ÍNDICE
Pregón.
Nuestros maestros: Aforismos. Reflexión. Eugenio d´Ors.
Nuestra Escuela de
Vanguardia: De ayer a hoy. A los cuatro vientos. Teódulo.
Para salvar la educación: educadores, escritores, horizonte. Ramiro.
La meta de nuestra sabiduría:
Puntualizaciones (III) El escritor no es
forzosamente sabio.
Leyendas de María: Iba Dios en un asnillo… La invitada de la Última
Cena. Apuleyo.
Soneto desde el
sentimiento: Tiempo de vendimia. Ángel H.
Afderías: Ordenaderías. CUR
Tarimilla literaria: Casicuentos. Ángel H.
Traigamos a los clásicos:Traigamos a los clásicos. El Cantar de Mío Cid. CUR
Alta política con estilo: Alta política. Ramiro.
Nuestras perlas: De la existencia de Dios a volver a los diecisiete.
Braulio V.
Buzón teológico: La fe en Dios Creador. E. Malvido.
Educación física: El
método natural. F. Sáez.
El rincón de Apuleyo: Rimo un poema… El arte de cortar jamón.
Ver el ÍNDICE de ADDENDA
37 en “Páginas”,
al final de estas entradas, tras el Rincón de Apuleyo.
al final de estas entradas, tras el Rincón de Apuleyo.
·
En busca de palabras sabias
El
Cohelet, uno de nuestros libros de cabecera, recoge el caso de una ciudad
pequeña a la que asedia un rey poderoso muy armado. Un hombrecillo desconocido puede
salvarla. Es de pensar que la salva. No lo dice el libro sagrado. En medio de
una lamentable decadencia de España y de Europa que nos asfixia y va a terminar
con su cultura milenaria, queremos traer
al quinto año del blog AFDA “las palabras tranquilas del sabio” que el Cohelet
tiene por “más fuertes que las armas de
guerra” (Ecl 9,17).
·
Castillos interiores
Insistimos.
España es hoy un desierto de valores. Europa, también. Nos duelen.
Afortunadamente
no estamos solos en la defensa de los sabios tesoros de la mejor España y de la
Europa con raíces a la que Juan Pablo II lanzó su grito de vuelta. Otros, sin duda
mejores que nosotros, también han levantado castillos interiores, como moradas monacales del medievo, donde,
monjes-caballeros, como los lejanos copistas medievales, intentamos salvar la
sabiduría, en nuestro caso particular, el de la escuela y el valor social del trabajo bien
hecho.
No pretendemos ser tesoros escondidos. Como en los castillos de la Reconquista, no se habita en nuestros castillos interiores para el reposo sino en actitud de alerta, apostados como vigías, en marcha mental y efectiva hacia la conquista del Reino de Dios y de los hombres, fe y cultura.
No pretendemos ser tesoros escondidos. Como en los castillos de la Reconquista, no se habita en nuestros castillos interiores para el reposo sino en actitud de alerta, apostados como vigías, en marcha mental y efectiva hacia la conquista del Reino de Dios y de los hombres, fe y cultura.
·
Magisterio y estilo
En
un esfuerzo de claridad y de alto vuelo nos mantenemos en el magisterio y en el estilo.
El
magisterio es la tierra fértil; el estilo, el sol y la lluvia para las cosechas
que esperamos, si atinamos a conservar el oro de las sabias semillas de nuestra
cultura española y europea.
·
Secciones
Por
eso, en nuestras secciones, en el quinto
año de nuestro periplo, nos empeñaremos en traer a primera línea a nuestros
clásicos, nos lanzaremos a una política con estilo, regaremos de versos el
jardín de leyendas de la Gloriosa, propondremos medidas elementales para la
escuela, afilaremos el concepto de sabiduría, nos colaremos atrevidos en el facebook
del papa Francisco…
·
Maestros sabios
Para
lograrlo tenemos en nuestro blog a algunos maestros
sabios. Esperamos que, entre nuestros lectores, acudan a mantener la altura
de nuestro blog, nuevos sabios maestros. ¡Necesitamos sabios!
Por clásico, vigente.
Oxigenó nuestra juventud.
Sigue siendo llave que nos abre perennes horizontes intelectuales.
Encontramos en él las pepitas de oro
y las semillas de la gran cultura de la España
y las semillas de la gran cultura de la España
de nuestros padres y maestros al servicio de la cultura española y universal.
Noble es quien se sabe con más deberes que los demás.
Porque noble es el que se exige
y hombre tan solo aquel
que cada día renueva su entusiasmo.
Reflexión de la mañana
PROPEDÉUTICA
PUNTUALIZACIONES SOBRE LA SABIDURÍA (III)
APULEYO SOTO
Estampas líricas de la vida de la Virgen
La
Virgen
que lo escuchaba,
la
Virgen
de los Remedios,
la
Virgen …,
una jofaina
La
Virgen ,
entre cortinas,
la
Madre
del Redentor,
ORDENADERÍAS
¡TRAIGAMOS A LOS CLÁSICOS!
Rimo un poema, cavo un surco.
CUR
Maestro, profesor emérito UCJC
DE AYER A HOY
“A LOS CUATRO VIENTOS…”
No es lo mismo estar “a los cuatro vientos” que estar “en
Cuatro Vientos”. Lo primero, según el diccionario, quiere decir (estar) “en
todas direcciones, por todas partes”. Lo segundo, vivir en un lugar determinado
de Madrid. Pues bien, abiertos como estamos los fsc a todas las direcciones
donde sopla el Espíritu, yo he sido conducido, no sin cierta resistencia, a un
Colegio que está cerca de Cuatro Vientos y que antes situábamos en Carabanchel,
luego en Aluche, Colonia “Casilda de Bustos”… y ahora en la “Colonia de San
Ignacio”: este colegio siempre ha
sido Institución La Salle.
Institución La Salle fue fundada por un hombre profético y
carismático (el H. Pedro Celestino) con una misión netamente lasaliana: la
educación cristiana de los hijos de los “artesanos y de los pobres”. Desde el
principio se estableció como “Instituto Filial” y comenzó a ser un centro
piloto –especialmente en la enseñanza personalizada de los años setenta- al mismo tiempo que inició lo que
ahora es una formidable Formación Profesional.
Este centro ha tenido buenos principios, magnífica continuidad y hoy es un centro completo que ha encontrado -y sigue buscando- la excelencia. Y como muchos otros de La Salle “está en manos de los seglares”, pues la dirección general y la coordinación de las distintas etapas corren a cargo de ellos. Pero sigue siendo un centro lasaliano, fiel a sus orígenes. La comunidad de Hermanos está presente en el Colegio y ejerce una labor de “servicio”, de “testimonio” y de “comunión”, como expresaba nuestro Superior General en una reciente entrevista de Vida Nueva. Y como director o animador de la Comunidad de Hermanos he sido nombrado yo.
Este centro ha tenido buenos principios, magnífica continuidad y hoy es un centro completo que ha encontrado -y sigue buscando- la excelencia. Y como muchos otros de La Salle “está en manos de los seglares”, pues la dirección general y la coordinación de las distintas etapas corren a cargo de ellos. Pero sigue siendo un centro lasaliano, fiel a sus orígenes. La comunidad de Hermanos está presente en el Colegio y ejerce una labor de “servicio”, de “testimonio” y de “comunión”, como expresaba nuestro Superior General en una reciente entrevista de Vida Nueva. Y como director o animador de la Comunidad de Hermanos he sido nombrado yo.
He cambiado de paisaje, de horizontes (no veo desde aquí,
como desde Aravaca, la omnipresente Sierra de Guadarrama); he cambiado el
silencio por el ruido; ha cambiado la gente que me rodea; tengo ante mí muchos rostros que no conozco y muchas “ocupaciones y preocupaciones” hasta ahora más o menos lejanas –o ajenas- para mí. Por eso, venir
aquí, lugar para mí desconocido, ha
sido como sentirme un tanto arrojado “a
los cuatro vientos”.
Pero miro al futuro. Y quisiera no perder las riquezas que
los vientos de la cultura y del trabajo universitario han dejado en mí. (Seguiré en la docencia universitaria durante
el primer semestre de este curso). Quisiera, sin olvidar el pasado, adentrarme
en los paisajes a los que el viento me lleve. Pero, sobre todo, situado en esta
zona de vientos, quisiera sentirme inspirado
e impulsado por cuatro vientos especiales: el viento de la sabiduría, para que me lleve por los caminos del saber, del saboreo
y del saber hacer; el viento de la creatividad,
para que siga siendo fuente, aunque diminuta, en lugar de espacioso estanque;
el viento de la fortaleza, porque
los años me van haciendo menos arriesgado y sobreviene la tentación de vivir
resguardado de casi todos los vientos; y el
imparable viento de la fe, que
me impulse en estos tiempos recios a seguir al Espíritu (viento, ruah) de Dios y a
descubrir su presencia: él está con
nosotros, pero también dentro de nosotros y muy por encima de nosotros.
Bienvenido sea este Viento y todo otro
viento que me inspire, me impulse o, incluso, me lleve.
Teódulo GARCÍA REGIDOR
Profesor de Pedagogía
del Centro de Estudios Universitarios “La Salle”. Madrid
Director de Institución La Salle. Madrid.
PROPEDÉUTICA
2. PARA SALVAR LA EDUCACIÓN:
EDUCADORES, ESCRITORES Y GRAN
HORIZONTE
1. Maestros, educadores. |
Ahora muchos de nuestros centros
escolares españoles (primaria, secundaria, universidad) hacen agua y se hunden
en la miseria porque sus profesores son mediocres; sus manuales de trabajo,
pobres, mal redactados y confusos; su medio ambiente, hedonista; su horizonte,
alicorto, de vuelo gallináceo…
Es inútil echarle dinero a la
Educación o cambiar las leyes mientras el barco navegue por aguas de mares sin
calado.
2. Pensadores, escritores. |
Cierto que algunos profesores lo
son, pero todos habría de ser maestros,
apasionados y con inequívoca vocación de educadores; los libros de texto y
materiales de trabajo, redactados por
escritores, los más eminentes y mejor dotados que tenga la sociedad; el
ambiente y el horizonte, que no sea
de corral, sino cielo abierto para el vuelo de águilas, generoso, universal y encendido en ilusiones personales
y sociales.
3. Ilusionado vuelo de águilas. |
RAMIRO DUQUE DE AZA
Maestro. Profesor de
Teoría del conocimiento.
Bachillerato Internacional
En los centros lasallanos, durante varios
siglos,
al comienzo de la jornada escolar,
los maestros pedían al Cielo los dones del
Espíritu Santo,
y en primer lugar el espíritu de
sabiduría,
meta de su hacer y del de sus alumnos.
PUNTUALIZACIONES SOBRE LA SABIDURÍA (III)
3. El erudito no es forzosamente sabio
Hay estudiantes que dominan todas las materias de su programa
de estudio: primaria, bachillerato, universidad. En su etapa de estudiantes han
sacado las mejores calificaciones. Puede decirse que su paso por los diversos
centros de estudio fue paso de trillo. Cuanto se les propuso que aprendieran,
lo dejaron trillado.
Cuanto se les propuso que aprendieran, lo dejaron trillado. |
Otros, que pertenecen a categoría semejante, ya metidos en el
tráfago de la vida, han visto mucho mundo y han conocido a muchos personajes
singulares. Están cargados de información curiosa y entretenida sobre personas,
sucesos y cosas. Hilvanan unas con otras las anécdotas. Pero al no haber vivido
ni vivir bajo el influjo de principios claros y bien asimilados, hablan de las
personas, de los sucesos y de las cosas como de meros hechos narrativos o de datos
que intercambiar. No pueden iluminar lo que afirman. No enseñan: informan,
relatan, conversan. Tampoco son sabios.
RAMIRO DUQUE DE AZA
APULEYO SOTO
Estampas líricas de la vida de la Virgen
en pos de Jesús hasta después de su muerte
ÍNDICE
I. Una niña en el Templo
de Jerusalén.
II. Isabel, la prima que
nada sabía.
III. Madre y Virgen como un
cristal.
IV. La sed de la
desterrada recién parida.
V. La bordadora
nazaretana.
VI. Piedras como panes en el desierto de Judea.
VII. Junto a las aguas que lavan los pecados.
VIII. Falta vino en las
bodas de Caná.
IX. María escucha el
Sermón de la Montaña.
X. Los cabellos de la Magdalena.
XI. En casa de Marta, María y Lázaro.
XII. Iba Dios en un
asnillo y María le seguía.
XIII. La invitada de la
Última Cena.
XIV. Sudor de sangre en
Getsemaní.
XV. En el Gólgota del
Supremo Amor.
XVI. María, en el
despertar de Dios.
XVII. La Virgen, en su
asunción a los cielos.
Capítulo XII
IBA DIOS EN UN
ASNILLO
I
Iba Dios en un
asnillo
sobre los mantos del
pueblo,
que el pueblo da lo
que tiene
a los que se hacen
como ellos,
y entre los ramos de
olivo
y las palmeras al
viento,
se dirigía a los
niños
ingenuos de los
hebreos.
-Dejad que canten la gloria
bendita del Rey del Cielo.
Dejad que entonen “Hosanna”
al que es Pastor y Cordero.
Entre las
exclamaciones,
la voz de los
fariseos:
-Pues te muestras como Dios,
por Dios que habrás de ser muerto.
tiembla igual que una
paloma
ante el cazador en
vuelo.
II
Ha entrado en el
Templo solo
con un látigo de ira.
Van rodando por el
suelo
las mesas de los
cambistas.
habéis hecho una guarida
de ladrones, donde reinan
la avaricia y la mentira.
Al César lo que es del César,
serpientes, raza de víboras.
A Dios sólo la oración.
Dios dracmas no necesita.
-Ha quebrantado la
Ley
de Moisés este Mesías.
Reo es de muerte, comentan
por las calles los
escribas.
III
Hacia Betania regresa
el Predicador de
fuego.
Sabe que Marta y
María
lloran a Lázaro. El
duelo
por el hermano y
amigo
lleva tres días y
medio.
¿Por qué no se dio
más prisa
el que cura a los
enfermos?
-Si hubieras estado aquí,
Lázaro no habría muerto.
-Yo soy la Resurrección ,
les dice el manso
Maestro,
ante la piedra que
cubre
el cadáver
somnoliento,
y la vida nuevamente
se encarna en todos
sus miembros.
¿Vio la Virgen esta escena?,
se preguntan los
escépticos.
¿Y quién puede
separar
Hijo y Madre en tal
encuentro?
Capítulo XIII
LA INVITADA DE LA
ÚLTIMA CENA
I
La tarde del Jueves
Santo
los discípulos del
Cristo
compraron para estar
juntos
panes ázimos y vino.
Era la Última Cena
con el Cordero
divino.
Era la gran
despedida,
la mesa del
sacrificio.
Santiago llevó
toallas,
Pedro llevó agua del
río,
Juan a hombros, una
víctima
blanca como nieve y
lirios,
de plata y oro y
jacinto,
en su cintura
temblando
como un junco del
camino.
(Al Iscariote le han
dado
treinta dracmas los
judíos).
-Sentaros, dice el Señor.
Cada cual ya está en
su sitio.
II
Después de partir el
pan
y elevar al cielo el
cáliz,
Jesús se desciñe el
cíngulo
y a Juan su pecho le
abre.
Está el discípulo
amado
mirando a Judas, que
sale
al techo de los
luceros.
Pedro arrima al muslo
un sable.
-En verdad os digo, amigos
de esta Noche interminable,
que vais a quedaros solos,
porque yo me voy al Padre.
Nadie entiende lo que
dice.
Qué dice no sabe nadie.
gime como gime un
ave.
-Descalzaros las sandalias,
dejad que los pies os lave,
y haced vosotros lo mismo
que Yo os enseño esta tarde.
-¿Tú lavarnos a nosotros,
Tú, que guiaste la nave
y recogiste los peces
en el mar de Tiberíades?
Tomás duda, Marcos
cede,
Judas se fue como el
aire
y es Juan , Águila de
Patmos,
quien anota estos
detalles.
III
Ha terminado la Cena.
Por el torrente
Cedrón,
unas sombras
angustiadas
van en pos de su
Señor.
En la distancia, la Luna ,
que es la Madre del Gran Sol,
se filtra por el
sendero
cual luciérnaga de
amor.
Es María, la Amantísima ,
la que le alumbró en
Belén,
Belén, Belén, flor de
Dios.
No le puede dejar
solo
al que vibró en sus
entrañas
de angélica
anunciación.
-Espera, espera, Hijo mío.
Te tengo que acunar yo
como cuando eras pequeño,
mi pequeño Ruiseñor.
ORDENADERÍAS
· ¿Os figuráis un
ordenador con un chiquito molino eólico al lado? Los ecologistas piden a gritos
ordenadores movidos por energía limpísima.
·
Cuando el músico
se sienta ante su ordenador, es fácil que se olvide de lo que escribe y tecleen
sus dedos su música preferida.
·
Bosteza el ordenador
cuando lo abres.
·
Apagas el
ordenador, y el ratón se duerme.
·
Si tienes buen
oído, observarás que el ordenador al abrir sus valvas pronuncia la bilabial letra
eme: mmm! O la be, si tu matiz es otro: bbb!
·
Que levante la
mano el marido que no esté harto de que le griten docenas de veces: ¡Señor, Señor… todo el santo día pegado al
ordenador!
·
En Europa, el
ordenador es varón; en América, hembra, computadora.
·
Altamira: ¡qué
pantalla, Dios! Y sin wifi.
·
Escribe la
palabra queso y verás nervioso a tu ratón.
·
Hice la prueba y
mi ratón no se asusta por más que le ponga en pantalla gatos de todas las
fierezas.
·
La vida del
ordenador es la vida de su servicio. Todo un ejemplo. No sirves: estás muerto.
·
El cementerio
propio y pulcro de los ordenadores es el “Punto limpio”.
CUR
Maestro. Profesor de Lengua
CASICUENTOS
Cuando comenzamos la andadura en nuestro blog, prometí a Carlos y me prometí a mí mismo colaborar. Y entre las
colaboraciones, el compromiso de un soneto para cada número, el ‘soneto desde
el sentimiento’. Compromiso cumplido
hasta el presente y que tengo intención de seguir manteniendo.
Ahora, publicada ya en AFDA 36 la última entrega de ‘Me bajo
un rato a la calle’, mis memorias de preadolescente, hago una nueva apuesta. Un CASICUENTO en cada
publicación.
En este AFDA 37, en la addenda, fuera de la página principal
–no podría aparecer en ella por su extensión- un bello y sentido casicuento. El
título: Blanco sobre rojo.
¿Qué es un casicuento?, me diréis. Os lo explico.
Érase una vez….
Sólo tres palabras y puntos suspensivos. El inicio de una
bella historia que contar, la llave que abre el mundo de la fantasía y del
misterio. Sólo tres palabras y las mayores ilusiones, los deseos largo tiempo
perseguidos, puestos a nuestro alcance.
Érase una vez… El inicio clásico del cuento, puede
que las tres palabras más cálidas e inocentes, más cargadas de buenas
intenciones que hayamos pronunciado jamás. Las decimos despacio, en un susurro,
con inmenso respeto, e invitamos con ellas a traspasar la realidad con sigilo,
de puntillas… –como a través del armario en las ‘Crónicas de Narnia’-, al niño que nos escucha con los ojos abiertos
como platos. Érase una vez…
Sabemos que el cuento,
como los sueños, pertenece a ese otro
mundo al que nos asomamos con curiosidad, tratando de no hacer ruido, un mundo
frágil que se quiebra como el vidrio o como la capa de hielo que se formó una
madrugada de invierno y sobre la que pretendimos, ilusionados, deslizarnos. Se
quiebra de pronto y nos devuelve a la
realidad.
Mundos y personajes fantásticos, tejidos con los frágiles
hilos de nuestros temores y nuestros deseos. Que eso son los sueños y eso son
los cuentos que nacen de los sueños.
Humildes y maltratadas cenicientas, viven por unas horas la
felicidad que injustamente se les niega. Brujas malvadas, ogros feroces,
egoístas madrastras, vencidos por la bondad inocente de unos niños, el valor de
un joven príncipe, el poder sorprendente de un hada madrina o, simplemente,
porque quien tiene en su mano hacer y deshacer quiere por un momento que
triunfen la inocencia, la justicia y la
bondad.
Érase una vez… Cuentos, hermosos cuentos, pero
cuentos al fin.
------------------------------
Hace algunos años, ensayé, con la complicidad de mis alumnos
de Magisterio y sin dar noticia de ello a la Academia, crear un género nuevo:
el ‘casicuento’. Una llave también, como en el cuento, para tratar de traspasar
la cotidianeidad y alzarnos tratando de
atisbar los flecos de otra realidad lejana, pero posible, que apenas
conseguimos asir se desvanece entre los dedos.
Todos, seguro, hemos vivido algún casicuento. En algún
momento de nuestras vidas algo difícil de explicar se ha cruzado en el camino,
ha roto por un momento la monotonía y
nos ha sacudido por dentro, inexplicablemente. Luego, un chasquido de dedos, y
hemos regresado.
Yo recuerdo dos momentos, uno de mi niñez, el otro de mi
adolescencia, que pudieran muy bien calificarse de casicuentos. Seguramente
después, en la juventud o en la madurez haya habido otros, pero las
preocupaciones eran mayores, la corteza
bastante más dura y la capacidad para sentir e imaginar, seguramente
menor.
El primero –lo refiero en ‘Me bajo un rato a la calle’, mis
memorias de preadolescente-, un día en que nos visitaron mis tíos y me
dieron unas perillas para gastar. Yo
hacía por entonces una colección de cromos: ‘Monumentos de Madrid’. Y como en
todas las colecciones, un cromo se nos resistía a todos y hacía crecer día a
día el mazo de los repes. Si os soy sincero, no recuerdo cuál. El caso es que
aquella tarde salí de casa a la carrera, dispuesto a gastar aquellos céntimos
en un par de sobres. En el camino al quiosco de periódicos, sobre la acera,
apoyado en la pared, un mendigo, con la mirada perdida, movía a compasión al
transeúnte dejando al descubierto los
muñones de sus piernas mutiladas. Ya lo había sobrepasado, cuando me
detuve, reflexioné un momento –más que reflexionar, sentí-, volví sobre
mis pasos y puse sobre la mano tendida
una limosna. Sólo me dio ya para un sobre. Pero –aquí la razón del casicuento-,
en el que me entregó el quiosquero a cambio de las monedas que me quedaban, me estaba esperando
el cromo que completó mi colección y que pude mostrar orgulloso a mis amigos.
Castillo de Batres, residencia de Garcilaso de la Vega y de Fernán Pérez de Guzmán, el de Generaciones y semblanzas. |
La otra ocasión, igualmente
sorprendente. Tenía trece o catorce años, y estudiaba el bachillerato elemental
interno en Griñón, localidad próxima a Madrid. Era práctica habitual que un par
de veces al mes hiciésemos una marcha al pueblo de Batres, localidad vecina, y
allí pasásemos la tarde disfrutando del balón de fútbol y de una naturaleza
generosa.
Aquella tarde regresábamos alineados, como siempre hacíamos,
a lo largo de la cuneta, por la izquierda de la carretera, como mandan los
cánones. El día anterior había nevado copiosamente, y aún era abundante la
nieve que poco a poco se deshacía dejando ver las calvas del terreno, más
negruzco si cabe en su contraste con la nieve.
Entonces me di cuenta: ¡mi boli!, el ‘Parker’ que unos días atrás, en la habitual visita del
domingo, me habían regalado mis padres, no estaba en mi bolsillo. Para mí, como para cualquiera en aquellos
tiempos, aquel bolígrafo de última generación era un tesoro. Y yo, imprudente
de mí, lo había llevado a la excursión para presumir ante mis compañeros.
¡Mi boli! Lo había perdido. ¿Cuándo?,
¿dónde?..., imposible adivinarlo, tras toda una tarde de saltos y
carreras. No podía ser, no, ¡mi Parker,
no!
No sabría decir si lo decidí de repente o medió alguna
reflexión. Me recuerdo regresando sobre mis pasos, dejando atrás a mis
compañeros y recitando interiormente un padrenuestro a San Antonio. El remedio
que mi madre decía existir para estos casos.
No os lo creeréis, pero tan sólo hube de caminar unos cientos de metros, con
los ojos vidriosos por la congoja y por el frío. Me detuve en seco. Allí
estaba, semienterrado en la nieve, el bolígrafo Parker, con su elegante negro
mate y su capuchón cromado.
……………………………………………
Son muchos los casicuentos que me gustaría contaros. En ellos
no aparecen magos encantadores, príncipes sobre briosos corceles o brujas
desalmadas. Pero en todos ellos se vislumbra un sueño que no estaría nada mal
se hiciera realidad: países hermanos que dejaran de lanzarse misiles y
descubrieran su cielo cubierto de
serpentinas y confeti para brindar juntos por la paz. Fábricas de armas que
cambiaran los ingenios de sus máquinas por útiles de laboratorio con que
encontrar remedio a males y epidemias que amenazan la humanidad y se ceban en
los más débiles. Enormes petroleros que cruzasen los mares, y que lejos de
verter destructivos residuos recogiesen de ellos aguas depuradas y toneladas,
miles de toneladas de alimentos.
Políticos y gobernantes que dejasen de mirarse
el ombligo y descubriesen el inmenso trabajo que queda por hacer.
Tribunales y jueces que supiesen disculpar el daño nacido del hambre
y la miseria, y a los que no les
temblase el pulso para exigir, sin
eternas dilaciones, la justa restitución de fortunas amasadas desde el robo y
la explotación. Tantos y tantos sueños… Tantos y tantos casicuentos…
Ojalá pudiéramos
contárselos un día a nuestros pequeños y verles dormir tranquilos. Puede que
también nosotros consiguiéramos conciliar el sueño.
Comenzaríamos, eso sí, como es preceptivo: Érase una vez…
ÁNGEL HERNÁNDEZ EXPÓSITO
Maestro. Psicopedagogo. Emérito UCJC
Ver el primer Casicuento en “Paginas” de este blog.
¡TRAIGAMOS A LOS CLÁSICOS!
Necesitamos más que nunca que vuelvan a nuestro mundo los clásicos. Nuestro
mundo ramplón, triste y desangelado necesita oír su voz de mando y pensamiento
y contagiarse con su estilo.
Ya no
podemos llevarlos a nuestras clases para que en ellas remuevan conciencias y
nos acerquen el cielo. Nos jubilaron a la fuerza, por más que las ilusiones y
el esfuerzo los teníamos en flor y maduro fruto. Nos han jubilado los años, que
no perdonan. Estamos arrinconados. Somos la senectud en la segunda década del
siglo XXI.
"Vivo en conversación con los difuntos y escucho con mis ojos a los muertos”. |
Los
clásicos también se volvieron al rincón de su biblioteca, formalitos en línea
de estantes, callados como muertos. Nosotros, a nuestro desierto de jubilados.
En él hemos de hacerles hablar, para
nuestra propia paz y la recuperación de nuestro cansado mundo, mientras les
escuchamos con los ojos: “Retirado en la
paz de estos desiertos, /con pocos, pero doctos libros juntos, / vivo en
conversación con los difuntos / y escucho con mis ojos a los muertos” (Desde la
torre. Quevedo).
Hay que hacer que hablen despiertos (al sueño de
la vida hablan despiertos, escribía Quevedo) y que el trueno de su voz vuelva a sonar sobre el cielo y el
desierto de nuestra vejez. Que a estos
últimos años nuestros vuelvan los clásicos. Fueron nuestros amigos. De
ellos aprendimos a vivir con dignidad, épicos en la juventud, líricos de por
vida y desde la quevedesca torre de la senectud, ciceronianos, manriqueños y, a
nuestra particular talla, quijotes con el juicio más o menos recobrado.
El Cantar de Mío Cid
Empecemos por el Cantar de Mío Cid, por
La razón de amor o, más lejos, por el
Ramayana o el Mahabarata hasta llegar, sin prisa alguna, saltando el río y
poniendo el pie y el alma en los que fueron piedras más preciosas, hasta el que
fue el último de nuestros amores, quizá García Lorca, tal vez Panero, puede que
Rosales…
Si en la soledad de nuestros años vuelve doña Jimena a pedirle a Dios, arrodillada sobre las gradas del
altar, que proteja la vida del don Rodrigo, inmersos nosotros en el Cantar, si
nos quedamos mirando al Campeador que la contempla, a doña Jimena que toda
dignidad le besa la mano, y enseguida al Cid cabalgando, mientras “llorando de
sus ojos”, se les rompe el alma y se parten unos de otros “commo la uña de la carne”…
Si esto ocurre, el Cantar vuelve a resonar sobre Castilla, sobre Europa
y sobre el inmenso Cosmos, nada ha muerto, aunque esto ocurra sólo en un rincón
del mundo, en el desierto y la soledad de nuestra senectud.
Espadaña y torre cidiana. San Pedro de Cardeña. |
Por
otra parte, en pie seguirá la torre de
Cardeña, desde la que los monjes de la cogulla benedictina despidieron al
Cid, el más grande de los castellanos.
Carlos Urdiales Recio
Maestro. Profesor de Lengua. Emérito UCJC
Maestro. Profesor de Lengua. Emérito UCJC
POLÍTICA
CON ESTILO
Hacer
política implica hacer estilo. El político con estilo tiene un techo de altos
ideales. Sin estilo, no sería político. Pertenece a una estirpe de santos y de
héroes. La suya es una vocación pura, propia de ángeles.
Si todo cuanto merece ser hecho,
debería ir cargado de estilo: la educación de los hijos y los nietos, la misión
de la escuela, los edificios que ha de habitar el hombre, etc., la
política no ha de ser una excepción.
Las cosas públicas pueden hacerse
de diversas maneras: con la desgana propia de quien cumple una deber que le
pesa y del que se sacudirá en cuanto le sea posible, o con la alegría, el
entusiasmo y hasta el coraje de quien
cada mañana se encuentra en sintonía con las estrellas que le han marcado una
tarea en la armonía del mundo.
El político con estilo tiene un
techo de altos ideales a los que sirve porque iluminan la existencia de los
hombres de la polis a la que sirve. Sin
estilo, no sería político, a lo sumo, sería funcionario.
Sabe el político con estilo que
pertenece a una estirpe de santos y de héroes, de los que no puede desmerecer.
Esto es para él una enorme fuerza interior. Río poderoso que manó en las
montañas donde habitan los dioses y marcha imponente a la mar de la eternidad.
No está sólo. Le empuja el torrente de la más noble Historia. El resto del
paisaje no camina, él inevitablemente sí, le lanzó la sierra al mar.
Su vocación, al servicio de
hombres de carne y hueso y de una alta misión histórica, es, con el monacato,
la medicina y el magisterio una de las vocaciones puras, propia de ángeles.
Ha de continuar el estilo de los
mejores que le precedieron. No puede defraudarlos. Los lleva pegados a sus espaldas.
Su estilo, español y católico, es
decir, universal.
RAMIRO DUQUE
DE AZA
Maestro. Profesor de
Teoría del conocimiento
Bachillerato Internacional
volver a sentir profundo como un niño frente a Dios,
DE
LA EXISTENCIA DE DIOS a VOLVER A LOS DIECISIETE
Anthony Flew |
La lectura de la
publicación del filósofo británico Antony
Flew “Dios existe” (2012), en una cabriola fantástica, me ha llevado a
“Volver a los diecisiete” [primera estrofa que da título a una canción de la poetisa chilena Violeta Parra (1962)]
popularizada más tarde en España por Rosa
León y otros.
Un compañero de colegio –aventajado alumno entonces
y brillante investigador científico hoy, creyente y con empeño en encontrar a
Dios también en las ecuaciones-, me
ha obsequiado en plena canícula, con ese espléndido libro citado al comienzo.
“Te lo envío -me dice-, para que podamos mantener luego un cambio de
impresiones sobre el mismo la próxima vez que nos veamos”. Pero no ha acabado
ahí la cosa. Es que a los quince días, recibo un e-mail con un pdf del
siguiente contenido: “La existencia de Dios, un debate entre Bertrand Rusell y
el P. F.C. Copleston, S.J.” que transcribía
con literalidad lo que fue radiado en 1948 en el Tercer Programa de la BBC. Había sido publicado en Humanitas en el otoño de 1948. Y añadía:
“viene reflejado en la pág. 77 del libro que te hice llegar; añádelo a la base
de nuestra futura conversación”. Estaba
claro que “me ponía sitio” del que no me podía zafar.
“Dios existe”, no es un libro religioso y mucho
menos católico. Es un ensayo filosófico cuyo autor, filósofo riguroso que
después de profesar el ateísmo durante la segunda mitad del siglo pasado, ha
tenido la honradez intelectual de girar su razonamiento hasta plantarse en la
otra acera. Cuenta el autor que su lema fue siempre seguir el
mandato que Platón atribuye en la
República a Sócrates: “debemos seguir la argumentación hasta dondequiera
que nos lleve”. Este principio socrático también constituía la inspiración del Socratic Club, un grupo que estaba
realmente en el centro de la vida intelectual del Oxford de la época de la
guerra donde residía Flew. En palabras del autor, “El Socratic Club era un activo foro de debates entre ateos y
cristianos, y yo participaba regularmente en sus sesiones. Su temible presidente desde 1942 hasta 1954 fue el famoso escritor
cristiano C.S. Lewis. El club se
reunía cada lunes durante el curso académico en el sótano de la Junior Common
Room de St. Hildas College. En el prefacio a la primera edición del Socratic Digest, Lewis citó la exhortación
de Sócrates a “seguir la argumentación hasta donde quiera que lleve”. Observó
que “este espacio, especialmente dedicado a la confrontación entre cristianos e
increyentes, era una novedad”.
Y bien; ¿qué tiene qué ver esto con mi –retórica- ,
“vuelta a los diecisiete”?
Corría el final de los 50’s cuando mi amable amigo
(el que ha provocado este retorno al pasado), junto con otros que también
“apuntaban maneras” – cada uno a su estilo, ¡viva la diversidad!- a los que me
uní (la mayoría de las veces como “escuchante” de aquella “panda”), nos complacía correr al recreo tras la clase
de filosofía (o de física) para tomar partido por este o aquel sistema
filosófico/máquina o experimento que acabábamos de oír. Naturalmente, alguno (o
todos los demás, objetaban) y el reto para el confrontado era llevar al
siguiente recreo la objeción resuelta.
El gusto por la especulación era nuestra delicia.
Éramos un pequeño grupo conceptualmente
estructurado en el sentido de que se podían reconocer los líderes de su
respectiva especialidad y cuya pertenencia al mismo – simple afinidad
reconocida-, proporcionaba pequeños privilegios como tener acceso a
determinados ámbitos, en su caso técnicos (cabina del cine, operar su máquina – de aquellas de arco voltaico entre
electrodos de carbón al estilo de Cinema
Paradiso-, manejar la “tramoya” del escenario del salón de actos, etc.).
Privilegios que ejercíamos –cuando estaba justificado-, mientras “el común”
estaba a lo que marca el horario escolar.
Cursábamos, a la sazón – fácil es colegirlo-, el
bachillerato superior en colegio que practicaba – como método pedagógico -, el debate de temas de gran calado filosófico
(cuando era el caso) sostenido entre dos equipos de alumnos que mantenían las
controversias clásicas. Ello obligaba a cada miembro de los equipos
contendientes a profundizar en los argumentos que potencialmente podrían surgir
en cada uno de los bandos, para prepararse a
afirmar las propias y combatir las del bando contrario. Ocioso es
declarar que el animador de tal metodología era el profesor de Filosofía y/o de Historia de la Filosofía; por lo general jóvenes “maestrillos”
recién terminados sus estudios de filosofía, cuyo entusiasmo por la disciplina
nos contagiaban.
Pues bien; han pasado 57 años de aquellos torneos -
a cuyo recuerdo nostálgico me ha llevado el relato de Antony Flew de su debut en el Socratic Club de C. S. Lewis-, cuando se ha celebrado – sólo
hace una semana -, la “conversación” anunciada por mi amigo. Ha sido en su
domicilio de la sierra madrileña, a dónde hemos concurrido los que habíamos
sido agraciados con el libro. Y el comentario al mismo se ha deslizado (sin carácter monotemático
como es natural) a lo largo una velada deliciosa, acompañados de nuestras
esposas. Con las pausas que impone el contexto de una merienda-cena la mar de
agradable y sustanciosa en género y comentarios. El anfitrión –como era de
esperar al ser de él la iniciativa y conocido su rigor -, llevaba el tema bien
preparado y los demás, hemos – simplemente - mantenido el tipo. A la reunión
han seguido puntualizaciones, réplicas y contrarréplicas que se han producido
vía mail a la velocidad de la luz. Sin
esperar al recreo.
Pasados, pues, tantos años, esta mañana he
despertado, martilleándome en mi interior, la voz de Rosa León entonando la
melodía de la canción de Violeta Parra (casi contemporánea de nuestros fervores
juveniles, por cierto). Sin poderlo
remediar, me he ido, nada más ducharme, tarareando (como es de rigor) al
ordenador y me he puesto a escribir de un tirón y de memoria:
“Volver a los diecisiete después de vivir un
siglo
es como descifrar signos sin ser sabio competente
volver a ser de repente tan frágil como un segundo
eso es lo que siento yo en este instante fecundo…”
BRAULIO
VIVAS MORENO
Ingeniero Superior Industrial y Economista.
Ver amplia reseña del libro en
Páginas
TEOLOGÍA ACTUAL LA FE EN EL
DIOS CREADOR?
En nuestros oídos resuena la
famosa sentencia que pronuncia don Sebastián en “La verbena de la Paloma”: “Hoy
las ciencias adelantan que es una barbaridad”. Son tantos los progresos de las
diversas ciencias que se ha extendido en la cultura postmoderna la idea de que
a medida que la ciencia avanza retrocede la creencia en un Dios Creador,
insinuándosenos que llegará un día en
que las ciencias darán con las últimas claves explicativas de la vida y que,
consiguientemente, desaparecerá por completo la fe en Dios Creador. Quizá nosotros mismos, que hemos disfrutado
con la audición de “La verbena de la Paloma”, y somos testigos directos de la
aparición de criaturas artificiales maravillosas nacidas por obra y gracia del
progreso científico y tecnológico de nuestra época, hemos llegado a dudar de la vigencia de la fe
en Dios Creador…
La verdad es que investigaciones
de los últimos 50 años han dejado al descubierto, tanto en el mundo macrocósmico (“big bang”…)
como en el microcósmico (partículas-ondas cuánticas…), misterios que rebasan la capacidad razonadora
de los científicos. Estos no se sienten tan seguros como antaño de sus conocimientos sobre la naturaleza y
empiezan a reconocer que existen en el cosmos realidades impenetrables a sus
hipótesis de comprensión y a sus métodos experimentales de comprobación,
realidades como las causas que produjeron el “big bang”, o las causas que
aseguran la evolución ordenada y armoniosa del orbe que habitamos…
Los propios científicos no hablan
siquiera de “causas” que hayan producido el origen del cosmos ni de “causas”
del actual despliegue pautado y melódico del universo. Porque la palabra
“causa” evoca una realidad material o energética. Los científicos apuntan oscuramente a una realidad mistérica
que trasciende la realidad del mundo y la realidad humana. La teología
cristiana no se queda en la admiración silenciosa ante la belleza de un
universo que está fuera y dentro de nosotros y que “nadie sabe cómo ha sido” ni
cómo es la acción creadora de Dios en el momento presente, sino que
explícitamente proclama que es Dios el que ha creado el mundo y que continúa
creándolo en este mismo instante de nuestro vivir.
Todavía hay algo más inaudito que la teología cristiana confiesa acerca del origen y del desarrollo de la creación, a saber, que Dios ha creado y continúa creando el mundo por el siguiente motivo: por amor a los seres humanos. Al hablar de la acción creadora de Dios, la teología quiere que no nos fijemos tanto en la sabiduría y poder divinos, como solemos hacerlo, cuanto en el amor desbordante y beneficioso de Dios para con nuestras personas. Dios no crea por necesidad; tampoco para su Gloria. Solamente Dios es capaz de crear y de crear por amor a nos-otros, los seres humanos. Nosotros no somos capaces de crear, somos creaturas, no creadores, ni somos capaces de amar a nuestros semejantes por ellos mismos, buscando sólo su bien…
Todavía hay algo más inaudito que la teología cristiana confiesa acerca del origen y del desarrollo de la creación, a saber, que Dios ha creado y continúa creando el mundo por el siguiente motivo: por amor a los seres humanos. Al hablar de la acción creadora de Dios, la teología quiere que no nos fijemos tanto en la sabiduría y poder divinos, como solemos hacerlo, cuanto en el amor desbordante y beneficioso de Dios para con nuestras personas. Dios no crea por necesidad; tampoco para su Gloria. Solamente Dios es capaz de crear y de crear por amor a nos-otros, los seres humanos. Nosotros no somos capaces de crear, somos creaturas, no creadores, ni somos capaces de amar a nuestros semejantes por ellos mismos, buscando sólo su bien…
Nuestra fe cristiana asiente con
gozo a la creación inicial de Dios y nuestro corazón creyente queda prendado de
un Dios que nos ha creado porque nos ama perdidamente, sólo por nuestro bien y felicidad. Sin embargo,
dudamos seriamente del Dios Creador y de su amor desinteresado por nosotros
cuando observamos la historia de la humanidad, el tramo intermedio entre el comienzo y el final del orden de la
creación, el escenario histórico en el que interviene el Dios Creador y
nosotros, las criaturas humanas. Estas dudas surgen con fuerza y hasta con ira
ante la presencia del mal de todo tipo en nuestra vida particular y en todo el
planeta terráqueo. Ante las desgracias e injusticias de la vida, son legión los
que se rebelan contra el Dios que no cesa de crear en la historia humana y
otros tantos los que rechazan al Dios Creador.
No voy ahora a entrar en el tema
de la existencia del mal y de su relación con el Dios que sigue conservando y
desarrollando el cosmos creado. Me limito a decir que el Dios Creador que
interviene en la historia humana sigue siendo el Dios que crea porque ama a los
seres humanos buscando únicamente nuestro bien. El Dios cristiano no castiga ningún comportamiento humano, por
feroz que este sea, ni guarda en modo alguno relación causa-efecto con los
males de la historia humana.
EDUARDO MALVIDO
Maestro,
catequista y teólogo
MOVIMIENTO DEL OESTE (II)
EL MÉTODO NATURAL
George Hébert, teniente de navío. |
La
manifestación técnico-pedagógica del Movimiento del Oeste se plasma con el
llamado “Método natural” propuesto por George Hébert (1875-1957), a la
sazón, teniente de navío de la armada francesa. En sus viajes por los mares del sur
del Pacífico había observado a los nativos de aquellas islas, pueblos
primitivos aún, cómo se ejercitaban de manera natural e inconsciente. Comprobó
las elevadas condiciones físicas que presentaban.
Inspirándose
en estos comportamientos, creó un método de ejercicios físicos aplicando formas
naturales de movimiento. También fue una reacción contra la gimnasia sueca, que
consideraba artificiosa y de espíritu analítico.
Sostenía que para llegar a
desarrollar y a perfeccionar sus aptitudes físicas, el hombre civilizado no
puede ejercitarse de la misma manera que el hombre primitivo. El primitivo
trabaja sin método, actúa por instinto o por necesidad; además, dispone de
tiempo y de espacio. El hombre civilizado debe encontrar otras maneras de
trabajo a través de unos procedimientos adaptados.
Aparatos que imitan la Naturaleza. |
¿Cuáles eran las actividades físicas del
hombre primitivo? Básicamente las catalogó en varios grupos: a, la locomoción normal
como la marcha, las carreras y los saltos; b, las locomociones secundarias, con
el uso de los brazos para realizar cuadrupedia, trepar a los árboles y
natación; c, la defensa y la seguridad a través de luchas y del manejo de
armas primitivas como bastones, picas o mazas; d, las actividades
utilitarias, que comportan esfuerzos musculares de toda clase para traccionar,
empujar, cargar o lanzar; acciones equivalentes a cazar, pescar, construir o
cultivar; e, la recreación bajo formas de danzas, ejercicios de fantasía
o acrobacia, acompañados a menudo de gritos o cantos.
Circuito militar. |
Basándose en
todas estas formas de actividad natural del hombre primitivo organizó diez grupos fundamentales de ejercicios
físicos: marchas, carreras, saltos, cuadrupedias, trepas, equilibrios,
lanzamientos, levantamientos de peso, acciones de defensa y natación. Estos
diez grupos los complementó con otras dos clases de actividades físicas: a,
ir a caballo, en bici, en canoa, sobre patines o sobre esquíes; b,
actividades de recreación: juegos, danzas, deportes, cantos y gritos. Hébert definió su Método natural como: “la codificación, adaptación y
gradación de los procedimientos y medios empleados por los seres vivientes en
estado natural para adquirir su desarrollo integral” (Langlade, 1989).
Aplicó este método a los soldados que estaban
a su cargo. En 1913, con motivo del Congreso Internacional de Educación Física
de París, expuso su Método natural con 150 grumetes y 100 fusileros
navales. El éxito fue total y su método se difundió rápidamente por Europa. A
raíz de esta presentación se creó el Instituto de Educación Física y Deportes
de Francia.
Las sesiones de entrenamiento del Método natural consistían en realizar un
recorrido más o menos largo durante el que se efectuaban ejercicios de todos
los grupos mencionados. Se realizaban recorridos de dos maneras: 1, en plena
naturaleza, aprovechando los accidentes del terreno como laderas, arroyos,
ramas de árboles, troncos caídos, etc. 2, sobre un espacio restringido y
preparado, denominado “plateau”. Éstas últimas eran las más habituales; las
sesiones al aire libre estaban condicionadas al tiempo meteorológico.
Circuito militar. |
George
Hébert publicó varias obras en las que exponía y desarrollaba su método;
destacan “La Educación Física o el entrenamiento completo por el Método natural” y “Lección tipo de entrenamiento completo
y utilitario”.
Su Método natural
supuso una gran aportación en aquel tiempo; rompía con las maneras ya
tradicionales de ejercicios construidos, propios de las escuelas sueca y
alemana. Y tuvo influencias en otras formas de trabajo físico que surgirían
después en el llamado Movimiento de Centro. También adoptó el ejército en todos
los países con circuitos en los que los soldados tenían que superar diferentes
obstáculos; aún vigente. Actualmente ha surgido una línea de ejercicio basada
en el Método natural que consiste en superar diversas barreras urbanas.
Exhibición. Congreso Internacional de Educación Física en París. |
En España el Método natural se adoptaría un
poco tarde: fueron los llamados “circuitos Cola-Cao” que se instalaron en los
parques durante los años 80. Los patrocinaba esa marca comercial y ofrecían buenas
posibilidades de ejercicio físico, con carteles que indicaban los niveles de intensidad
para cada practicante. Desgraciadamente, estos circuitos desaparecieron; quizás
por falta de constancia en su cuidado o para sustituirlos por algo que no terminó
de llegar.
FRANCISCO SÁEZ PASTOR
Universidad
de Vigo
Rimo un poema, cavo un surco.
Encuentro una palabra, busco un nido.
Leo la prensa, injerto los manzanos.
Consulto el diccionario, aporco los pimientos.
De la tierra a la pluma voy, y punto.
Me son gemelos libro y huerto.
Podéis mirar las rayas de mis manos.
Son de escribiente y de labriego.
Lo que yo cuento lleva polvo encima
Los frutos que consigo son sonetos.
A los dos por igual mi alma se arrima.
(Y este ejemplo capcioso es una treta
para saber si sois o no catetos
los que vais a juzgarme por poeta).
El arte de cortar el jamón
Está
bien claro que son
los
“susanos” andaluces
en
cortar a todas luces
los
mejores el jamón.
Jamón
de cerdo en los EREs
y
Cursos de Formación.
Jamón,
para que te enteres,
que
les dan sin ton ni son.
Arte
de cortar es don
que
no al pueblo se reparte,
quedando
la mayor parte
en
las manos del patrón.
Limpios
en cortar cabezas
los
islamistas lo son,
y
las pasan con destreza
sutil
por televisión.
Arte
cisoria se llama
esa
triste ejecución
y
puede que ya esa llama
haya
entrado en erupción.
Enhorabuena por las 37 batallas ganadas con alto estilo y magisterio innegable.
ResponderEliminarDiego