ÍNDICE PRINCIPAL
Pregón:
Encuentro de primavera 2017.
Nuestra
Escuela reflexiona: El gran horizonte nos salvó. CUR
Nuestra
Escuela se sumerge en la Biblia: Jacob y el plato de lentejas (II).
Zereutes
Dios
es amor: Creo en el Espíritu Santo (VIII). E. Malvido
Hemos leído: La Salle en Griñón. Cien años de
fecunda sementera
Nuestra escuela celebra aniversarios: San
Camilo, 1936. Á. Hernández
Alta política con estilo: Dios piensa en España.
R. Duque de Aza
Afderías:
La Cibelerías. CUR
Soneto
desde el sentimiento: Rendida admiración.
Á. Hdez.
Rincón
de Apuleyo: Al otro lado hay alguien. Oda
al libro de papel
Pinceladas
del natural: Capricho. El cielo tuvo un
lunar. Á. Hdez.
Sin
echar el ancla: Mirinechea. Teódulo
Educación
física: La condición física. F.
Sáez
EP 2017
A finales de mayo tendrá lugar nuestro anual Encuentro de Primavera. En Cádiz. Se
promete feliz. Apetecido por nosotros, bien organizado, cargado con el
magisterio y del estilo que nos es común empeño, nada le va a faltar. Será un
nuevo tirón al nudo de nuestra añeja y enriquecedora amistad.
Las comunes raíces harán que, por debajo de su superficie de
gratos momentos, el encuentro alcance la profundidad que le es propia. Je ne suis pas un spectacle, afirmaba
el poeta Gabriel Marcel. Lo nuestro tampoco es un mero espectáculo, es un encuentro.
El espectáculo divierte, vierte hacia afuera. Nuestro
encuentro nos divierte, pero, sobre todo, nos recrea, nos adensa, nos enraíza hacia dentro.
Nuestra piedad –suma de la pietas romana y la vigorosa piedad cristiana- ahonda en estos
encuentros sus raíces. Son ocasión de que nos
confirmemos en nuestra irrenunciable reverencia ante el Misterio de
Dios, el misterio del Mundo, el misterio del Pensamiento y el misterio de la Palabra.
De siempre nos atrajeron estas raíces y de siempre nos
sobrecogieron con su transcendencia. De ellas es de donde brota y crece poderoso
nuestro propósito de magisterio y de estilo, el culto a la Biblia, la veneración
de la Cultura, la consideración de hogar de la Iglesia y la fuerza de la Escuela.
Nuestro encuentro gaditano de primavera será, por ello, un espectáculo
feliz y un feliz ahondamiento de
nuestras comunes raíces.
A nosotros nunca se nos propuso ser felices. Por nuestra
parte, nosotros nunca nos lo planteamos como meta.
Nuestros padres y profesores nos querían bien, deseaban los
mejor para nosotros y nunca la palabra meta la identificaron con la palabra
felicidad. Su horizonte era Dios Todopoderoso, el mundo que teníamos delante y
lo que podríamos hacer nosotros en el servicio de Dios y en bien de los demás. Nuestro
trabajo futuro sería un servicio social, perfecto. No sabíamos para qué cosas,
pero sabíamos que habíamos nacido para
grandes cosas. Esto estaba claro.
Llevábamos unos apellidos. Pertenecíamos a la nobleza de una familia laboriosa
de hermosas costumbres. Estábamos también orgullosos de pertenecer a una gran Patria,
España.
Luego, cosas de la vida, hasta pequeñas consignas hacían de
bolardos a los que amarrar proyectos de mayor calado y volumen. Fuimos haciendo
nuestras expresiones insignificantes al parecer, hoy desdeñadas, impulsos
elementales, vigorosos, sencillos. De mi padre y abuelo, la frase “¡que no se
diga!”. De todas partes, entonces: “inasequibles al desaliento”, hoy propósito
considerado fascista. De uno de mis profesores: “el deber, el deber, el deber”.
De la política italiana de entonces: “Estamos contra la vida cómoda”…
Un ambiente de superación, de enorme ambición y de gran
horizonte nos envolvía en la escuela. Nos subyugaba el ideal espartano ante el
sufrimiento. El mundo nos resultaba pequeño. Teníamos multitud de preguntas que
hacer. Queríamos saberlo todo de todo.
En la escuela nuestros maestros nos enseñaron lo que pudieron. Algunos
profesores solamente el ser buenas personas. Otros, ciencias y letras. Alguno excepcional,
las cimas del espíritu y nos hizo filósofos y poetas, en el sentido de creadores.
Nos hicimos maestros. A trancas y barrancas sacamos varios
títulos que nos permitían la más alta docencia. Empezamos enseñando más de lo
que se nos pedía, sobre todo en la dirección del hombre, del espíritu y de la ilusión.
Así empezó la cosa. En la que seguimos, ya como podemos.
CUR
Un buen día lo que iba a ocurrir fue tremendo. Resultó
que el formidable cazador Esaú había salido de caza y se las prometía como
nunca. Se alejó de casa a lugares conocidos por su abundante y buena caza,
subió laderas, saltó arroyos, recorrió valles, traspasó puertos, se internó en
bosques, sin comer, entró en cuevas, persiguió fieras y pájaros que se le
escaparon una y otra vez... Volvía a casa, de vacío, hambriento y hecho unos
zorros. Su hermano, excelente cocinero, acababa de preparar un potaje de
lentejas, de las suculentas lentejas de Egipto, las mejores de todo el Oriente.
¡Olían, que eran una tentación! ¡Tenían un color rojo, por una especia muy
preciada traída del Oriente Lejano, que quitaba el sentido!
Jacob, buen observador -no hacía falta serlo- había
visto la cara de hambre de su hermano. En vez de invitarle a su guiso y
repartirlo con él, como buenos hermanos, lo que se le ocurrió es proponerle
algo tras lo que hacía tiempo que estaba. Le ofreció el suculento potaje de
lentejas egipcias a cambio del derecho de primogenitura. Jacob sabía que la primogenitura podía transferirse del
primogénito a un hermano menor si había un acuerdo.
Se puso a
forzar tal acuerdo.
La
primogenitura consistía en riquezas materiales y espirituales, ocupar ante la
ley el puesto del padre en la tribu y ante el pueblo, ser el líder que lleva en
adelante como depositario la herencia espiritual de su pueblo, en este caso
nada menos que la Promesa del Mesías. Una bendición como si fuera hecha por el
mismo Dios, y el bendecido entraba en un mundo nuevo de privilegio.
Jacob le ofrecía a su hermano un
cambio desproporcionado, ridículo. El potaje de lentejas, muy rico y suculento,
no valía nada, lo que se dice nada, al lado del derecho de primogenitura. Él
quería para él lo que por haber nacido antes le correspondía a su hermano Esaú,
un tesoro espiritual y material único, singular, enorme, divino, incluso. Pero
esa no era la forma de conseguirlo. Se aprovechó del hambre de su hermano, del
cansancio y del malhumor que traía. Hizo muy mal. Le propuso una venta
desproporcionada, ridícula, maldita.
Su hermano lo hizo peor. Se dijo
a sí mismo y le dijo a su hermano que para qué quería él su derecho de
primogénito si estaba muriéndose de hambre. La verdad es que no se estaba
muriendo, sólo que tenía un hambre enorme, que podía esperar. ¿Para qué me
sirve el derecho de primogenitura? Aceptó la compra. Le vendió a su hermano la
primogenitura. Por un potaje de lentejas.
Jacob, muy astuto, le dijo que se
lo jurase por Dios. A Esaú no le importó jurarlo por Dios y con ello quedaba el
cambio firme como una roca y el trato definitivo como la eternidad.
Jacob le contó a su madre Rebeca,
con todo detalle, el traspaso de derechos que acababa de ocurrir, cuando
todavía humeaban las lentejas del cambio.
Mientras, y en seguida, Esaú, que
aquí sólo piensa en el presente, es rápido. La Biblia dice que “comió, bebió,
se levantó y se fue”: cuatro cosas que hizo rápidas y seguidas.
Ahora Rebeca y Jacob tenían que
esperar a que el padre, Isaac, dijera que había llegado el sagrado momento, en
la presencia de Dios, de la solemne bendición patriarcal, en la que el hijo
saldría consagrado como el elegido por
el Señor para patriarca continuador de la Alianza que Dios había hecho con
Abrahán. Con el bendecido estaría Dios particularmente, sería el líder del
pueblo elegido, y de su descendencia saldría el Mesías Salvador del mundo
entero. Enorme grandeza y responsabilidad.
Sin precisar el momento, la
Biblia dice que Isaac se había hecho viejo y que del todo había perdido la
vista, cuando llamó a su hijo Esaú y le dijo que porque estaba viejo y porque
podía morirse cualquier día, que había llegado el momento del relevo patriarcal
y de darle su bendición solemne. Que se echara al monte, con la aljaba, los
arcos y demás aperos del buen cazador que era…
QerhuteV
Ancien élève de Évode Beaucamp
VIII
EL AMOR DEL ESPÍRITU SANTO
MANTIENE “LA COMUNIÓN DE LOS
SANTOS”
¿Quiénes son esos
“santos”?
En el llamado “Credo
corto”, bajo nuestra confesión de fe “Creo en el Espíritu Santo”, aparece la cláusula
“la santa Iglesia católica” y a continuación la cláusula “la comunión de los
santos”. Pues bien, entenderíamos mal esta segunda proposición si la
considerásemos como un complemento explicativo de “la santa Iglesia católica”.
La comunión de los santos abarca un contenido más amplio que la Iglesia santa
terrenal.
En Occidente, y por
consiguiente en la Iglesia católica, se ha entendido “la comunión de los
santos” como aquellos que participan en las “cosas santas”, o sea en los
sacramentos, pero sobre todo en el sacramento de la eucaristía. El mismo
término de “comunión” ha podido
favorecer la interpretación eucarística. Otro factor que ha facilitado la
referencia de la “comunión de los santos” a la eucaristía ha sido el silencio
del “Credo corto” o “Credo de los Apóstoles” sobre “la cima y fuente de la vida
cristiana” –la eucaristía-, mientras que sí menciona explícitamente el
sacramento de la penitencia (“el perdón de los pecados”).
Pero este significado
eucarístico de “la comunión de los santos” no se corresponde con la interpretación
tradicional, que se originó y desarrolló en Oriente al menos entre los siglos V
y VIII, según la cual se habla de “la comunión de los santos” en el sentido de
“comunión con personas santas”, vivas y difuntas (cf J. N. D. Kelly, Primitivos Credos cristianos). Por lo
dicho, “la comunión de los santos” no se identifica con la santa Iglesia
itinerante, sino que comprende un número mayor de miembros, muchos de los
cuales se hallan en situación definitiva de salvados.
Finalmente, a favor de
entender “la comunión de los santos” como comunión con personas santas,
recordemos que Pablo intercambia con toda naturalidad el nombre de “cristianos”
por el de “santos”: “Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, a los
santos y fieles [de Éfeso] en Cristo Jesús” (Ef 1,1).
¿Qué y Quién es el que
une a los santos vivos y difuntos?
¿Qué es lo que tienen
en común los santos vivientes de la Iglesia [y de fuera de la Iglesia] y los
santos que ya murieron? La respuesta es el Amor de Dios manifestado en
Jesucristo que practicaron los santos difuntos y el Amor cristiano que están
practicando los santos vivientes en su peregrinación terrenal.
En el caso de los
santos fallecidos está claro que la fe y la esperanza en Dios que tuvieron en
vida se han transformado y añadido al Amor que vence y sobrevive a la muerte.
En el caso de los santos que peregrinan por esta vida, su amor activo cuenta,
consciente o inconscientemente, con la fe y con la esperanza en el Dios-Amor de
Jesucristo. Dicho con otras palabras: El amor cristiano de los santos aún vivos
transparenta la presencia y el dinamismo de un Dios-Amor en la naturaleza y en
la historia presentes, al paso que el amor cristiano de los santos fallecidos
muestra la victoria definitiva del Amor divino sobre la muerte.
A la pregunta de quién
es el que aúna en comunión íntima con Cristo y entre sí a los santos muertos y
a los santos vivos, la respuesta es diáfana si atendemos a estos últimos, esto
es, a los santos vivientes: el Espíritu Santo.
No tengo nada claro, en
cambio, cómo puede el Espíritu Santo interactuar con los santos muertos, puesto
que, por un lado, han terminado el periodo de prueba en esta existencia y ya no
están en situación de responder meritoriamente a los impulsos santificadores
del Espíritu Santo.
Y, por otro lado, la
acción purificadora de los fieles difuntos corresponde al amor ardiente de
Jesús resucitado. A partir del año 1950 algunos teólogos empezaron a
identificar el fuego purificador con “el rostro en llamas y los pies de fuego
de Cristo”. El mismo Papa emérito Benedicto XVI, siguiendo la interpretación
pionera de Hans Urs von Balthasar, nos dice que “el fuego que arde, y que a la vez salva, es
Cristo mismo, el Juez y Salvador” (Spe salvi 47).
Modo
como el Espíritu Santo nos une a los santos difuntos
Mi opinión: No veo fundamentación seria ni objetiva sobre la efectividad
de cuantas plegarias y acciones se nos recomiendan que hagamos a favor de los
fieles difuntos. Pienso que la comparación que suele hacerse entre el amor y ocupación de una madre para con su
hijo pequeño y el amor de Dios para con los seres humanos es sugerente. Pero es
del todo inaplicable de cara a la muerte: Dios es el único que puede y
quiere cuidar de los muertos y no es
difícil imaginar, después de contemplar la resucitación gloriosa de Jesucristo, lo que Dios Padre
tiene ya preparado para los que le han sido fieles en esta vida siguiendo los
pasos de su Hijo humanado. Nosotros no podemos cuidar de ningún
muerto. Podemos y debemos cuidar de nosotros mismos y de cómo quieren ellos que vivamos nosotros.
Vamos, pues, a centrarnos en la capacidad ilimitada del Espíritu Santo
para actuar íntima y profundamente en nosotros, cristianos vivientes. Pero
tomemos conciencia de que en todo momento dicha apertura y disponibilidad del Espíritu
Santo para interactuar con nosotros está condicionada por nuestra libertad
limitada y limitadora.
Libertad muy limitada en cuanto a nuestro conocimiento de los santos
fallecidos: ¿A cuántos conocemos? ¿Con qué personas hemos tenido relaciones profundas y duraderas
de modo que guardamos de ellas experiencias inolvidables? ¿Hemos sido testigos
de algún comportamiento impactante por parte de nuestros santos difuntos? ¿Recordamos
situaciones en las que nuestros difuntos nos hicieron felices? Etcétera.
En estas condiciones de conocimiento limitadísimo de nuestros santos
del cielo y en el supuesto de que nuestra libertad acceda a la solicitud continua
del Espíritu Santo, estos serían los efectos saludables de la interacción del
Espíritu Santo y nosotros en relación con los santos fallecidos:
·
El descubrimiento en nuestros
difuntos del valor supremos del amor cristiano en su vivir con nosotros, amor cristiano que se
manifiesta de muchas maneras: en su cariño permanente de padres hacia los
hijos, o en su paz y alegría en momentos duros de la existencia, o en su arte
para solucionar conflictos familiares, o en su honradez en el mundo de los
negocios, o en su fidelidad probada durante el matrimonio, o en su preocupación
y ocupación con los que sufren…
·
La práctica por nuestra parte de
esos buenos ejemplos de honradez,
o de esperanza, o de aguante y paz, o de fidelidad, o de perdón, o de solidaridad…,
que sin duda recordamos de su convivencia.
EDUARDO MALVIDO
Maestro, catequista, teólogo
La Salle Griñón lanza un libro con motivo de su
Centenario
La Salle en Griñón. Cien años de fecunda sementera
Teódulo García Regidor
Villena AG. Madrid, 2017
Todavía no
hemos tenido tiempo de leer las 797 páginas del gran trabajo de Teódulo, serio
y riguroso historiador del centenario de Griñón, sobre las instancias y
circunstancias, cuerpo y el alma de Casa de formación de Griñón, Madrid.
La
presentación que han hecho los medios de comunicación es la que adelantamos
aquí.
La Salle Griñón lanza un libro con motivo de su
Centenario
Con
motivo de la celebración del Centenario de la llegada de los Hermanos de la
Salle a Griñón, el H. Teódulo García Regidor ha escrito un libro titulado “La Salle
en Griñón, cien años de fecunda sementera" (1916-2016).
La
dedicatoria está escrita por el H. Aquilino Bravo Puebla, Visitador Auxiliar del Sector
Madrid.
Entresacamos
estos párrafos: “Ha llegado a mí este libro que tienes en tus manos, y te lo
quiero presentar. En sus páginas descubrirás la vida y avatares de una
institución dedicada a la formación religiosa de los jóvenes. Su autor, Hno. Teódulo García,
sabe de qué habla: le avalan tanto su labor de rigurosa investigación como el
haber sido protagonista de esta historia centenaria durante unos años
apasionantes. Un libro en el que encontrarás los orígenes de una obra –La
Salle en Griñón- que ha crecido con el tiempo y en el tiempo adaptándose al tic
tac y al giro de las manecillas del reloj de la evolución y el
cambio. Estoy seguro que en sus páginas encontrarás un poco de agua fresca
que alivie el ajetreo del día al día y, sobre todo, sentirás que el corazón se
esponja con la luz del espíritu que aletea sobre sus líneas”.
Además,
para abrir boca, resaltamos un capítulo que lleva por título “El colegio La
Salle en la actualidad”: “(…) Es
un colegio que ha crecido en la última década y que presta un servicio docente
y educativo a Griñón, a los pueblos cercanos y a las zonas del sur de Madrid… Como
centro lasaliano, el colegio se inspira en el carácter propio de los centros La
Salle y sigue la línea educativa y evangelizadora descrita en dicho carácter
(…) El colegio La Salle es una garantía de futuro para la presencia lasaliana
en Griñón…”
Es
un libro que ha recogido los acontecimientos más importantes de La Salle en Griñón, encuadrándolos dentro del contexto
histórico, político, educativo, religioso y lasaliano. ¡Enhorabuena, Hermano Teódulo!
Vísperas, festividad y octava de San Camilo del año 1936, en Madrid
Siete
años mediaron desde “Tobogán de hambrientos”. Larga espera que mereció la pena.
“San Camilo 1936” es, tanto por su cuidada forma como por su extraordinaria
densidad, una de las más relevantes producciones celianas. Como el título
indica, ofrece vívido testimonio de los acontecimientos habidos en España en
los días inmediatamente anteriores al alzamiento del 18 de julio de 1936 y en
los que siguieron. Corto espacio de tiempo, apenas una semana, aunque más que
suficiente para experimentar el origen, el sentido –o el sinsentido- de lo que
en su inicio muchos vieron una ‘sancamilada’ sin mayor trascendencia, pero que
acabó en cruenta guerra civil que enfrentaría a los españoles, y para expresar,
desde la inevitable subjetividad, las reflexiones del escritor. Hemos de
agradecer a don Camilo el esfuerzo que supuso
la creación de esta crónica de varios años condensada en unos pocos
días.
Tampoco
en esta ocasión pudo sustraerse a la tentación de incorporar algún nuevo
elemento con el que configurar una forma diferente de narración en la que dejar
su sello personal. Como ya hiciera en “Mrs. Caldwell habla con su hijo”, utiliza de nuevo la segunda
persona. El narrador omnisciente dirige a un supuesto interlocutor lo que en
realidad es un continuado monólogo, y lo invita a mirarse al espejo y hacerse,
ante su propia imagen, las reflexiones que los acontecimientos le suscitan.
También
aquí se aparta Cela de la estructura narrativa clásica. No es tampoco éste un
relato continuado con presentación, nudo y desenlace. No existen tampoco
protagonistas destacados. A lo largo de la obra se entrelazan sucesos,
descripciones, reflexiones… salpicadas de elementos intrascendentes:
noticiarios locales, anuncios de productos generalmente sanitarios…, en lo que
Juan Cueto califica de ‘collage de la
conciencia’.
Esta vez
el elemento novedoso está en el abandono, consciente, del rigor
ortográfico. No llega aún Cela a permitirse la licencia que claramente se tomaría después en “Cristo
versus Arizona” o en “Oficio de tinieblas 5”, obras en las que prescindiría por
completo de cualquier signo de puntuación y, en el caso de esta última, incluso
en la utilización de las mayúsculas; licencia criticada por muchos, pero que
sólo a un escritor de la talla de don Camilo pueden consentir editores y
críticos. Aquí no llega a tanto, pero parece olvidar con frecuencia, con total
arbitrariedad, el uso de la coma, en situaciones incluso de convencionalidad
tan palmaria como el vocativo o las enumeraciones.
Sorprende, de entrada, al lector el encuentro
con un volumen de algo más de trescientas páginas sin sangrados ni apartes,
donde el espacio parece haberse utilizado con avidez, sin resquicio ni descanso
alguno. Cuesta en un principio interpretar adecuadamente el texto y acomodarse
al ritmo de lectura que este exige. Pero no es menos cierto que, a medida que
se avanza en la lectura, la vista y la mente se acaban acostumbrando, de manera
que cualquier pausa se percibiría como extraña y, curiosamente, resultaría
incluso inoportuna.
Por
lo que se refiere al contenido, resulta tan prolijo como diverso. El núcleo
principal lo constituyen las referencias a sucesos que en esos días tuvieron
lugar en España, en particular en Madrid, y las reflexiones de carácter
político, social, antropológico o
filosófico de quien fue a un tiempo observador y partícipe de aquellos. Junto
a la narración, barajadas y salpicadas aquí y allá, sin aparente orden
preconcebido, consideraciones marginales, referencias históricas, tertulias de
café, declaraciones, y digresiones sobre asuntos en ocasiones intrascendentes,
donde la frivolidad resulta casi insultante.
La narración y la reflexión oscilan
pendularmente de uno a otro bando. Y en los extremos fascista y comunista,
republicanos y ‘nacionales’ se muestran abiertamente en manifestaciones o en
algaradas callejeras o protagonizan veladas incursiones, secuestros y
asesinatos. La muerte del teniente de la Guardia de Asalto, José Castillo, el
12 de julio, y el secuestro y asesinato de José Calvo Sotelo -exministro y a la
sazón diputado- un día después, son elementos recurrentes que polarizan el
enfrentamiento.
Llaman la atención las localizaciones
puntuales: barrios, calles, plazas, cines, teatros, cuarteles…, la concreción y
detalle en las referencias a personas, relevantes o no, del momento: políticos,
militares, funcionarios…, actores y actrices, conocidos personajes del mundo
del toreo, del deporte o de la farándula… Tampoco faltan alusiones a
acontecimientos de orden internacional o a la intervención de las potencias
aliadas en el conflicto civil de nuestra nación. Todo parece observado, con la
necesaria distancia pero con la proximidad suficiente para captar cuanto
ocurre.
Entre las reflexiones, la recurrente
referencia al dolor, a la sangre y a la muerte; la desmitificación de tabúes,
creencias, tradiciones y supersticiones; las referencias a cuestiones
religiosas: el juicio final, la salvación o la condenación… y a la persecución
de personas e instituciones, que en su versión más fanática conduce a la quema
de conventos; y cuestiones de carácter marginal pero no menos frecuentes, como
las digresiones de carácter sexual, incluidos –cómo no- magreos y
masturbaciones, las relaciones matrimoniales, o momentos de corte escatológico exentos de pudor.
Tampoco faltan referencias a asuntos de menor
trascendencia dentro de la gravedad del momento, como las competiciones
deportivas; partidos de fútbol, campeonatos de frontón, partidas de cartas,
carreras de galgos, combates de boxeo, o asistencia a festejos taurinos y
espectáculos cinematográficos o teatrales de los que se da puntual información
sobre argumentos, actores o salas de proyección. O, como decíamos, anuncios
publicitarios de productos sanitarios, de higiene o de cualquier otro signo,
con indicación, incluso, de su precio y del establecimiento donde adquirirlos.
Elementos que, salpicados en la narración, rebajan la tensión en momentos de
especial gravedad e invitan a relativizar la trascendencia de los hechos.
Los personajes pertenecen a ámbitos muy
distintos. Políticos, militares, funcionarios del Estado o municipales,
profesionales liberales, o empleados y operarios de las más variadas
profesiones: taxistas, conductores de autobús, albañiles, fontaneros,
panaderos, taberneros… para todos existe su momento, todos tienen algo que hacer o que decir
–aunque algunos no parezcan conscientes de ello- en este momento histórico en
el que son actantes con mayor o
menor protagonismo.
El estudio exhaustivo de cuantos temas se
tratan o reflexiones se hacen en esta novela, trascendería con mucho los
límites de este artículo. Haremos, sin embargo, algunas consideraciones al
respecto.
Encontramos, en primer lugar, referencias al
propio autor. En los comienzos de la obra, se citan varios asistentes a las
clases de literatura que don Pedro Salinas impartía en la universidad: Domingo
Ibarra, Alonso Zamora, Dámaso Rioja, Julián Marías, Luis Enrique Délano y el
propio Camilo José Cela. Se habla de María Zambrano, a la que se presenta como amiga y consejera de jóvenes poetas y pintores. Y se añade que Camilo José Cela –de sobra es conocida
la amistad que le unía a esta gran mujer y el respeto y admiración que la
profesaba- también compone versos pero
hasta ahora no ha conseguido publicarlos. Se comenta en varias ocasiones
acerca de la academia del padre de Cela y del momento en que, ante las graves noticias difundidas con
carácter oficial, se suspenden las clases. Más velada es la alusión –pero
nos parece que Cela pudo muy bien autoaplicársela- al estudiante universitario
que va peor que mal en sus estudios, pero
que en los de literatura va un poco mejor.
Uno de los personajes de mayor relevancia es
Toisha, a quien el narrador se refiere como a la novia del interlocutor –que,
como ya dijimos, no es otro que el propio autor-. No te atreves –se le advierte- a
llevar a Toisha a casa de María Zambrano, Toisha es otra cosa y por ahora no sabría
representar su papel, más
adelante ya veremos. Muy posiblemente
Toisha represente a Tránsito Vargas, novia de Cela que murió herida de metralla
en los inicios de la guerra y a quien el escritor dedica uno de sus más
sentidos poemas.
Muchas
son las reflexiones que se hacen sobre la política en general, sobre la
condición democrática en particular, sobre la responsabilidad de los
gobernantes y las causas e inutilidad de los enfrentamientos por razones
políticas. Se califica el enfrentamiento político de ineficaz; por lo general
nadie gana, todos acaban perdiendo. Los
vaivenes de la historia no tienen claro
protagonista, el origen puede estar tanto
en políticas de un signo
como del contrario. Reflexiones todas ellas
perfectamente aplicables a la situación
española. Así las consideraba el
propio Cela cuando las exponía. Resulta evidente su convencimiento de la
inutilidad de la guerra. En cuanto a las responsabilidades, no toma partido:
las reparte por igual. Deja clara su neutralidad ante el conflicto y dedica
esta novela a los mozos del reemplazo del 37, todos perdedores de algo.
Otras
reflexiones recogidas en la obra no tienen matiz político, son consideraciones
de tono psicológico, social, filosófico o religioso. Y todo ello dentro de un
penoso contexto social de penuria y degradación, como el que magistralmente
muestra la descripción que sigue, lámina hiperrealista que recoge el momento en
que el trapero y el lechero, tirando de sus carros, se cruzan con el cortejo
fúnebre del teniente Castillo camino de las Ventas. Con ella ofrecemos una
muestra del estilo que presenta la obra en su conjunto y ponemos fin a estos sucintos
comentarios sobre “San Camilo, 1936”, a nuestro juicio uno de los más altos
hitos en la producción celiana: Los
traperos que marchan hacia Madrid van dando cabezadas en sus carros sin salirse
de la fila, las criaturas duermen dentro de una sera de esparto o sobre unas
mantas y entre las ruedas camina con mucha sumisión el perrillo de sucia lana y
mirada despierta, el perrillo cofrade de la miseria y comensal de la mugre alimenticia, de la
mugre que a todos da de comer, amén y nunca peor, la
gente dice que hay traperos muy ricos que hasta crían cerdos y gallinas con la basura,
la verdad es que para vivir rebozado en mierda no merece la pena ser rico, los
lecheros dentro de su barandilla portátil, de sus cuatro hierros de los que
cuelgan las cántaras y las cacharras, empiezan a repartir la leche a tientas,
es muy milagroso que acierten pero aciertan, no se equivocan nunca.
ÁNGEL
HERNÁNDEZ EXPÓSITO
Maestro. Doctor en Ciencias
de la Educación y estudioso de Cela
Son muchos los españoles a quienes les ruboriza expresar su orgullo de serlo. Dios sí piensa en su España.
Es una maravilla y algo como para hacernos perder pie el
pensar que Dios ha diseñado una a una a sus criaturas. Los papás engendran
hijos sin poder especificar que el hijo que les va a nacer sea el que, singular
y concreto, les nació. Le querrán como suyo, le llamarán con el nombre propio
que le den, pero no pudieron pasar más allá de buscarlo como hijo, el que
fuere, el que les viniera. El niño de mayor podrá decir que sus padres lo han
querido de forma desmedida, pero que si en vez de ser él, hubiera sido otro, de
ese otro se hubiera podido decir lo mismo.
Dios, no. Dios no ha creado a sus hijos sin nombre propio (antes
de ser, cada hombre tiene ya nombre para Dios). Dios crea personas singulares,
una a una. Así, creó a nuestros parientes más cercanos, al vecino que no nos
saluda, al de la tienda tan amable y al desabrido funcionario de la ventanilla
que precisamos, al presidente de los EE.UU. y a quien acaba de entrar en
prisión por ladrón y homicida, a la monjita que lleva cincuenta años en Etiopía
y al papa de Roma que suceda al actual.
Sobre cada uno Dios tiene una ilusión singular y personal. A
cada uno, uno a uno, le fija una determinada misión personal y social.
Como quiera que todo hay que atribuirlo a Dios, hemos de
pensar que las sociedades organizadas en naciones son igualmente obra divina,
queridas por Dios, una a una. Nada
superior a que el hombre se organice y viva en sociedad, decían nuestros
clásicos. En el Antiguo Testamento los cielos que cantan la gloria de Dios, a
lo que cantan no es tanto al cosmos tan hermoso, como a Israel, gloria de Dios,
aquella realidad de la que Dios andaba más orgulloso de haber creado y Él llevaba de la mano.
Por esto principalmente amamos a España, por ser regalo de
Dios y hechura suya. Y, como está en nuestras manos, la haremos grande y todo
nuestro coraje lo pondremos en que cumpla su destino en medio de los pueblos.
RAMIRO DUQUE DE AZA
Maestro. Profesor de
Teoría del conocimiento
Bachillerato
Internacional
LA CIBELERÍAS
· Acabamos de llegar a Madrid. Subimos por el paseo del Prado, sentido
sur-norte, y la diosa Cibeles acaba también de cruzar el arco de triunfo de la
Puerta de Alcalá.
· Las ruedas de su carro, ¿ruedan o se están quietas?
· No me imagino a sus leones imprimiendo sus pezuñas sobre el asfalto
ni a su carroza dejando tras de sí el divino releje de sus ruedas.
·
La arrogancia de sus
leones se debe a que saben que representan a dos personajes mitológicos:
Hipómenes y Atalanta.
·
Desde su alta fuente
pedestal, la diosa Cibeles viene de recorrer el orbe entero viajando en los
ojos de los madrileños, que se la llevan por el mundo dibujada en sus pupilas.
·
Los madrileños que
dejamos la villa por cierto tiempo necesitamos, al regreso, lavarnos la cara en
la fuente de Cibeles para despertar del viaje y de noche tan larga fuera de
nosotros mismos.
· No sólo los madrileños, sino notables forasteros ilustres como
Zubiri, Ramón Gómez de la Serna, Rubén Darío, Bécquer, Goya y Picasso mojaron sus
plumas o sus pinceles en las aguas de su pilón.
· Nadie ha descubierto la estrella que hay hundida en la fuente de
Cibeles, causa del luminoso encanto de su monumento.
o
Cualquier día la diosa
da media vuelta su carro triunfal y lo hace rodar hacia Las Ventas porque acaba
de salir al ruedo un nuevo Manolete.
o
El Palacio de
Comunicaciones (“Nuestra Señora de las Comunicaciones”) hace de magno retablo del altar de la diosa.
Al otro lado siempre
hay alguien esperándote. Por eso escribo. Por eso vivo. Y me abro en canal.
Sólo son náufragos los ágrafos. Y quizá tampoco.
Lanzo botellas de
cristal mensajeras al mar de las ondas digitales y de papel, y en ellas
encierro S.O.S., vítores de alegría, esperanzas, amores, poemas de entusiasmo,
dudas y aseveraciones. Y siempre hay alguien que los recibe, rompe la botella,
abre el periódico o le da al ratón del ordenador y obtiene consuelo. Así
que me hallo gloriosamente encadenado con mis semejantes. Ellos conmigo y yo
con ellos formamos un tapiz y un círculo –verde, morado, rojo, amarillo…- que
se muerde la cola, pero no la lengua.
Quinientos millones de
hombres y mujeres –adolescentes, maduros, viejos- viajamos en castellano por el
ancho mundo, traspasando fronteras nacionales con la virginidad y velocidad de
un rayo por el cristal sin mancha.
La escritura y el
habla común son nuestro carné de identidad, nuestro salvoconducto de la
distancia geográfica: del uno al otro polo, de la Cruz del Sur a la Estrella
del Norte, atravesando trópicos y meridianos.
¡La comunicación, oh,
la comunicación, el don divino-humano que ningún otro ser posee y percibe con
tanta simpleza y complejidad!
Tú, vosotros, todos los que estáis al otro lado ¿recibisteis ya esta súplica de abrazos? Sé que sí. No necesito contestación, pero si contestáis, más plácida haréis mi pluma, que no es de gallo altanero sino de amigo y compañero. Buen día, buen año, buena vida.
Tú, vosotros, todos los que estáis al otro lado ¿recibisteis ya esta súplica de abrazos? Sé que sí. No necesito contestación, pero si contestáis, más plácida haréis mi pluma, que no es de gallo altanero sino de amigo y compañero. Buen día, buen año, buena vida.
¡Oh libro interminable
de la historia del mundo,
por tu sabiduría
yo te saludo!
Tú eres la memoria,
hoy en desuso,
de la que me alimento
tan a menudo
recorriendo las páginas
del papel crudo.
por tu sabiduría
yo te saludo!
Tú eres la memoria,
hoy en desuso,
de la que me alimento
tan a menudo
recorriendo las páginas
del papel crudo.
y el móvil cojonudos.
Tú estás a mi servicio
siempre que te pregunto
y con afán discreto
en ti respuestas busco
sobre mis aficiones
y cualquier otro asunto.
Por eso sigo en ti
como escolar oscuro
que encuentra lo que indaga
en un par de minutos:
nudo de comunicaciones
para el docto y el vulgo
que subrayo y anoto
e imprimo y difundo
con el placer gustoso
del "monito desnudo".
Al libro de
papel
lo mimo, lo resumo,
lo extiendo por la mesa,
con las manos le acuno,
me lo meto en el bolso
para cualquier apuro;
compañero de viaje,
me habla aunque es mudo,
y si tropiezo,
me levanta seguro
porque queda al alcance
del ojo y me da impulso
para seguir viviendo
y derribar los muros
de la ignorancia ciega.
Lluvia de hojas de papel. Punto.
lo mimo, lo resumo,
lo extiendo por la mesa,
con las manos le acuno,
me lo meto en el bolso
para cualquier apuro;
compañero de viaje,
me habla aunque es mudo,
y si tropiezo,
me levanta seguro
porque queda al alcance
del ojo y me da impulso
para seguir viviendo
y derribar los muros
de la ignorancia ciega.
Lluvia de hojas de papel. Punto.
APULEYO SOTO
CAPRICHO
El sol
tiene de amores
la cara
llena,
pues
dicen que los dioses
besan
en ella.
El
pecho es todo estrellas
y
farolillos,
y una
linda pulsera
que el
hada buena hiciera
para su
anillo.
Cuando
se hace de noche,
dicen
que llora
y se
pone la cara
como
escayola.
Lágrimas
de rocío,
gotas
de jade;
espejo
de colores
roto en
pedazos,
cuando
por la mañana,
rojo de
frío,
saca lo
brazos para peinarse.
..........
En mi
ventana ha entrado
mechón
de soles.
Sol, no
te lo devuelvo
mientras
no llores.
A.H.
EL CIELO TUVO UN LUNAR
Aunque lo veáis tan serio,
tan grave, tan circunspecto,
el cielo tuvo un lunar.
Se lo pintaron los dioses
cuando eran aún pequeños
y salían a jugar.
No era un sol, ni era una estrella;
ni lo adoraban las nubes,
ni lo cantaron poetas;
era tan sólo un lunar.
Los dioses se hicieron grandes
y se fueron a su altar;
el lunar se quedó solo,
se sintió triste, aburrido,
sin nadie con quien jugar.
Y una tarde de verano,
cuando el cielo pesa tanto
que casi roza en el mar,
dio un salto, cayó en el agua
y se mezcló con la sal.
Unos dicen que está muerto,
otros que sigue tiñendo
las aguas, cuando los soles
se marchan a descansar;
otros, que es la luna blanca,
que lo limpiaron las olas,
y volvió luego a volar.
Yo creo que está en el fondo;
que es un tintero muy negro,
donde reponen su tinta
el pulpo y el calamar.
A.H.
SIN ECHAR EL ANCLA
MIRENECHEA
Para quienes llegaban por primera vez
a Griñón les resultaba chocante, si no enigmático, el azulejo de los viejos
edificios de San Pedro, que llevaba, debajo de una imagen de María Inmaculada,
la palabra Mirenechea. Ante la
inocente pregunta de los nuevos, la experiencia y el saber de los
antiguos se expresaba con un tono suficiente: “está escrito en vasco y significa ‘Casa de María’”. Los nuevos
se quedaban conformes y respondían con un “¡Ah!”. Su respuesta no podía
expresar todo el alcance que para Griñón tenía la expresión “Casa de María”.
Pues la historia de Griñón es, en un sentido extenso y profundo, una historia
mariana.
1. La historia griñonesa y su
calendario están llenos de tiempos
marianos, por una parte; luego de lugares y de hechos relacionados con la
Señora. Desde sus mismísimos orígenes la presencia de María es un hecho
destacado. La primera Comunidad se fundó coincidiendo con una festividad
mariana: la víspera del Patrocinio de María, de gran arraigo en aquellos
tiempos. Enseguida la calle donde se fundó la comunidad cambió de nombre: de calle
de Las Eras se pasó a “Calle de la Inmaculada”. Porque la Inmaculada fue
proclamada Patrona de la Casa recién fundada… y el 8 de diciembre su fiesta
patronal.
El Noviciado Menor de
Griñón se creó en 1919. Su inauguración también coincidió con una fiesta mariana: el día 26 de octubre era “domingo y fiesta del Patrocinio de la Virgen
María”. Y en tal fecha se realizó la consagración del naciente Noviciado Menor
a María Inmaculada”. El H. Director fue nombrando uno a uno, después de
afirmar: “os confío, pues, Madre
queridísima, vuestros hijos los novicios menores…”. Y los más pequeños de
la Casa, consagrados desde el comienzo a María, adoptaron como fiesta patronal
la Presentación de María en el templo, el día 21 de noviembre. Un dato más de
la “inclinación” de la Casa por María,
pues tratándose de varones, bien podía haber sido elegida la Presentación de
Jesús en el templo… Y los Novicios y Escolásticos también se acogieron para su
fiesta patronal bajo la sombra de la Inmaculada (en su octava, para no
“competir” con la fiesta de la Patrona de la Casa)…
Los tiempos habituales del Calendario
(sábados, fiestas marianas) cobraban también un aire especial… Los meses de mayo
eran ocasión especialísima de fervor mariano, floración multiforme y variada de
expresiones devocionales. Y en las
ocasiones extraordinarias (Año Mariano de 1954, por ejemplo) la presencia de
María desbordaba el ámbito religioso y se extendía, como una enorme estela
azul, a actividades de todo tipo. Las crónicas del Año Mariano constituyen un ilustrado
ejemplo de ese desbordamiento. Las crónicas del Noviciado Menor hablan del 25
de marzo (Anunciación) de una noche
mágica: después de una conferencia
del H. Andrés Hibernón sobre la
“esclavitud mariana”…”empezó la procesión en que María
Inmaculada, precedida de banderas y estandartes, fue vitoreada y aclamada por
los ecos de las 300 voces de la Casa de Formación, como Triunfadora; como
Madre, sobre los hombros de sus hijos; como Reina, escoltada por sus súbditos
con luminarias, y como Señora absoluta de estos sus esclavos voluntarios,
recorriendo en medio de largas e interminables filas las avenidas y los
jardines del Escolasticado…”. Al final del Año Mariano, la revista AVE se
proclama a sí misma como “Órgano de
expresión de la devoción del Noviciado Menor a la Santísima Virgen”.
2. Y junto a los
tiempos, los espacios,
los lugares: la imagen de la Inmaculada presidía, desde su altura, cuatro
lugares emblemáticos de la Casa: la grandiosa imagen de la Capilla, la estatua
de piedra de la entrada a la Casa por la calle de su mismo nombre, la Inmaculada
con las manos abiertas del bajorrelieve
sobre la entrada a la Capilla en piedra blanca y en actitud de petición:
“Hijo mío… dame tu corazón”. Mariano también era el jardín o parque delante de
la Casa, con la estatua de la Inmaculada, en piedra blanca sobre esbelta peana,
que recordaba aquellos meses de fervor intenso de los años 1954 y 1955, antes
mencionados. Y eso sin mencionar los “ángulos marianos” del Noviciado Menor y
del Noviciado o la hermosa Señora que presidía las galerías bajas del Escolasticado…
3. Pero la presencia exterior era signo
de otra presencia más profunda,
personal, íntima. Porque María estuvo presente en todos los pasos de la
formación griñonesa: al comienzo, como madre sustituta; luego, de adolescentes,
como Amor limpio y sublimado; después, ya jóvenes caballeros, como la Señora de
los pensamientos, proyectos y hazañas: desde las tiernas invocaciones
infantiles hasta las caballerosas promesas de fidelidad, pasando por los encendidos
“actos de amor”.
María estaba colocada,
como decimos, estratégicamente en pasillos y galerías protegiéndonos, más que
vigilándonos. Y a Ella dirigíamos nuestros ojos cuando acudíamos a las clases o
a los recreos y, vencido ya el día, a los dormitorios. Ella velaba nuestros
sueños.
No creo exagerar si
digo que lo mejor de nosotros, lo más limpio y auténtico, llevaba el sello de
María: o procedía de ella o a ella iba dirigido. Especialmente en las novenas
preparatorias a las grandes fiestas (Presentación, Inmaculada…) o en el
gozosamente prolongado mes de mayo, al final del cual culminábamos laboriosas y
sentidas epopeyas de amor mariano. Un mes que culminaba también con la magna
procesión -antorchas y almas encendidas- por las brillantes galerías o los
parques rumorosos. María como fuente de inspiración, como lugar de expresión
amorosa, como descanso en los momentos de tormenta…
4. María y la devoción a María… ¿qué
sabíamos de ella, en realidad? ¿Nos duró mucho esa devoción mariana –prácticas y
sentimientos piadosos- cuando en nuestra madurez alcanzábamos a calibrar la
verdadera talla de María, cuando a la visión sentimental sucedió una mirada
teológica y pudimos contemplar la otra belleza de María, su papel dentro del
Misterio de Dios, en los momentos cumbre de la Historia de la Salvación?
Pues creo que sí duró,
pues la herida del amor mariano no se curó con nuestras luminosas teologías.
Ella siempre estuvo en lo hondo de nuestro ser maduro, en el largo recorrido por
la vida. La Virgen de Griñón seguía nuestros pasos y protegía nuestras vidas. Y
cuando regresábamos a la capilla, entre avergonzados y anhelantes, volvíamos a
ofrecernos, a depositar nuestras vidas –azarosas y errantes quizás- bajo sus
manos protectoras junto a su pecho. En lo íntimo de nosotros mismos no
sentíamos vergüenza por sentirnos pequeños y desvalidos ante sus ojos…
Mirenechea -la Casa de María-
era todo el Griñón, que se extendía a
nuestros ojos: aulas y pasillos, oratorios y patios, huerta y comedores… Todo
en Griñón, desde su fundación hasta lo que entonces eran “nuestro tiempo”,
estaba penetrado por su mirada, bendecido por sus labios, alentado por su sonrisa.
Hoy, mayores, de vuelta a esta Mirenechea
entrañable queremos agradecer a la Señora su presencia, su cuidado y su protección.
TEÓDULO GARCÍA REGIDOR
Maestro. Cronista del Centenario de Griñón
LA CONDICIÓN FÍSICA
La
condición física puede considerarse como el estado de aptitud para desarrollar
diversas acciones de índole corporal. Implica la capacidad de realizar múltiples
actividades y ejercicios físicos de manera solvente y sin experimentar
cansancio o fatiga. García Manso (1996) la define como “la situación que
permite estar dispuesto o apto para
lograr un fin relacionado con la constitución y naturaleza corporal”.
Este estado
de condición física viene dado en principio por factores genéticos. Los niños y
adolescentes presentas grandes diferencias de condición física entre ellos
antes de que haya podido influir en ellos la actividad física realizada,
condición que puede prolongarse hasta la primera juventud. Superadas estas
etapas evolutivas, su condición física suele estar más influenciada por el entrenamiento
o por el grado de actividad física realizada.
Pueden
darse, por tanto, casos de niños de baja
condición física que a través de su actividad efectuada durante años pueden
llegar a su edad adulta con una magnífica condición física; y también, jóvenes
que han practicado deporte y han adquirido buena condición física que por
inactividad posterior, al cabo de varios años, la han perdido.
La
condición física para que sea completa, abarca las principales cualidades
físicas, tanto en su aspecto condicional –fuerza, velocidad, resistencia y
flexibilidad– como en el perceptivo-motor, que implican coordinación,
percepciones espacio-temporales y equilibrio. Así mismo, presenta dos vertientes: el rendimiento
deportivo y la salud.
En cuanto a
la vertiente de rendimiento, la
persona puede tener un potencial inicial para desarrollar diferentes actividades
deportivas; mas para rendir en una determinada especialidad, precisa ya de la aptitud
física que le capacita para desempeñarla con solvencia. Ello implica un
entrenamiento específico. Cuanto mejor condición física posea, mayores
posibilidades de rendimiento tendrá en ella.
Los
deportistas de primer nivel son personas que por herencia ya poseían buena
condición física y que la han desarrollado desde la niñez o la adolescencia,
canalizada hacia una disciplina concreta. Entran así en un estado de forma
física, concepto que se utiliza para definir el grado de rendimiento de
la actividad concreta practicada.
En cuanto a
la vertiente de salud, la
Organización Mundial de la Salud define ésta como “el estado de bienestar integral físico,
mental y social”. Implica, por tanto, disponer de una buena condición física. Dicha
condición, en la edad adulta no viene sin más; es preciso trabajarla para
mantenerla o incrementarla. Difícilmente se va a conservar si no se desarrolla.
Y no existe un límite de edad para mejorarla. Cada persona, en la medida de sus
posibilidades y condición física, es susceptible de experimentar progresos.
Deberíamos estar obligados a cuidar
la condición física como fuente de salud, igual que podemos cuidar aspectos
como la alimentación, el control de nuestras emociones o la relación social.
Para
terminar diremos que el concepto de condición
física tiene su traducción al inglés como physical fitness. Y el término “fitness” se utiliza como reclamo de mejora de la
condición física en la actualidad renunciando
a utilizarlo en nuestro rico idioma.
Francisco Sáez Pastor
Universidad
de Vigo
Este número supera al anterior, mi premio Nóbel para todos los literatos. Aplauso infinito para todos. Os movéis en las aguas de la EXCELENCIA.
ResponderEliminarFelicidades por tu fidelidad y calidad en la elaboración del Blog AFDA. Rico en contenido y excelente maquetación. El articulo de Teódulo muy oportuno en el mes de mayo, ya le he felicitado
ResponderEliminarMalvido escribe a este Taller:
ResponderEliminarPues nada, que este nº sigue la estela brillante de los anteriores números. Los colaboradores habituales no decaen ni un centímetro de su gran altura de estilo y magisterio. De tus artículos los que más me han gustado son: el pregón, "El gran horizonte nos salvó", y tu derroche de imaginación, belleza y cultura sobre la Cibeles. Eso de Hipómenes y Atalanta ¿lo saben más de 5 madrileños? Muy oportuno Apuleyo con sus dos homenajes en prosa y en verso al libro en su día mundial de celebración, el 23 de abril. Ángel es todo un poeta y con auténtico sentido religioso en el soneto "Rendida admiración"...
Pero la gran sorpresa me la he llevado al asomarme a los addenda. He empezado por el tuyo porque mencionas el centenario de Griñón reciéntemente celebrado. Dices que no pudiste leer lo que llevabas escrito para ese día, pero lo podemos leer en este nª. ¡Vaya tres paradigmas! Es patente tu admiración al H. Orizana. Lo vuelves a expresar en el artículo "El gran horizonte nos salvó".
Y después me he pasado a leer el artículo de J.M. Gutiérrez Bravo sobre Cisneros. Y luego el que lleva por título "Tercios viejos", entrega 7ª. Y seguidamente "Caminos de España", y "Por tierras de Colombia", y "Nuestra escuela canta", y "Cohelet", y "Orizana IV Las cosas", y "El universo y el hombre", cuyo autor es el mismo que el de "La educación física"... La verdad, Carlos, yo hasta ahora no leía los addenda. Ahí me he encontrado con un TESORO, como el libro que utilizábamos en nuestra adolescencia.