desarrollaría una escuela, no de
gimnasia, sino de deportes: la Escuela Inglesa.
Pero si la Historia no nos hubiera tratado
tan mal, España podría haber estado a la vanguardia del movimiento gimnástico
ya a principios del siglo XIX. Veníamos de ser la gran potencia mundial en el
siglo XVI; y, aunque estábamos en una cierta decadencia, aún manteníamos un
aceptable nivel económico y cultural.
¿Cómo pudo ser?, ¿qué pasó para que se
frustrara una Escuela Española de gimnasia, que por el peso de nuestra nación
en aquella época, le hubiera correspondido?
Estos son los hechos: el español Francisco Amorós, conde de Sotelo, a
la sazón coronel del ejército español, hombre ilustrado y con tendencias
pedagógicas, había logrado fondos públicos en 1806 para la creación en Madrid
del Real Instituto Gimnástico Pestalozziano. La obra del pedagogo suizo Juan
Enrique Pestalozzi
(1746-1827) ejercía una gran influencia en las autoridades españolas a principios
del siglo XIX (Sirvent, 2005).
Las bases de esta iniciativa
estaban hechas ya a finales del siglo XVIII. Carlos III decretaba en 1783 la Real Cédula que
establecía las primeras escuelas estatales gratuitas, evolucionando hacia la
educación como servicio público.
Ilustrados
como Cabarrús y Jovellanos, a finales del siglo XVIII, ya tenían inquietud por
que el gobierno español tomara la iniciativa de un sistema general de
educación. Godoy, presidente del gobierno español a principios del siglo XIX,
tenía intención de promover reformas educativas para desarrollar escuelas
públicas (Sirvent, 2006).
Jovellanos, que defendía el derecho a la educación
pública de todos los españoles, esbozó un concepto de actualidad como la “educación
integral”. Decía: “El hombre es educable, y toda instrucción debe dirigirse
a su formación, tanto en el aspecto físico como en el intelectual y moral” (Martínez
y Hernández, 2005).
Aunque tenía una inspiración militar, dadas las
tendencias de la época, el Real Instituto Gimnástico Pestalozziano solamente
acogía a niños con una edad máxima de 16 años. Amorós fue, aparte de uno de los
inspiradores y profesores del Instituto, su segundo director desde el 7 de
agosto de 1807 hasta la clausura del mismo, 13 de enero de 1808. Además, a él
se debe la introducción de los ejercicios gimnásticos en el currículo del Centro.
Por primera vez la educación física se convierte en España en materia
obligatoria para la totalidad del alumnado de este Instituto.
Pero en enero de 1808 se suprime la asignación al Real Instituto
Gimnástico porque el Estado necesita recursos para costear el gasto de las
tropas napoleónicas en su paso por España camino de Portugal, dada la alianza
que existía entre los dos países. En mayo estalla la Guerra de la
Independencia, y se frustra, ente otras cosas, la que podría haber sido la
Escuela Española de Gimnasia. Francisco Amorós, exiliado por haber apoyado la
causa de Napoleón, crea en París, unos años después, la Escuela Francesa de
Gimnasia.
ENCUENTRO DE PRIMAVERA
ResponderEliminarOs dibujaba yo tres zonas de la realidad de la persona: la más exterior, la de "los sentidos"; la de "las facultades", más interior, y la más profunda, que llamábamos "centro del alma".
Nos veremos (sentidos), nos entenderemos (facultades) y proyectaremos algo hondo y valioso (centro del alma).